¿Por qué debemos lavarnos las manos después de tocar la arena de la playa?
Por muyinteresante
  
Martes, 09/08/2011
¿Juegas a hacer castillos de arena y otras esculturas en la playa? Un estudio reciente publicado en la revista Journal of Water and Health revelaba que la arena de la playa es una importante fuente de bacterias y virus, pero que lavándonos las manos tras tocarla se reduce la exposición a microbios que causan enfermedades gastrointestinales. Concretamente la bacteria que más se transmite en la playa es la Escherichia coli.

Sin limpiarse las manos, sobre todo antes de comer, 11 de cada 1000 personas que acuden a la playa y manchan sus manos de arena pueden enfermar. Curiosamente la concentración de la bacteria E. coli es mucho más elevada en la arena que en el agua del mar.

Hay virus en las playas

Investigadores europeos han detectado virus en cerca del 40% de las más de 1.400 muestras de aguas de baño recogidas en zonas costeras y de interior de nueve países, incluido España. Las concentraciones son bajas, pero los científicos recomiendan vigilar a estos microorganismos en las aguas recreativas, sobre todo tras lluvias intensas.

La directiva europea de aguas de baño establece unos valores límite de bacterias, en concreto de Escherichia coli y enterococos intestinales, que no se deben superar para mantener la calidad de las aguas. Respecto a los virus, sin embargo, la normativa solo sugiere realizar estudios científicos que ayuden a determinar parámetros de referencia y métodos fiables de detección.

En este marco, 16 grupos de investigación del proyecto Virobathe –financiado con fondos de la UE– han analizado la presencia de adenovirus (virus con ADN) y norovirus (con ARN y causantes de gastroenteritis) en 1.410 muestras de aguas de baño, tanto dulces como marinas, en nueve países europeos. En España, por ejemplo, científicos de la Universidad de Barcelona (UB) examinaron las playas de Gavà. Los resultados globales revelan que 553 muestras contenían virus (el 39,2% del total), sobre todo adenovirus (en el 36,4% de los casos, frente al 9,4% con norovirus), y más en aguas dulces que saladas. También se comprobó en una pequeña selección de muestras que una cuarta parte de los microorganismos tenían capacidad de infectar.

Los adenovirus están relacionados con gastroenteritis en niños, algunas infecciones respiratorias, otitis y conjuntivitis, aunque gran parte de la población ya ha estado en contacto con ellos y es resistente a la infección de la mayoría de las cepas. El estudio, que ha publicado la revista Water Research, apunta que la presencia en una muestra de agua de adenovirus y norovirus infecciosos “puede constituir un riesgo para la salud”. Aunque en principio los adenovirus no suponen necesariamente un riesgo significativo para la población, si son cepas comunes que ya han infectado a la mayor parte de las personas durante la infancia y permanecen en concentraciones bajas, sus poblaciones pueden aumentar en las aguas de baño después de lluvias fuertes hasta alcanzar niveles peligrosos.

Tras lluvias intensas, los niveles de virus tardan más en volver a ser aceptables que los de las bacterias, utilizadas como indicadores estándar. Además, muchas comunidades víricas son más estables que las bacterianas en los tratamientos de aguas residuales, y resisten más en el agua de mar.

¿Las sombrillas de playa nos protegen del Sol?

Las sombrillas de playa no eliminan toda la radiación solar. Según acaba de demostrar un equipo de investigadores de la Universidad de Valencia (UV), a través de las sombrillas se filtra un 34% de la radiación ultravioleta total.

Para realizar el trabajo, que ha publicado recientemente la revista Photochemistry and Photobiology, el equipo colocó un sensor de rayos ultravioletas en la base de una sombrilla de lona pintada de azul y blanco, de 80 cm de radio y 1,5 metros de altura. Los resultados demuestran que la loneta tiene una capacidad muy alta para absorber la radiación, “con sólo un 5% de transmisividad”, pero eso no impide que la radiación ultravioleta difusa se cuele por los lados.

Además, utilizando diversas configuraciones de cielo, suelo y sombrilla, los investigadores han podido simular la situación real de las personas, que no siempre permanecen acostadas bajo los quitasoles, sino que se pueden levantar, sentar o estar de pie.

Para evitar los efectos nocivos de los rayos UV, los expertos recomiendan utilizar, además de sombrillas de playa, sombreros de más de 7 cm de ala, gafas con protección y cremas solares. Además aconsejan reducir el tiempo de exposición y evitar las horas en las que el sol está más alto (entre las 12h y las 16h, hora local).


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