Las gigantescas llamaradas solares impedirían la vida en otros planetas
Por loinexplicable
  
Miercoles, 21/09/2011
En su búsqueda de vida en otros planetas, los científicos se han mostrado particulamente entusiasmados en encontrar mundos en la llamada zona de Goldilocks, franja en la cual se dan las condiciones para que pueda existir vida debido a que puede contar con agua en estado líquido.

Pero investigaciones recientes sugieren que -dentro o fuera de la zona de Goldilocks- muchos de los planetas conocidos situados fuera de nuestro sistema solar orbitan alrededor de estrellas que pueden poner en peligro la vida. Según un nuevo estudio, los planetas del tamaño de Júpiter en órbitas cercanas a sus estrellas pueden hacer que una estrella de mediana edad inesperadamente recupere la violencia de la juventud.

Tales estrellas producen peligrosas y enormes llamaradas de radiación, calor y luz ultravioleta que daña el ozono, afectando así a planetas que de no ser por ello resultarían habitables.

En un estudio complementario, se descubrió que los pares de estrellas viejas y de escasa luz parecen experimentar un efecto similar, produciendo enormes llamaradas que rápida y repentinamente aumentar hasta 10 por ciento el brillo de las estrellas.

"Imaginemos que nuestro sol aumenta su brillo un 10 por ciento", propone Geoffrey Marcy, astrónomo de la Universidad de California en Berkeley, que no participó del estudio.
"Semejantes llamaradas no son buenas para las formas de vida cercanas a esa estella".
Capa de ozono
Las estrellas jóvenes suelen girar muy rápido poco después de su nacimiento, generando fuertes campos magnéticos. Varias fuerzas de la superficie de la estrella hacen que las líneas del campo magnético se entrelacen en nudos, lo que produce llamaradas y otros tipos de estallidos de radiación.

Un ejemplo extremo sería la enana roja YZ CMi, una joven estrella que tiene unos pocos cientos de millones de años. Por contraste, nuestro sol tiene una edad mediana: 4.500 millones de años. La YZ CMi rota sobre su eje cada 2,8 días, casi 10 veces más rápido que el sol. Esta rotación es lo suficientemente rápida como para producir llamaradas sorprendentemente violentas, explicó Adam Kowalski, de la Universidad de Washington.

En 2009, Kowalski observó cómo una llamarada particularmente grande aumentó 200 veces las emisiones ultravioletas de la estrella YZ CMi- lo suficiente como para arruinar totalmente la capa de ozono de cualquier planeta rocoso que orbite en la zona habitable de la estrella. "Tengo pesadillas con esa llamarada", dijo Kowalski durante una reunión de la Sociedad Americana de Astronomía en Seattle.

Fuentes de juventud
A medida que una estrella envejece su giro se desacelera y eso aplaca su violencia. Nuestro sol, por ejemplo, todavía atraviesa ciclos de actividad que produce llamaradas, algunas de las cuales son lo suficientemente potentes como para alterar satélites o las redes eléctricas, pero no en la escala de la estrella YZ CMi. No obstante, hace poco, el astrónomo Edward Guinan de la Universidad de Villanova, vio llamaradas gigantes de rayos X, y potentes expulsiones de masa coronal en una estrella de edad aproximada a la del sol.

La estrella HD 189733 es una enana anaranjada que tiene el 80 por ciento del tamaño del sol pero que gira dos veces más rápido: una vez cada 12 días. En base a sus niveles de actividad, la estrella parecería tener 600 millones de años. La estrella hiperactiva tiene una compañera más tranquila, que según los astrónomos tiene 4.500 años de edad. Y es sorprendente, dado que las dos estrellas casi seguramente se formaron al mismo tiempo y deberían tener la misma edad, opinó Guinan.

Lo que hace que la HD 189733 sea peligrosamente joven, según Guinan, es un planeta del tamaño de Júpiter que lentamente se mueve en espiral a su alrededor. Este "Júpiter caliente" está tan cerca de la estrella que orbita una vez cada 2,2 días. En ese proceso, el campo magnético del planeta empuja contra el de la estrella, explicó Guinan, haciendo que la estrella gire más rápido.

Los astrónomos no saben si el sistema de la HD 189733 alberga algún planera rocoso semejante a la Tierra. Pero debido al "Júpiter" caliente, el comportamiento juvenil de la estrella amenazaría la vida en cualquier otro planeta potencial.

El descubrimiento asesta un duro golpe a los buscadores de mundos habitables: muchos de los más de 500 planetas extrasolares encontrados hasta la fecha son "Júpiteres" calientes, y los modelos de computadora sugieren que más de un tercio de los sistemas estelares que contienen a esos gigantes pueden tener planetas semejantes a la Tierra.

Guinan explicó que "en nuestro estudio de otros sistemas de 'Júpiteres' calientes parecería que muchas de las estrellas rotan rápido y son jóvenes".
Soles mellizos
Además de los "Júpiteres" calientes, hay otras estrellas más viejas que aprovechan "la fuente de la juventud" que representa tener otras estrellas hermanas cerca. En la reunión de la Sociedad Americana de Astronomía, Kowalski, de la Universidad de Washington, presentó datos del Telescopio Espacial Hubble sobre 200.000 estrellas débiles del doble de edad que el sol. Este tipo de estrellas, de las más abundantes de la galaxia, deberían ser las más tranquilas.

Pero en el curso de una semana, Kowalski contó cien estrellas que emitían llamaradas de altísima energía, lo suficiente como para aumentar un 10 por ciento el brillo de cada estrella.

"Es mucho más que la mayor llamarada solar que hayamos obervado en nuestro sol", expresó el científico.
Los astónomos aún no saben si estas estrellas tienen planetas. Lo que sí saben es que tienen otras estrellas en órbitas extremadamente cercanas. Las estrellas están tan cerca que un lado de una siempre mira a su compañera, así como un lado de la luna siempre mira a la Tierra. Algunos de los pares orbitan alrededor de la otra -y por ende giran sobre su eje- una vez cada tres días, explicó Kowalski, "lo que es realmente muy rápido".

La intensa actividad que producen estas estrellas que giran tan rápidamente impediría que hubiera vida en los planetas cercanos.

Según Marci, de la Universidad de California, "es interesante que las estrellas más numerosas de nuestras galaxias planteen esos riesgos".


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