¿Está próxima la Humanidad a una nueva Era glacial?
Por rikydk
Viernes, 24/06/2011
La Tierra ha sido azotada varias veces por eras glaciales. Esto está relacionado con el hecho de que la Tierra, y nuestra galaxia, no llevan trayectorias regulares alrededor del Sol, sino que lo hacen en órbitas elípticas irregulares, por lo que la Tierra se aleja del Sol a intervalos de 10.000 a 100.000 años y luego se vuelve a acercar.
Además el Sol también contribuye por sí mismo. La intensidad de la radiación varía en ciclos que persisten durante varios miles de años.
El conjunto de ambas modificaciones se encarga de que la Tierra se cubra durante siglos de enormes masas de hielo y nieve, a las que indefectiblemente sigue un gigantesco deshielo con una fase de calor.
Pero esta fase, que es tan favorable para la vida, no dura eternamente. Se puede, pues, decir con seguridad que en el futuro aparecerá otra Edad de Hielo: el único consuelo que nos queda es que ese futuro se encuentra a varios miles de años de distancia.
¿Vamos hacia una nueva era glaciar?
Eso es lo que afiman muchos investagores; el último, Khabibullo Abdusamatov, responsable de investigaciones especiales en el Observatorio Astronómico de Pulkvo. Este investigador afirma que en el 2012 comenzará un descenso de las temperaturas que desembocará en una nueva era glaciar.
En este artículo, el investigador ruso afirma que empezaremos a observar un descenso de temperatura entre el 2012 y el 2015, que culminará entre el 2050 y el 2060 dando paso a una era glaciar que prevee durará unos 60 años. La causa de este descenso de temperatura será un cambio en el ciclo solar, que no tendría nada que ver con la actividad humana.
Teorías sobre el cambio climático hay muchas; el atribuirlo a un ciclo solar no es una idea nueva; de hecho, es una de las principales bazas de los opositores al protocolo de Kioto. La evidencia mas importante la tenemos en la llamada pequeña edad de hielo; un periodo que se extiende desde mediados del S.XIV hasta mediados del S.XIX, durante el cual las temperaturas fueron anormalmente bajas.
No hubo ninguna explicación para este fenómeno hasta que el astrónomo Edward Maunder, tras estudiar los archivos históricos de las observaciones del sol, detectó que durante la pequeña edad del hielo el Sol había presentado un número anormalmente bajo de manchas solares, destacando el periodo 1645 a 1715, durante el cual no había observado ninguna mancha (este periodo se conoce como el mínimo de Maunder); da la casualidad de que uno de los años mas fríos de la pequeña edad de hielo fue 1650.
De todas formas, la teoría de la actividad solar no es la única que predice una próxima era glaciar; en los últimos años se ha formulado una teoría que, por paradojico que parezca, predice que el efecto del calentamiento global será una era glaciar. La respuesta a esta aparente contradicción hay que buscarla en las corrientes marinas.
Como podemos observar en el dibujo, las corrientes llevan las aguas cálidas del trópico a latitudes mas elevadas, evitando así que estas zona se congelen; en las zonas polares, el agua se enfría y eso la empuja de nuevo hacia el sur (las corrientes cálidas van por la superficie, las frías por el fondo marino). Como hemos dicho, una de las funciones básicas de esta corriente es calentar las latitudes mas elevadas, por lo que si dejara de fluir, estas zonas se congelarían; de hecho, muchos climatólogos atribuyen las eras galciares a un mal funcionamiento de estas corrientes.
¿Como puede el calentamiento global provocar una era glaciar? Muy simple; el calentamiento está provocando que los hielos polares se derritan, liberando una gran cantidad de agua dulce que interfiere en el funcionamiento de las corrientes y les hace perder fuerza. De momento no notamos su efecto, porque el calentamiento también provoca que la temperatura de estas corrientes sea mayor, lo que compensa la pérdida de fuerza; pero cuando los hielos polares hayan retrocedido lo suficiente, las corrientes se detendrán, lo que provocará una repentina caida de las temperaturas.
¿Quien tiene razón? Lo mas probable es que todos tengan una parte de razón; los efectos de la acción humana sobre el entorno saltan a la vista, como también son obvios los efectos de las corrientes marinas y el Sol; la clave está en determinar los porcentajes de responsabilidad de cada uno de estos elementos; en cualquier caso, una cosa está clara, nuestro conocimiento de como funciona el planeta es aún muy pequeño.
