El venezolano Kervin Piñerúa y el arte de sonreír
Por volear
  
Jueves, 22/12/2011
Es una de las figuras de SOS Villa María. Con sus 20 años ya se metió en el corazón de la gente. Se inició en el béisbol y fue atleta. Le encanta la ciudad y se identifica con Marcos Milinkovic.

Es un método económico para ser feliz. Con una sonrisa simplifica y elude los malos momentos, motivando a cualquiera que esté “bajoneado”. El venezolano Kervin Piñerúa es el único extranjero que se metió en el corazón del pueblo villamariense por méritos propios.

Beisbolista de pequeño, pero con un pasado en el atletismo que le otorgó virtudes en este presente como voleibolista, Kervin sueña con crecer en la carrera y algún día ser como Milinkovic. Es raro, porque al gran capitán de la Selección Argentina lo ha enfrentado en algunas oportunidades, y quizás podría tener otro modelo, pero por sus características similares se siente identificado.

Jugador fuerte, con presencia, “tribunero”, feliz, sonriente, compañero...ese es Piñerúa, el pibe que recientemente cumplió 20 años y escribe la historia en el Villa María Vóley.

¿Cuál es su lugar de origen?
Nací en Caracas, pero vivo en un pueblito que está a dos horas de allí, que se llama Costas y se encuentra en el estado de Miranda. Allí vivo con mi mamá, mi hermano de 15 años y mi padrastro.

¿Siempre jugó al vóley?
No. Comencé mi actividad deportiva en el béisbol, como buen venezolano. Es algo casi ineludible en nuestro país. Después proseguí con el atletismo y me dediqué un buen tiempo a la práctica.

¿Cuál era su especialidad en el atletismo?
Era saltador de vallas y también competía en salto en largo. Durante varios años hice atletismo y me gustaba mucho.

¿Por qué lo dejó?
Bueno en realidad me encontré en una situación de tener que elegir. Mi mamá me motivó a ser voleibolista (ella lo fue en su juventud) y entré en el campo de este deporte. De repente me habían llamado de la Selección y no tuve muchas alternativas más que quedarme. No estaba muy convencido porque yo estaba contento haciendo atletismo, así que me costó un tiempo la adaptación a este nuevo mundo. Todo pasó muy rápido: hice béisbol, atletismo y con 14 años ya estaba en la Selección Nacional Juvenil de mi país.

¿Qué lo trajo a Argentina?
Me gusta el vóley argentino. Siempre miraba partidos y observaba que era muy distinto al que jugábamos en Venezuela. Nosotros tenemos escuela de formación cubana, basada en la fuerza y la potencia, en cambio aquí hay mucho de técnica y estrategia. Eso me terminó de convencer. Pero el verdadero motivo para que yo viniera a jugar a Argentina fue Cichello. El me trajo a Villa María Vóley en noviembre de 2010. Estoy muy agradecido a él por la gran oportunidad de crecimiento que me ha dado.

¿Cómo conoció a Cichello?
En 2006 nos vimos por primera vez. Fue en el Sudamericano de Brasil. El es un entrenador que siempre estuvo ligado a las Selecciones Juveniles y está atento a todo. Por suerte no se olvidó de mi (se ríe). Además nos vimos luego en algunas Copas Panamericanas (Argentina-Venezuela), lo cual fue decisivo para que hoy esté aquí.

¿Qué se siente ser jugador de Selección?
Es lo máximo. No hay palabras para describir lo que significa representar a tu país.

¿Con qué frecuencia juega para Venezuela?
El vóley en Venezuela no es como en Argentina. Allí nos internan en una ciudad deportiva junto a otras disciplinas y quedamos concentrados toda una temporada. Es mucho tiempo, pero cuando eres juvenil, esas son las reglas. Cuando pasas a la Selección Mayor la historia cambia, porque la gran mayoría juega en el exterior, entonces es más difícil poder reunirlos a todos.

¿Es la primera vez que juega una Liga Mayor?
Sí. Por eso estoy tan contento. De veras me siento muy feliz aquí.

¿Qué le parece la ciudad?
Me encanta, es un lugar hermoso. La tranquilidad que hay aquí es completamente lo contrario a Caracas, donde el ruido estresa demasiado. También me gusta la gente. Me parece que es muy carismática y bondadosa, y esto no sucede en todos lados. Villa María es muy bonita.

¿Le gusta el equipo en el que juega?
Claro. Si bien ya nos habíamos visto con varios en algunas Copas en los duelos Argentina - Venezuela, aquí hemos forjado una gran relación. Me llevó bien con todos. Es un grupo excelente y me siento muy cómodo en él.

¿Cuál es su meta deportiva?
Quiero profesionalizarme más aún. Se que voy por el buen camino, pero por ahora pienso en mejorar. Saltos económicos y emigrar a otros países puede ser más para adelante, cuando tenga treinta (se ríe).

¿Siempre jugó de opuesto?
No. En algunas ocasiones tuve que hacer de receptor, pero debo confesar que no es el lugar donde más cómodo me siento. Exploté mis mejores condiciones siendo opuesto: atacando, utilizando la fuerza y la potencia.

¿Con quién se identifica?
Hay muchos buenos jugadores, pero Marcos Milinkovic es un modelo a seguir. Su juego y su carrera deportiva son sensacionales.

Ingresó rápidamente en el corazón de la gente...
Eso no tiene precio. Recuerdo que cuando hice mis primeras apariciones el público alentaba diciendo “Keeervin, Keeervin”, y de veras se me erizó la piel... como ahora.

¿Se va a quedar en Villa María?
Todavía no lo sé. Todo depende de los proyectos deportivos que lleguen en este tiempo. Personalmente, como dije, quiero progresar en el vóley, y aquí las cosas van muy bien. Me siento a gusto en la ciudad, pero nada es seguro.

El entrenador dijo que Kervin por ahí tiene “pajaritos en la cabeza”... ¿cómo es eso?
(Se ríe). Es que en mi país se juega distinto. Aquí hay muchas tácticas, técnicas y señas a las que todavía debo acostumbrarme, pero... de a poco va saliendo (se vuelve a reír).

Con una sonrisa, disfrutando el día a día, pensando en evolucionar, divirtiéndose... A lo Ronaldinho: crack, carismático, alegre, simpático y buen compañero. Pero sobre todo, un fenómeno: en el arte de sonreír.


Por volear