Los óvulos atrapan a los espermatozoides con azúcar.
En un estudio publicado en el último número de la revista Science, un equipo internacional de investigadores ha desvelado que un tipo específico de azúcar de la cubierta externa del "pegajoso" óvulo ayuda a que un espermatozoide pueda adherirse y comience el proceso de fecundación.
Los científicos ya sabían que un espermatozoide "reconoce" a un óvulo cuando las proteínas de la cabeza del espermatozoide se encuentran con una serie de azúcares específicos en la cubierta exterior del óvulo. Una vez que se produce una unión exitosa, las superficies externas del espermatozoide y el óvulo se adhieren antes de fusionarse y que el espermatozoide emita su ADN al interior, fecundando el óvulo.
En esta nueva investigación, los expertos emplearon una tecnología por imágenes ultra sensible para identificar qué moléculas son las más importantes en el proceso de adhesión. El equipo halló que una cadena de azúcares conocida como secuencia sialyl-lewis-x (SLeX) es abundante en la superficie del óvulo humano y, tras experimentar con una serie de azúcares sintéticos en el laboratorio, descubrió que es la SLeX la que puntualmente adhiere el espermatozoide al óvulo.
"Los detalles que descubrimos aquí completan una enorme brecha en nuestro conocimiento de la fertilidad y esperamos que finalmente ayuden a muchas de las personas que actualmente no pueden concebir", afirma Anne Dell, investigadora del Imperial College de Londres (Reino Unido) y coautora del trabajo.
En los espermatozoides, el tamaño no es lo importante
La longitud de la cola del espermatozoide no siempre determina la velocidad con la que puede moverse. Así lo indica una nueva investigación, publicada en la revista BMC Evolutionary Biology, que muestra que en el mundo microscópico contraintuitivo en el que se mueven los espermatozoides, el diseño aerodinámico y los grandes tamaños no siempre son sinónimo de rapidez.
Los investigadores, encabezados por Stuart Humphries, de la Universidad de Sheffield, han estudiado el vínculo entre la forma de los espermatozoides y la velocidad a la que se mueven. Y han concluído que la longitud de cabeza y cola o su conjunto no aportan ventaja alguna a los espermatozoides en su carrera hasta el óvulo. De hecho, según Humphries no se puede atribuir la evolución de espermatozoides más largos a ninguna ventaja competitiva. A escala microscópica, aunque una cola más larga permite al espermatozoide generar más impulso, la resistencia creada por la cabeza del espermatozoide a menudo es suficiente para contrarrestar cualquier incremento de velocidad.
"En realidad, el objetivo de la evolución se encuentra en las longitudes relativas de las partes del espermatozoide frente a su longitud total", señala el investigador.
"Independientemente de si se tiene en cuenta la longitud de la cola, la de la cabeza o la total, cualquier intento de asociar una medida única de longitud a la velocidad es probablemente inútil", añade Humphries.
En lugar de eso, hay que tener en cuenta el equilibrio entre la resistencia de la cabeza y el impulso de la cola de los espermatozoides. Con las conclusiones de este trabajo podrían mejorar los tratamientos en materia de esterilidad masculina, asi como de fecundación in vitro.
¿Cuánto viven los espermatozoides después de la eyaculación?
La supervivencia de los espermatozoides viene definida por una serie de parámetros, pero destacan dos: la temperatura, que debe estar comprendida entre los 37 ºC y los 37,5 ºC; y el grado de acidez del ambiente (pH de 7-7,5). En este sentido, la vagina es un medio hostil para las células reproductoras masculinas, sobre todo fuera del periodo ovulatorio. Durante este tiempo, los espermatozoides mueren literalmente achicharrados en pocos minutos, ya que el pH vaginal está por debajo de 6. En los días de la ovulación, éste sube 1 ó 1,5 puntos, lo que permite que aguanten de 2 a 16 horas. Si son eyaculados en el exterior, a una temperatura de 15 ºC, permanecen vitales 1 ó 2 días, y mucho menos si hace más calor.
El sexo diario mejora la calidad del esperma
Mantener relaciones sexuales todos los días mejora la calidad del esperma e incrementa las posibilidades de embarazo, revela un estudio australiano. La investigación, realizada por el David Greening del centro de fertilización in vitro Sydney IVF, fue presentada durante la conferencia de la Sociedad Europea de Reproducción y Embriología Humanas que se celebra en Amsterdam (Holanda).
Según Greening, ocho de cada diez hombres con problemas de fertilidad que participaron en el estudio mostraron una reducción del 12% en el daño al ADN de su esperma tras una semana de actividad sexual. Además, los espermatozoides también se volvieron más activos transcurridos los siete días, experimentando un pequeño aumento en la motilidad. El investigador sostiene la teoría de que cuanto más tiempo pasa el esperma almacenado en los testículos, más probabilidades existen de que acumule daño en el ADN, atacado por radicales libres.
Como conclusión de su estudio, Greening recomienda que si las parejas están intentando concebir de forma natural, las relaciones sexuales cada uno o dos días podrían asegurar que los espermatozoides se mantienen lo más sanos posible. Eso sí, esta asiduidad sólo es recomendable inmediatamente antes y mientras la mujer está ovulando, ya que tener sexo diariamente durante más de dos semanas quizás podría reducir demasiado el volumen de esperma, añade el experto.
El sexo y la agresividad están muy ligados en el cerebro
El sexo y la violencia están interconectados en el cerebro de los ratones. La actividad de un pequeño grupo de neuronas situadas en la región del hipotálamo ventromedial (VHM por sus siglas en inglés) del cerebro de los machos determina si se inicia una pelea o se mantienen relaciones sexuales, y hay buenos motivos para pensar que los seres humanos poseen un circuito similar, según sugiere un estudio publicado en la revista científica Nature.
En concreto, David Anderson, del Instituto de Tecnología de California (Caltech), y sus colegas han identificado que una parte de las neuronas de este núcleo se activa sólo en caso de agresión y otras se activan sólo en caso de apareamiento, pero hay cerca de un 25% que se activa en ambas situaciones.
Implantando fibra óptica en el cerebro de los roedores, los investigadores consiguieron modificar artificialmente la actividad de estas redes neuronales a su antojo. De este modo pudieron comprobar que mientras el circuito de la agresividad se mantenía inactivo, los ratones ignoraban la presencia de machos intrusos a los que de forma natural atacarían, eliminando prácticamente el comportamiento violento. Por el contrario, cuando las neuronas se activaban a destiempo, los ratones se volvían tan agresivos que atacaban incluso a objetos inanimados como un guante inflado, a machos castrados o a hembras a las que antes intentaban cortejar. Sin embargo, si estas mismas neuronas se activaban mientras el animal estaba ya inmerso en una actividad sexual, no aparecían conductas violentas. Las neuronas analizadas, concluyen los científicos, se activan en conductas agresivas y se inhiben durante el apareamiento.
Según Anderson, de este estudio podría deducirse que una conexión disfuncional en estas áreas del cerebro podría explicar por qué algunos individuos tienen impulsos sexuales y violentos no apropiados.