Científicos elaboran dos rankings, que encabezan el exoplaneta Gliese 581g y Titán, de los planetas y lunas con más posibilidades de albergar vida tal y como la conocemos o diferente en extremo.
El número de planetas descubiertos en órbita alrededor de una estrella que no es el Sol llegará en los próximos años, casi con toda seguridad, a varios miles. Pero aunque la lista de estos exoplanetas recién descubiertos crece cada vez más, la búsqueda de vida fuera de nuestro Sistema Solar probablemente se centrará en un puñado de ellos, aquellos que exhiben condiciones similares a la Tierra. Pero esta fórmula quizás resulte excesivamente restrictiva. Un equipo internacional de científicos de la NASA, el Instituto SETI de búsqueda de vida inteligente, el Centro Aeroespacial Alemán y cuatro universidades ha propuesto que se contemplen dos criterios a la hora de buscar mundos habitables: el más común, lo que se conoce como índice de similitud de la Tierra (ESI), la búsqueda de la vida tal y como la conocemos, y otro más complejo, el de habitabilidad planetaria (PHI), que admite condiciones extremas, casi imposibles, en las que pueda desarrollarse alguna forma de vida absolutamente extraña y desconocida. La investigación aparecerá publicada en la revista Astrobiology.
Para la mayor parte de la comunidad científica, la búsqueda de vida extraterrestre ha tenido a nuestro planeta como mejor modelo, lo que se conoce como índice de similitud de la Tierra (ESI). Ese modelo otorga a la Tierra un valor máximo de 1. Le sigue en la lista el exoplaneta Gliese 581g, un mundo a 20,5 años luz de nosotros descubierto hace un año, que tiene tres veces la masa de la Tierra (suficiente para sustentar una atmósfera) y que se encuentra justo en el centro de la zona de habitabilidad de su estrella, aunque su descubrimiento no estuvo exento de polémica y algunos astrónomos incluso cuestionan su existencia.
A Gliese 581g se le otorga una asombrosa puntuación de 0,89. Sus posibilidades de albergar vida serían, si realmente reúne las condiciones que se anunciaron en su día, absolutamente asombrosas. Nada hay en el Universo conocido que resulte más parecido a nuestra bola azul. Otros dos exoplanetas hermanos que orbitan la misma estrella, Gliese 581d y Gliese 581c se sitúan en segunda y tercera posición, con una puntuación de 0,74 y 0,70. Detrás de ellos se sitúan Marte (0,70), Mercurio (0,60), los exoplanetas HD 69830 d (0,60) y 55 Cancri c (o,56), la Luna (0,56) y de nuevo otro Gliese, el e (0,53), según informa la BBC.
«En la práctica, el interés de los exoplanetas se va a centrar inicialmente en la búsqueda de los que sean parecidos a la Tierra», explica Schulze Makuch, uno de los autores de la investigación.
Pero, a su juicio, este índice, que tiene en cuenta el radio, la masa y la temperatura del mundo en cuestión, no es el único que puede ayudar a encontrar vida extraterrestre.
En Titán o Marte
Makuch propone que los científicos trabajen también con otro índice, el de habitabilidad planetaria (PHI), más complejo, para describir una variedad de parámetros químicos y físicos que en teoría pueden ser propicios para la vida en condiciones más extremas y menos parecidas a las que disfrutamos en la Tierra.
En este caso, las formas de vida que pudieran aparecer podrían ser completamente extrañas y desconocidas. En este caso, la lista de habitabilidad estaría encabezada por Titán -la luna más grande de Saturno-(0,64) y seguida de Marte (0.59), la luna Europa -gira alrededor de Júpiter- (0.49), los Gliese g (0.45), d (0.43) y c (0.41), Júpiter (0.37), Saturno (0.37), Venus (0.37) y Encélado -también satélite de Saturno- (0,35).
«La habitabilidad, en el sentido más amplio, no se limita necesariamente al agua como disolvente o a un planeta alrededor de una estrella», dicen los investigadores.
«Por ejemplo, los lagos de hidrocarburo de Titán podrían albergar una forma de vida diferente. Estudios similares en los entornos de hidrocarburos en la Tierra indican claramente que estos ambientes también pueden ser habitables. Planetas errantes huérfanos de estrella también podrían concebir las funciones adecuadas para alguna forma de vida».
Los autores reconocen que considerar la probabilidad de la existencia de una forma de vida desconocida, que se desarrolle en condiciones que nos parecen imposibles, es un reto especulativo. Pero la alternativa, apuntan, supone correr el riesgo de olvidarnos de mundos potencialmente habitables utilizando supuestos excesivamente restrictivos. Los científicos esperan que las futuras misiones espaciales y el desarrollo de los telescopios puedan proporcionarnos nuevas y más sofisticadas pistas para descubrir si algo respira ahí arriba.