La retracción del hielo del Ártico entre 1979 y 2003, con base en los datos recolectados por el Dispositivo de imágenes de sensores por microondas (Special Sensor Microwave Imager, SSMI) del Programa de Satélites Meteorológicos del Ministerio de Defensa (Defense Meteorological Satellite Program, DMSP) estadounidense.
¿Una nueva era glacial? por Patrick L. Barry
El calentamiento del planeta podría sumir a Norteamérica y a Europa en una congelación profunda, probablemente en sólo unas pocas décadas. Ésta es una teoría que va ganando credibilidad entre muchos científicos que estudian el clima. La descongelación del hielo marino que cubre el Ártico podría alterar o incluso detener las grandes corrientes del Océano Atlántico. Sin el inmenso calor que proporcionan estas corrientes marinas -- comparables a la producción de energía de un millón de centrales nucleares -- la temperatura media europea podría descender de 5 a 10 grados centígrados (9 a 18 grados Fahrenheit), y algunas zonas de Norteamérica se enfriarían sólo un poco menos. Este cambio en la temperatura sería similar a las temperaturas medias del planeta hacia el final de la última era glacial, hace aproximadamente 20.000 años.
Algunos científicos creen que este cambio en las corrientes marinas puede surgir pronto, de un modo inesperado -- en un período de tiempo tan corto como de 20 años -- según Robert Gagosian, presidente y director de la Institución Oceanográfica Woods Hole. Otros dudan que esto llegará a ocurrir. Aun así, el Pentágono ha tomado nota. Andrew Marshall, un planificador veterano del Ministerio de Defensa, presentó recientemente un informe no confidencial que describía cómo un cambio en las corrientes marinas en el futuro próximo podría comprometer la seguridad nacional.
"Es difícil predecir qué pasará realmente", advierte Donald Cavalieri, científico pricipal en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de NASA, "puesto que el Ártico y el Atlántico Norte son sistemas muy complejos, con muchas interacciones entre la tierra, el mar y la atmósfera". Los resultados de investigaciones recientes, sin embargo, sugieren que los cambios que estamos viendo en el Ártico podrían afectar potencialmente a las corrientes que calientan Europa del Este, y este hecho mantiene a mucha gente preocupada.
El hielo es la clave
Existen varios satélites que día y noche vigilan la capa de hielo del Ártico. El satélite Aqua de NASA, por ejemplo, transporta un sensor construido por los japoneses llamado Radiómetro avanzado de barrido en microondas-EOS (Advanced Microwave Scanning Radiometer-EOS, AMSR-E). "Utilizando microondas en vez de luz visible, el AMSR-E puede penetrar las nubes y ofrecer vigilancia ininterrumpida del hielo, incluso de noche", explica Roy Spencer, el investigador jefe del instrumento en el Centro de Hidrología y Clima Mundial en Huntsville, Alabama. Otros satélites que vigilan el hielo, dirigidos por NASA, NOAA y el Ministerio de Defensa, usan una tecnología similar.
La vista desde la órbita muestra claramente un descenso a largo plazo del hielo "eterno" del Océano Ártico (la parte que permanece congelada durante los meses cálidos de verano). Según un informe de 1992, de Josefino Comiso, científico del Clima en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de NASA, ese hielo ha estado disminuyendo desde el comienzo de las observaciones satelitales en 1978, a un promedio de un 9% por década. Los estudios con base en datos más recientes sitúan el índice en un 14% por década, sugiriendo que la desaparición del hielo del Océano Ártico se está acelerando.
La circulación global oceánica entre aguas frías y profundas y aguas cálidas y superficiales influye enormemente en los climas regionales de todo el mundo. Imagen cortesía del Laboratorio Nacional de Argonne.
Algunos científicos temen que el hielo que se funde en el Océano Ártico pueda verter una cantidad de agua dulce al Atlántico Norte suficiente como para interferir con las corrientes marinas. Parte de esta agua dulce procedería de la propia masa de hielo que se derrite, pero el principal contribuyente sería el aumento creciente de lluvia y nieve en la región. La capa de hielo que se contrae deja al descubierto una cantidad mayor de superficie oceánica, permitiendo que una mayor cantidad de humedad se evapore en la atmósfera y dé lugar a un mayor número de precipitaciones.
Debido a que el agua salada es más densa y pesada que la dulce, este "endulzamiento" del Atlántico Norte haría las capas superficiales más livianas o boyantes. Y esto es un problema, ya que el agua de la superficie necesita hundirse para impulsar un modelo primario de circulación oceánica conocido como el "Gran cinturón transportador". El agua que está a un nivel bajo con respecto a la superficie fluye a través del suelo oceánico hacia el ecuador, mientras que las aguas superficiales cálidas de las latitudes tropicales fluyen hacia arriba para reemplazar al agua que se hunde. De esta manera el transportador se mantiene activo. Un aumento en la cantidad de agua dulce podría evitar el hundimiento de las aguas superficiales del Atlántico Norte, disminuyendo o deteniendo esta circulación.
