Lo más rápido en el Universo.
Por
loinexplicableJueves, 25/08/2011
La velocidad es relativa. No hay un parámetro absoluto para "estacionario" en el Universo. Tal vez lo más cercano es la omnipresente radiación de fondo cósmico de microondas (CMB). Su desplazamiento Doppler a través del cielo -azul en una dirección, rojo en la otra- revela que, con relación al CMB, el Sistema Solar se mueve a una gran velocidad de 600 kilómetros por segundo. Sin embargo, las microondas son insustanciales, por lo que no sentimos el viento en nuestro pelo.
Las galaxias distantes también se están moviendo a una velocidad alta. El espacio está expandiéndose en todas partes: cuanto más lejos miramos en el espacio, más rápido vemos que se alejan de nosotros las galaxias. Si están lo suficientemente distantes, las galaxias se alejan, efectivamente, más rápido que la velocidad de la luz, lo que significa que nunca podremos verlas debido a que su radiación nunca nos alcanzará.
Si bien tales extremos inaccesibles pueden tener un atractivo abstracto, la velocidad se vuelve mucho más interesante si te estás moviendo rápido con relación a algunos grandes objetos cercanos, lo que puedes ver cuando algo pasa rápidamente frente a tu ventana, por ejemplo.
Dentro del Sistema Solar, Mercurio, el mensajero de los dioses, es el planeta de movimiento más rápido, con una velocidad orbital cercana a 48 kilómetros por segundo; la Tierra lo hace a sólo alrededor de 30 km/s. En 1976, Mercurio fue superado por primera vez por un artefacto humano, la sonda solar Helios 2, que alcanzó más de 70 km/s cuando pasó zumbando por el Sol. Los cometas que van en picada hacia el Sol desde el Sistema Solar exterior, rozan la superficie solar a más de 600 km/s. La velocidad no es garantía de escapar: algunos alcanzan el Sol y son 'tragados' por éste.
Los sitios exteriores de la Vía Láctea también son el hogar de algunos curiosos objetos: las "estrellas hiper-veloces" se mueven a través de la galaxia a una velocidad superior a 850 km/s. La teoría es que fueron lanzadas en un encuentro cercano con el agujero negro gigante en el centro de nuestra galaxia. Los agujeros negros son hondas cósmicas particularmente efectivas, debido a su poderosa gravedad. Algunos también crean tornados magnéticos que lanzan chorros de materia a más del 99% de la velocidad de la luz.
Las estrellas de neutrones de rápida rotación, conocidas como púlsares, también realizan magia magnética de alta velocidad. Los púlsares pueden rotar hasta 1.000 veces por segundo, lo que significa que sus superficies se mueven a una velocidad cercana al 20% de la velocidad de la luz. Lo suficientemente lejos de la superficie, el campo magnético proyectado por por el púlsar puede moverse incluso más rápido que la luz. Ésto no entra en conflicto con las leyes físicas, ya que el campo magnético no transporta energía o información. Estos campos súper-rápidos son, tal vez, la fuente de los poderosos pulsos regulares de radiación que los púlsares nos envían. Pequeñas variaciones en el ritmo de estos pulsos podrían ser utilizadas para detectar ondas gravitacionales que curvan el espacio, y que son predichas por la relatividad de Einstein.
Incluso objetos sólidos pueden aproximarse a la velocidad de la luz, con la ayuda de la gravedad de un agujero negro. En el horizonte de sucesos de un agujero negro, una roca solitaria simplemente desaparecería, pero dos rocas con diferentes trayectorias podrían chocar entre sí. Según cálculos publicados on-line el año pasado por Tomohiro Harada en la Universidad de Tokyo, Japón, y su colega Masashi Kimura, la rotación del agujero negro provoca un remolino en el espacio circundante e incrementa la velocidad de la colisión. El resultado es que en algún sitio del Universo, dos rocas atrapadas por un agujero negro que gira rápidamente pueden precipitarse una contra otra a una velocidad cercana a la de la luz.
Imagen principal: Mercurio, el planeta más veloz del Sistema Solar. Crédito: NASA/JPL
Por
loinexplicable