Depende del tiempo que pasen viajando. Las personas que viajan por motivos de trabajo durante dos semanas o más cada mes tienen mayor índice de masa corporal (IMC), sufren más obesidad y tienen peor salud que las personas que apenas necesitan desplazarse por motivos profesionales, según un estudio publicado en la revista Journal of Occupational and Environmental Medicine.
Concretamente, los datos de la investigación revelan que las personas que pasan 20 días al mes viajando tienen la tensión arterial más alta y los índices de colesterol malo más elevados que la media de la población. Por otra parte el 81% de los viajes de trabajo se hacen en coche, lo que implica pasar muchas horas sentados y una dieta poco saludable, lo que también empeora la salud cardiovascular. Además, viajar con frecuencia aumenta el riesgo de sufrir infecciones.
¿Qué tipo de "trabajador quemado" eres?
El estrés laboral crónico y la percepción de falta de reconocimiento en el trabajo forman el caldo de cultivo para que aparezca el síndrome de burnout, del trabajador quemado. Un equipo de científicos españoles ha analizado las variables que influyen en el desarrollo de los tres subtipos del trastorno: frenético, sin desafíos y desgastado.
El estudio, publicado en BMC Psychiatry, revela las variables sociodemográficas y laborales asociadas a cada uno de ellos. Mediante cuestionarios, Jesús Montero-Marín, autor del estudio e investigador senior en el Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, y sus colegas encuestaron a una muestra de 409 empleados de la Universidad de Zaragoza.
Así han llegado a la conclusión, por ejemplo, de que el perfil frenético se asocia con el número de horas de trabajo. Una persona que dedique más de 40 horas por semana a su tarea laboral tiene una probabilidad casi seis veces mayor de desarrollar el síndrome, comparado con otra con un horario inferior a 35 horas. Este tipo de empleados suele tener una alta implicación en su cargo, grandes ambiciones y una elevada sobrecarga de tareas.
Un trabajador dedicado a tareas monótonas, con tendencia al aburrimiento y a la falta de desarrollo personal, tiene más riesgo de desarrollar el perfil sin desafíos. Concretamente, el personal de administración y servicios tiene una probabilidad casi tres veces mayor de pertenecer a este grupo, comparado con el docente e investigador. Además, es un perfil sobre todo masculino. Mientras que ellos tienden a alejarse de los objetivos de la empresa, ellas terminan por desarrollar agotamiento emocional, explica el psicólogo en declaraciones a la Agencia SINC.
Por su parte, el tipo desgastado suele aparecer en personas que, con una larga trayectoria en la misma empresa, terminan por descuidar sus propias responsabilidades, dada la falta de reconocimiento que perciben a su alrededor. Así, un trabajador con más de 16 años de servicio en un mismo lugar de trabajo presenta un riesgo cinco veces superior a desarrollar este tipo de perfil, comparado con otro que lleve menos de cuatro años de servicio.
Sea cual sea la clase de burnout, el trabajador experimentará agotamiento emocional, cinismo o falta de eficacia en el trabajo. El tipo de contrato también influye en la gestación del burnout. Los empleados con contrato temporal se encuentran más implicados con la empresa porque buscan una vinculación que les proporcione mayor estabilidad. Esta actitud puede desembocar en el desarrollo de un perfil de tipo frenético, el mismo que registran los contratados a media jornada, probablemente, pluriempleados, apunta el experto. Respecto al nivel académico, la peor parte del burnout se la llevan los dos extremos de la muestra: la gente más formada y aquella con menos estudios.