El AMSR-E está recolectando nuevos datos que ayudarán a los científicos a evaluar esta posibilidad. Por una parte, proporciona una resolución enormemente mejorada con respecto a los sensores utilizados hasta ahora para cualquier tipo de ambiente climatológico. Las imágenes del AMSR-E revelan grietas y fisuras más pequeñas en el hielo cuando se deshace en la primavera. "Este detalle permite que los científicos comprendan mejor la dinámica de la ruptura del hielo", dice Cavalieri, miembro del equipo AMSR-E.
Hielo marino desintegrándose en la costa de Groenlandia el 15 de marzo de 2003, visto por el antiguo sensor SSMI del Programa de Satélites Meteorológicos del Ministerio de Defensa estadounidense (14 km de resolución) y por el nuevo AMSR-E (aprox. 5 km de resolución). Las grietas pequeñas que no se ven en la imagen de la izquierda se muestran claramente en la de la derecha.
"El AMSR-E detecta también otras piezas importantes del rompecabezas, tales como las precipitaciones, las temperaturas de la superficie marina y los vientos oceánicos. El estudio conjunto de estas variantes ayudará a los científicos a evaluar las probabilidades de un cambio en las corrientes del Atlántico" añade Spencer.
¿Déjà Vu?
Aunque una vez fue impensable, hoy en día la noción de que el clima puede cambiar rápidamente se está convirtiendo en una teoría respetable. En un informe, de 2003, Robert Gagosian cita una "evidencia que avanza rápidamente (desde, por ejemplo, los anillos de los árboles y los núcleos del hielo) de que el clima de la Tierra cambió abrupta y enormemente en el pasado". Por ejemplo, mientras que el mundo se calentó al final de la última era glacial hace aproximadamente 13.000 años, las capas de hielo derretido parecían haber provocado un alto repentino en el transportador, devolviendo el mundo a un período de 1.300 años de condiciones tipo era glacial llamado "Younger Dryas".
¿Ocurrirá de nuevo? Los investigadores están intentando averiguarlo por todos los medios.
El RRS Discovery, en una expedición para medir las corrientes en el Océano Atlántico.
El 13 de febrero partió una expedición desde Gran Bretaña con el objetivo de colocar sensores de control en el Océano Atlántico que observarán la corriente del Golfo en busca de signos de que su velocidad ha disminuido. El viaje es el último paso de un proyecto de investigación conjunto entre Gran Bretaña y Estados Unidos llamado Cambio Climático Rápido, que comenzó en 2001. Otro proyecto internacional, llamado SEARCH (Estudio del cambio medioambiental en el Ártico), se inició en 2001 con el objetivo de evaluar con más detalle los cambios en el espesor del hielo marino del Ártico.
Según las simulaciones por computador realizadas por Thomas F. Stocker y Andreas Schmittner de la Universidad de Berna, mucho depende de la rapidez del calentamiento del Ártico. En sus modelos, un calentamiento más rápido podría cerrar por completo la principal corriente del Atlántico, mientras que un calentamiento más lento sólo provocaría una disminución de la velocidad de la corriente durante unos cuantos siglos.
Inevitablemente, la discusión apunta a los humanos. ¿La actividad industrial humana tiene mucho que ver con el calentamiento del Ártico? ¿Podríamos revertir la tendencia, si quisiéramos? No todos los científicos están de acuerdo. Algunos afirman que los cambios que están ocurriendo en el Ártico son consecuentes con los largos y lentos ciclos de comportamiento oceánico que la ciencia conoce. Otros ven un componente eminentemente humano.
"El derretimiento del hielo marino es consecuente con el calentamiento que hemos presenciado en el último siglo", nota Spencer, pero "no sabemos qué porción de ese calentamiento se debe a las fluctuaciones naturales del clima y cuál a la emisión de gases de efecto invernadero".
Si el Gran cinturón transportador se detiene de pronto, no importará la causa. Los europeos estarán pensando en otras cosas, por ejemplo, cómo hacer que crezcan cultivos en la nieve. Esta es la hora de averiguarlo, mientras el fenómeno es sólo una posibilidad escalofriante.
Extranormal 2010 El inicio de una Nueva Era Glacial - 17 enero 2010