Un satélite incontrolado de la NASA caerá a la Tierra en los próximos días.
Por loinexplicable
  
Miercoles, 21/09/2011
Un satélite de observación atmosférica, el ‘UARS’ de casi seis toneladas, que dejó de funcionar en 2005 y que ahora está incontrolado, caerá a la Tierra en los próximos días, según ha anunciado la NASA. Los expertos calculan que la reentrada en la atmósfera del UARS se producirá el viernes próximo, con un margen de un día más o menos, y señalan que, a medida que se acerque el momento, podrán dar datos más precisos.


Tampoco es posible indicar por ahora dónde caerá, aunque es muy probable que lo haga en algún punto sobre el océano, ya que la mayor parte de la superficie del planeta es agua.
Dado que el satélite está en órbita con una inclinación de 57 grados respecto al ecuador, cualquier pieza del mismo que no se queme en la reentrada atmosférica caería entre los 57 grados de latitud Norte y los 57 Sur.

Los expertos de la NASA estiman que los fragmentos podrían extenderse en una franja de unos 800 kilómetros de largo. La probabilidad de que un trozo del satélite caiga sobre una persona es de una en 3.200, es decir, “extremadamente remota”, según ha informado la NASA a Space.com.

En el UARS no quedan combustibles tóxicos y los expertos han calculado que 26 grandes fragmentos del mismo podrían resistir la reentrada en la atmósfera, incluidas piezas de titanio y depósitos. El artefacto mide 10,7 metros de largo y 4,5 de diámetro.


El UARS (Upper Atmospheric Research Satellite) fue lanzado al espacio, a bordo del transbordador Discovery, hace 20 años (12 de septiembre de 1991), con una masa de 5.668 kilogramos más combustible. Era un satélite, que costó 750 millones de dólares, para hacer mediciones de la capa de ozono y de la composición química de la alta atmósfera, así como de los vientos y las temperaturas en la estratosfera.

Con diez instrumentos científicos a bordo, tomó datos necesarios para comprender mejor el papel de la alta atmósfera en el clima terrestre y la variabilidad climática.
Funcionó en órbita, a unos 580 kilómetros de altura sobre la Tierra, hasta diciembre de 2005 y, desde entonces, ha ido cayendo poco a poco. Los especialistas que hacen constantemente el seguimiento de las piezas de basura espacial calculaban que este año caería a la Tierra, a finales de septiembre o principios de octubre, y se ha adelantado un poco la fecha respecto a las previsiones iniciales, seguramente debido al fuerte incremento de la actividad solar que se está registrando.


A medida que se aproxima el momento de la reentrada, los expertos del Joint Space Operations Center (JSOC), en la base de la Fuerza Aérea de EE UU en Vandenber (California), van acumulando más datos sobre el satélite y van mejorando sus predicciones de hora y lugar de caída. No hay comunicación con el artefacto y el seguimiento de su trayectoria se realiza mediante radar y telescopios, pero el efecto del flujo solar y la propia orientación del UARS influyen en su caída. El JSOC, a partir de ahora, informará diariamente acerca de la reentrada del satélite, y en las últimas 24 horas emitirá varias notificaciones con todos los datos y alertas, según informa la NASA.

El verdadero riesgo de la caída del satélite UARS

Si recuerdan las célebres viñetas del inmortal comic de Uderzo y Goszinny, lo único a lo que los irreductibles galos de la Aldea de Asterix tenían miedo era a que el cielo cayera sobre sus cabezas. Ese era su gran temor y, por lo que vemos actualmente, no son los únicos, porque en estos últimos años raro es el día en que no aparece alguna noticia sobre algún meteorito, cometa o amenaza cósmica que nos va a caer desde lo alto.
No obstante, y a pesar de los apocalípsis diarios que algunos predicen, aquí seguimos, así que va a ser mejor analizar todas estas amenazas de la manera más rigurosa posible.

La última de estas catástrofes procedentes del cielo es el Satelite UARS (Upper Atmosphere Research Satellite), que fue lanzado en 1991 y cuya misión ha sido estudiar la atmósfera terrestre, con especial atención a la capa de ozono. El UARS ha estado enviando datos durante casi dos décadas hasta que terminó su vida útil en el año 2005, siendo retirado a una órbita más baja a la espera de su reentrada a la atmósfera.

Estos últimos días, la NASA ha anunciado que el satélite será destruido por el rozamiento al entrar en contacto con la atmósfera, aunque debido a su tamaño, algunas piezas caerán a la Tierra. Como os podéis imaginar, este anuncio ha puesto en funcionamiento la fértil imaginación y alarmismo de algunos medios sensacionalistas que han exagerado titulares hasta el absurdo. Sin embargo, la realidad es que no es el primer satélite de estas características que se destruye mediante la reentrada a la atmósfera.

Como la propia NASA recuerda en un informe hecho público junto al anuncio, el UARS es un objeto de tamaño medio cuyo trayecto será seguido muy de cerca por el ORSAT (Object Reentry Survival Analysis Tool), un sistema que ya ha realizado anteriormente reentradas de objetos más masivos que el UARS sin ningún problema.

Citemos como ejemplo la segunda etapa del Falcon 9, que regresó en junio del año pasado.

Por supuesto, hay que señalar que la mayor parte del satélite se quemará y se destruirá sin problemas al contacto con la atmósfera, así que... ¿cual es el peligro real?. La probabilidad es realmente ínfima, concretamente menos de 1 entre 3.200 de que impacte contra el suelo causando daños materiales o pesonales.

Aún así, las probabilidades reales son estas:
- Numero de "potenciales" objetos peligrosos que se esperan que sobrevivan a la reentrada: 26.

- Masa total de objetos que se esperan que sobrevivan a la reentrada: 532 kg.


No se conoce la fecha exacta en la que el UARS caerá a la superficie terrestre, pero para tranquilizar, debemos recordar que llevamos algo más de 50 años recibiendo toda clase de objetos y trozos de satélites espaciales y, por el momento, jamás se ha contabilizado ni una sola víctima. Así pues, pensándolo con calma y viendo los datos, es más probable que te caiga una maceta o un piano mientras vas andando por la calle.


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