Jerjes I, Rey de Persia (485-465 a.C.)
Por tamara
  
Domingo, 18/12/2011
Jerjes (antiguo persa: Khshayarsha) era el hijo mayor de Dario el Grande (522 - 485 a.C) y Atosa, hija de Ciro el Grande (559 - 530 a.C), nacido en 519 a. C.

Poco se sabe de la infancia de Jerjes. Se dice que era querido por todos su parientes y amigos, a quien a menudo solía dar grandes regalos. Pacífico por naturaleza, fue también un buen administrador, siempre prefirió la comodidad de sus palacios. Esto es bastante irónico ya que tuvo que luchar desde los primeros días de su reinado. Darío el grande había muerto en medio de su gran preparación para la guerra en Grecia y la rebelión en Egipto (principios del 485 a. C.).

Jerjes marchó rápidamente a Egipto (484 a. C.), en donde debió cancelar las políticas tolerantes de su padre, para mantener la soberanía Persa en ese lugar. Lo mismo le sucedió a Babilonia, la cual se había revelado poco después. Según se cuenta, Jerjes y sus hombres destruyeron las murallas y se llevaron una enorme estatua de oro de Marduk (dios de Babilonia) a Persépolis, en donde la derritieron. Estos eventos marcan el comienzo de un nuevo tratamiento de los reyes persas hacia estos dos pueblos.

Ciro había sido coronado rey de Babilonia y Cambizes faraón de Egipto, por lo que llegaron a entenderse como reinos adyacentes a Persia y no satrapías como los demás. Pero Jerjes los convirtió en tales, coronándose a él mismo solo como Gran rey de Persia, este ejemplo fue seguido por sus herederos. A principios de su reinado, dominó a los nómadas (Sakas) en el norte de Partia, también conquistó Corasmia, al sur del mar de Aral.

Después de que todo se calmó, Jerjes se habría dedicado a actividades pacíficas, pero sus asesores siempre le recordaban sobre la derrota de su padre, a mano de los Griegos.

El más diligente de estos y al mismo tiempo el más confiable para el rey, fue Mardonio. Él había sido enviado antes por Darío para atacar Grecia, tomando a Macedonia en el camino. Ahora él esperaba convertirse en gobernador de Grecia, una vez que fuera conquistada.

Así que Jerjes finalmente sucumbió a toda esta presión y comenzó grandes preparativos para la guerra, fueron masomenos tres años (484-481 a. C.). De 46 satrapías y reinos vasallos del Imperio persa se reunió a uno de los ejércitos más grandes en la historia:

300.000 tropas de acuerdo con muchos investigadores modernos. Persas, medos, indios, babilonios, asirios, lidios, Bactrios, Sacae, armenios e incluso Griegos Jónicos.
La flota se componía de 1000 buques de Fenicia, Chipre, Egipto y Cilicia.

Cuando el ejército estaba listo, marchó hacia Grecia, cruzando por el "Helesponto", se hiso un puente, pero este fue destruido por las tormentas. Furioso, Jerjes ordenó matar a los ingenieros. Después, otro puente fue construido y el ejército pasó con éxito en Europa, la flota se movió cerca de las costas. El ejército, a continuación, marchó a través de Tracia y Macedonia (estos dos estaban bajo dominio persa) y, a continuación, hacia el sur a través de Tesalia, que se había sometido voluntariamente a los invasores. Así se alcanzó la "puerta de enlace" a Grecia: las Termópilas. Los Beocios que se encontraban cerca, se habían sometido a los persas también.


Un ejercito comandado por Leónidas (unos 7000 griegos) los esperaban. Jerjes, al ver que no se retiraría, envió a los medos para matarlos, pero el ataque fracasó, lo mismo con aquellos que siguieron. Justo después, sin embargo, la fortuna sonrió a los persas, ya que un aldeano griego codicioso se ofreció para mostrarles una ruta secreta, no vigilada por los espartanos. Jerjes le dió el dinero que quería, y a la mañana siguiente, los griegos se despertaron con el enemigo detrás de ellos. En esta nueva situación, Leonidas ordenó a las tropas aliadas que se retiraran rápidamente, mientras que el y sus 300 compatriotas ganaran tiempo para así facilitarles el escape. En la batalla que siguió, todos estos hombres fueron asesinados, excepto uno, de acuerdo con Heródoto, que más tarde luchó valientemente en Platea.


Mas tarde, Jerjes invadiría Ática, erradicó todo en su camino. Los Atenienses, siguiendo el Consejo del oráculo de Delfos, habían huido a la cercana isla de Salamina, por lo que el rey entró en una ciudad vacía, la cual fue quemada, como una venganza por los templos quemados de Sardes durante la revuelta jónica (500-494 a. C.).

Mientras tanto la flota persa había llegado a Salamina, a pesar de las tormentas violentas y algunas batallas reñidas con los griegos. Justo antes de esta gran batalla, sin embargo, una gran ola surgió y lanzó a varios navíos persas a los acantilados, causando más daños que la misma batalla. Jerjes, sin embargo, estaba tan seguro de la victoria, que colocó su trono en la arena, para así poder ver a sus mejores marinos y recompensarlo después.

Así comenzó la batalla que determinaría el curso de la historia durante algún tiempo.
La enorme flota persa había sido llevada hasta un estrecho en donde no podría ampliar sus líneas y así aprovechar su superioridad numérica, lo que dio lugar a confusión y desorganización. Los barcos griegos, más pequeños y maniobrables, ahora ordenados atacaron y chocáron con los persas.


El resultado fue desastroso para Persia. La arena en los pies de Jerjes se ensució con sangre. El gran rey optó por retirarse, no por miedo a los griegos, sino porque estos podían destruir el puente en el Helesponto y así dejarlo atrapado en Europa, sin suministros y sin refuerzos por un tiempo. Por lo tanto, envió a los restos de su flota con órdenes para proteger el puente a cualquier precio, mientras que él mismo marchó por el camino del cual había venido.


En Tesalia, dejó a Mardonio con una considerable fuerza de 100.000 tropas, las cuales retomáron Atenas, pero fueron derrotados y asesinados (incluido Mardonio) en la batalla de Platea (479 a. C.). Ese mismo día lo que quedaba de la Armada persa fue aplastada por los griegos en un combate en Asia menor.

Todo este tiempo Jerjes había permanecido en Sardes, vigilando lo que estaba sucediendo. Después volvió a sus capitales, prestando ninguna atención a la continua guerra con los griegos.

Al año siguiente (478 a. C.), los griegos se las arreglaron para privar a Persia de sus posesiones europeas (Macedonia, Tracia, etc), los persas jamás volverían a europa.

Jerjes madaría a construir magníficos palacios, principalmente en Persépolis, pero también en otros lugares. Muy poco se sabe del reinado de Jerjes después de sus guerras con los griegos, estos decían que Jerjes era una persona despreciable, entregada a los placeres de la vida, etc. Esto desde el punto de vista y propaganda griega.

Apadana en Persépolis


Jerjes, llamado por muchos estudiosos modernos "el grande", fue asesinado por uno de sus Ministros, Artabano, en 465 a. c. y fue sucedido por su hijo mayor, Artajerjes. Este vengó su padre matando al asesino en un largo combate poco después. Artajerjes fue, según Plutarco, el más noble y "suave" de todos los reyes persas. Gobernó en paz durante unos 40 años.

Supuestamente la tumba de Jerjes:



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