Cientificos Argentinos inician en la Antártida un proyecto inédito para medir las radiaciones
Dos científicos argentinos llegaron el viernes a Marambio, la puerta de la Antártida argentina, donde la Fuerza Aérea despliega una base logística, como parte de un proyecto de investigación nacional de medición de radiación cósmica, galáctica y solar, tanto por vía satelital, aeronáutica y terrestre. Una de las patas terrestres se encuentra acá, en la Antártida; las otras en Ushuaia y La Plata.
Esta medición de rayos del más allá sucede cuando la Tierra se apresta a vivir el período número 24 del ciclo solar. Significa que el Sol tendrá su máxima actividad en el período 2012-2014. Informa Ciancio: Son períodos aproximados de once años en el cual el sol presenta una máxima actividad, traducida por manchas solares, donde se originan las grandes explosiones solares. El sol emite enormes nubes de plasma interplanetario. El plasma es el cuarto estado de la materia; al líquido, gaseoso y sólido, se agrega el plasma, que se producen bajo determinadas condiciones físicas, como en las reacciones nucleares.
En este estado los átomos se encuentran totalmente ionizados y por este motivo son gobernados por las leyes del magnetismo.
Según explican estos estudiosos, estas nubes contienen radicaciones electromagnéticas, el fulgor, lo que vemos, viaja a velocidades relativísticas, la de la luz, 300 mil kilómetros por segundo. Llegan desde el Sol en minutos. La nube de plasma propiamente dicha trae las partículas ionizadas, que viajan entre 18 y 24 horas para llegar a la Tierra. Esas son las que producen el gran daño. Degradan todas las capas componentes de la atmósfera terrestre y pueden producir cambios notables en los servicios básicos de cualquier ciudad: la transmisión de energía eléctrica, gaseoductos, oleoductos, y sobre todo, en las comunicaciones y transmisión de datos, como en telefonía, la radio, las señales de video y GPS, y en la actividad aeronáutica, como en las las transmisiones de datos de los radares a los aviones.
A nivel de alto desarrollo tecnológico, como los microchips utilizado en los satélites, ya han ocasionado importantes pérdidas. Los investigadores recuerdan el gran apagón de Quebec en 1989 (9 millones de personas a oscuras durante diez horas), y otro en los países escandinavos en 2003.
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