La historia de Gerbaldo, un símbolo de Banco Nación
Por volear
  
Miercoles, 21/12/2011
Es su vida. Como ella bien afirma, su segunda casa. Además de dedicarse de lleno al voley, Natalia Gerbaldo es un pilar importante de Banco Nación, ese que fue y sigue siendo su hogar, aquel que la recibió con los brazos abiertos cuando a los 19 años decidió alejarse de su San Francisco natal y probar suerte en Buenos Aires, con una valija llena de sueños sin ningún destino…

Su historia es diferente a las de las demás, y vale la pena contarla desde el principio. Desde pequeña se lucía en todo tipo de disciplinas deportivas, acompañada por su hermana Marianela, y fue a los diez años que se encontró con el deporte que marcó el destino de su vida.

"Jugué en la Alianza Social hasta que terminé la secundaria, y después me fui para El Tala, también de San Francisco. Ahí decidí que no quería estudiar nada, porque no había carrera que me llamase la atención, así que me dediqué a trabajar en el comercio de mis viejos, algo que me gustó mucho."
Pero a no adelantarse, porque su paso por la escuela no fue un detalle menor en la vida de Nati, época de la que tiene los mejores recuerdos:

"Al colegio iba a cumplir, realmente, porque vivía mucho tiempo adentro del club y estudiaba lo que podía, era la típica alumna de seis. Siempre aprobaba, no sé todavía cómo, pero en la parte oral me defendía muchísimo".
Como una muchacha auténtica y diferente, sobresalía a la hora del "picadito" de fútbol con sus amigos en los recreos, además de las picardías que más de una vez le trajeron problemas:

"En cuanto a disciplina, daba que hablar… Siempre en el grupo de los varones. Era la dueña de la pelota, la encargada de llevarla, ¡y en un colegio de monjas! No iba con la imagen. Pobres mis viejos, vivían adentro del colegio pero no por mala educación, sino porque todas las semanas rompía alguna ventana. Era terrible".
Sus padres la apoyaron en todo momento, aún cuando un buen día decidió abandonar su lugar y viajar hacia la capital argentina.

"Yo había decidido dejar el voley porque no había competencia, y jugaba mucho al fútbol, hasta que me salió la posibilidad de venir al club gracias a mi técnico en ese momento, que habló con el entrenador que estaba acá. Días después ya estaba en Buenos Aires. Sentí realmente que por algo la vida me presentó esa oportunidad, no tenía que dejarla pasar."
Cuando arribó a la institución de Vicente López se encontró nuevamente con la obligación de tener que estudiar, pero como siempre lo supo, su destino era el trabajo:

"Yo les dije apenas llegué, no tengo problema ni en cortar el pasto ni en atender un quiosco, pero no quiero estudiar. Y por suerte a los seis meses empecé a dar mis primeros pasos en el club, sin entender absolutamente nada del tema".
Sus comienzos como cadete la obligaron a crecer de golpe y a manejarse por completo en una ciudad desconocida para ella, y poco a poco fue ganándose su lugar en las oficinas bancarias. Apasionada por su trabajo, la cordobesa del plantel no se olvida de aquella época, para ella alucinante, y mucho menos de quienes la acompañaron en todo momento:

"Siempre voy a estar agradecida a los dirigentes del club, no sólo por el lugar que me dieron sino también por el apoyo que recibí cuando estaba sola, ese que fue muy importante para mí porque atravesaba todo lo deportivo y lo laboral".
Poco a poco su amor por lo que hacía iba creciendo y eso le demostraba cada día que había tomado la decisión correcta, a pesar de haberse hecho siempre sus tiempos para ella misma, esos que considera "saludables".

"Me encanta caminar por acá y ver a la misma gente que te vio crecer, que te conoce desde chica, y que sabe lo que una quiere al club y lo que daría por él."
A la hora de jugar, sin duda es la que mejor sabe lo que significa esta camiseta para ella, y la importancia del presente que están atravesando:

"Si bien no nací acá, siento un cariño diferente por la cantidad de horas que paso acá adentro, por conocerme de memoria cada rinconcito. Vestir esta camiseta me llena de orgullo".
Pero como toda rutina, el trabajar y jugar comenzó a pesar en la vida diaria de Nati, quien para cambiar de aire y fortalecer sus conocimientos en el tema comenzó a estudiar hace un tiempo la carrera de Tecnicatura en Dirigencia Deportiva. A un año de obtener el título, y por si todas esas cosas no alcanzaran, también es coordinadora de un grupo que se dedica a la nutrición deportiva, otra tarea relacionada:

"Todo eso me ayuda mucho para fundamentar mis ideas, y amo estar estudiando algo que hago. Nunca me imaginé en esto, y realmente me fascina, lo hago contenta".
Sus ojos se humedecen cuando los recuerdos con el club reviven en sus palabras. Hoy, la Piru se siente orgullosa de representar al lugar que tanto quiere, y de seguir haciéndolo a pesar de haber superado momentos difíciles:

"Siempre fuimos protagonistas y candidatas, y perdíamos en la final, así durante muchos años. Había que estar y jugar antes acá, dominar esa presión. Hoy es distinto, gracias a la madurez y el crecimiento que tuvimos las que estamos acá hace mucho tiempo se logró todo lo que se logró. La clave de este cambio fue la estructura que armaron los dirigentes, y mantener la base de jugadoras. Eso nos permitió disfrutar de un año exitoso como el anterior. El presente de hoy es por algo del pasado".
Mirando hacia un futuro no muy lejano, los sueños y deseos de Nati se hacen presentes. En cuanto a lo laboral, asegura que volver a ver a Banco dentro de las mejores cinco instituciones en su categoría es su proyecto más ambicioso, mientras que en lo deportivo su objetivo principal es disfrutar día a día de esa experiencia:

"El día que no lo disfrute más, me retiro. Quiero dejar de jugar disfrutando, eso lo que más deseo, seguir haciéndolo en todo momento, en todos los aspectos de la vida, y seguir aprendiendo de los errores, como toda la vida lo hice".


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