Paul Kosok, profesor en la Universidad de Historia en Long Island (Nueva York), sobrevolaba en el año 1941 los aledaños de la ciudad peruana de Nazca buscando canales de irrigación. Sin embargo, lo que descubrió fue mucho más desconcertante. Bajo sus pies pudo observar asombrosos dibujos gigantescos de pájaros gigantes, insectos, peces, flores, una araña, un cóndor, un mono, etc.
Las dataciones por carbono 14 de algunos elementos orgánicos encontrados en aquel lugar proporcionaron un período comprendido entre el 350 y el 600 d. de C. De igual manera, la cerámica encontrada en la región data del siglo 1 a. de C. pero las líneas propiamente dichas no pueden ser datadas.
Sin embargo, los descubrimientos de Kosok no quedaron ahí. El 22 de junio de ese mismo año (1941), el profesor americano vio cómo el sol se ponía justo al final de una de las líneas, perdiéndose en la distancia a través del desierto.
Este hallazgo, cuya fecha se correspondía con el solsticio de invierno en el sur de Perú, convenció a Kosok de que la finalidad de las enigmáticas líneas de la pampa de Nazca tenía un marcado carácter astronómico. Para el profesor americano se trataba del "libro de astronomía más grande del mundo", según llegó a decir el propio Kosok.
En esta ocasión Gerald S. Hawkins, y al contrario que en su estudio de Teotihuacan, no parece estar muy de acuerdo con esta hipótesis de trabajo. Cuando introdujo los datos de los alineamientos de Nazca en su computadora, estudió todas las posibilidades existentes que pudieran darse a lo largo de un período de tiempo muy dilatado: entre el 5000 a. de C. y el 1900 d. de C.
Al final de su estudio, Hawkins llegó a la conclusión de que ninguna de las líneas de la meseta de Nazca coincidía con un momento clave como los solsticios o los equinoccios. Poco después el doctor Phillis Pitluga, del Planetarios Adler de Chicago (EE.UU) hizo una serie de descubrimientos que contradecían las afirmaciones de Hawkins.
Utilizando un programa de computadora similar al empleado por él, Pitluga llegó a demostrar que la conocida araña gigante de Nazca fue concebida como modelo terrestre de la constelación de Orión y que las líneas rectas que la rodeaban fueron diseñadas para marcar la evolución de las tres estrellas del cinturón de Orión a lo largo de los tiempos. Pero como se preguntó el investigador George Hunt Williamson en su libro "Camino en el Cielo", "¿se habría tomado este trabajo el pueblo de Nazca sólo por el gusto de ver salir y ponerse el sol al final de unas estrechas líneas?"