Tener una piel velluda parece ser la clave para evitar las picaduras de chinches, afirman científicos británicos.
Los investigadores de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, llevaron a cabo experimentos con chinches hambrientas en un grupo de voluntarios humanos.
Colocaron a varios de los insectos en brazos rasurados y otros en brazos velludos.
Las chinches mostraron más probabilidad de alimentarse en los brazos rasurados, dice el estudio publicado en Biology Letters.
Los investigadores afirman que el vello hace que las chinches vayan más lento y advierte a la víctima de una picadura.
Actualmente varias ciudades en el mundo, incluidas Nueva York y Londres, están experimentando un drástico incremento en el número de infestaciones de chinches.
El profesor Michael Siva-Jothy, quien dirigió la investigación, reclutó a 29 valientes voluntarios para probar su teoría, observando a las chinches mientras éstas buscaban un lugar para alimentarse.
En el experimento, el científico retiró a las chinches de su víctima cuando estaban a punto de picarla.
El investigador encontró que el mayor número de capas de vello, tanto de los que son más largos y visibles como de las vellosidades más finas ubicadas más cerca de la superficie de la piel, parecen actuar como disuasivo para los insectos.
Y los vellos más finos funcionan como un sistema de alarma temprana para la víctima, dice.
"Nuestro hallazgo muestra que más vello significa mejor detección del parásito" dice el profesor Siva-Jothy.
"Los pelos tienen nervios adheridos a ellos y esto nos ofrece una forma de detectar cualquier desplazamiento".
Batalla evolutiva
El investigador afirma que las vellosidades también hacen más lento al insecto cuando está buscando un lugar apropiado para picar.
"Los resultados tienen implicaciones para el entendimiento de por qué tenemos la apariencia que tenemos, cuáles fueron las fuerzas selectivas que provocaron que nos viéramos así, e incluso podrían ofrecer información para encontrar la forma de reducir el impacto de las picaduras de insectos en humanos", agrega.
Sin embargo, explica que a pesar de que los hombres son de forma natural más velludos que las mujeres, los insectos no parecen picarlos menos a ellos.
El investigador cree que esto podría deberse a una batalla evolutiva entre las chinches y sus víctimas, la cual terminó con una adaptación de los insectos para que automáticamente se dirijan a las zonas sin vello del cuerpo humano, como las muñecas y tobillos.
Y cree que, de hecho, una vellosidad excesiva más que una ventaja, podría ser una desventaja.
"Si usted tiene una pesada capa de vellos largos y gruesos es más fácil para los parásitos esconderse en ella, incluso si usted puede detectarlos" dice el profesor Siva-Jothy.
"Nuestra hipótesis es que hemos retenido la cobertura de vellosidad fina porque ésta ayuda a la detección y si perdemos todo el pelo, hasta el pelo más fino relativamente invisible, nuestra capacidad de detección disminuye" agrega.
Esto apoya otros estudios que han analizado por qué los humanos somos mucho menos velludos que los simios.
Otros científicos creen que al haber cambiado una capa de vellos gruesos por ropa fue una forma de reducir la probabilidad de que el humano fuera picado por insectos y se infestara de parásitos.
El profesor Mark Pagel, biólogo evolutivo de la Universidad de Reading, Inglaterra, afirma que las picaduras de parásitos siguen siendo una de las principales causas de enfermedad y muerte en todo el mundo.
Por eso éstos han colocado una enorme presión evolutiva en el hombre.
"El vello ciertamente no tiene ningún otro uso, así que una hipótesis razonable es que se desarrolló en respuesta a una fuerte presión selectiva en nuestro pasado" dice el científico.
"Los mamíferos han sido únicos en el desarrollo de su hermoso pelaje, y los humanos son los únicos mamíferos que se han librado de él, así que debe haber una muy buena razón para haberlo hecho" agrega.