El robot, la cara y la cruz de la tecnología
Por sintesisdeprensa
  
Lunes, 24/10/2011
Acompañar a ancianos o ayudar a relacionarse a niños autistas, pero también pilotar un avión, transportar armamento y disparar a discreción son funciones posibles hoy en día para los robots, temas de los cuales se debatió hoy en Campus Party Ecuador y denotaron la cara y la cruz de la tecnología.

En la actualidad existen decenas de robots con aplicaciones distintas que han dejado de ser un mero elemento de la ciencia ficción, adorado en películas como "Wall-E" y temido en clásicos como "Terminator", aunque su uso común es aún lejano.

"La tendencia de la robótica es hacia lograr mayor autonomía en el robot y mayor interacción con el usuario. Y la creación de robots personales, como el androide", explicó a Efe la experta en robótica Doris Bautista, quien hoy dio una conferencia en la primera edición ecuatoriana del Campus Party, uno de los eventos tecnológicos de más renombre mundial.
De momento, existen robots soldado, robots musicales que ayudan a personas con dificultades auditivas, robots inteligentes que hablan 30 idiomas, robots de acompañamiento y robots con fines médicos y sociales, especificó la ingeniera de sistemas.

El robot como amigo del hombre se traduce en máquinas que, a través de sus gestos, "enseñan a interactuar a niños autistas", con acciones como "abrazar o tocar".
Otra vertiente positiva es el robot que permite "llevar un diálogo bastante informal con una persona", especialmente mayores que se "sienten solos" o "viven encerrados", remarcó Bautista.
En la otra cara está el robot militar, capaz de "disparar de acuerdo a requerimentos", transportar todo tipo de armas y pilotar bombarderos o guardacostas, apuntó.

En el certamen, que se realiza en un centro de convenciones cercano al monumento de la Mitad del Mundo, en la línea equinoccial, tendrán lugar varios torneos entre robots: peleas de sumo, carreras de seguidores a lo largo de una línea negra en el suelo, robots bailarines y androides que imitan los gestos humanos.

En Ecuador existe una quincena de clubs de robótica, provenientes de varias universidades técnicas, que conforman la Federación Ecuatoriana de Robótica.

"En nuestro club investigamos y compartimos conocimientos porque solo no se avanza", explicó Slin Castro, miembro del club de robótica de la Universidad Politécnica Salesiana, quien también destacó la "competitividad" entre creadores y entre clubes.
"Reciclamos materiales antiguos, de televisiones, de radios, sacamos materiales y de eso armamos los robots. Así protegemos también el medioambiente", secundó Mauricio Pazmiño, del mismo club.
El precio por cada 'bicho' construido, que mide entre 20 y 50 centímetros según la finalidad, ronda los 100 a 200 dólares, y comporta mucho tiempo de trabajo.

"Quiero construir una araña-robot. Debe moverse por sí solo, que no se choque con las paredes y que reaccione ante un ataque ajeno como una araña común. Llevo 14 semanas de trabajo y me falta mucho más", expresó, ambicioso, el estudiante de primer año de la carrera de Mecatrónica Brian Terán.
Muchos de ellos mostrarán sus creaciones al resto de 'campuseros', quienes acampan desde ayer y hasta el domingo a las afueras del recinto.

Aparte de la movilidad, la robótica también investiga nuevos campos, como el control de aparatos mediante señales cerebrales.

Manejar el ratón de una computadora a través del pensamiento o recibir un aviso cuando un conductor está entrando en fase de sueño y evitar así un accidente de tráfico son posibilidades factibles pero "muy complejas", señaló a Efe el bioingeniero Robin Álvarez.

La mayor dificultad es la individualidad de cada cerebro, que emite ondas eléctricas diferentes según la persona y también de acuerdo al estado de ánimo del mismo individuo.

"Sería útil, por ejemplo, en aplicaciones para gente discapacitada. En casos extremos, cuando no pueden utilizar brazos, pies ni gestos en la cara, ni movimientos oculares ni voz, y sólo se puedan usar las ondas cerebrales", un robot es de gran ayuda, sentenció Álvarez.
Quizá la persona que descubra cómo hacerlo está entre los fanáticos de los robots reunidos hoy bajo un mismo techo.

"Es una pasión, la pasión por la robótica, un gusto de armar robots. Desde niño me compraban carros de juguete y yo solo los desarmaba para usar su motor", señaló el estudiante Johnny Villacís.


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