YO SOY VOS
En un punto interno, intuimos que el amor es la ley fundamental del universo. Buscamos el amor, en forma mundana o profunda, segùn el grado de evoluciòn en el que nos encontremos.
Al principio, caemos en la ignorancia de los sentidos, creyendo que eso que vemos afuera es algo separado y diferente de nosotros, y enseguida empezamos, en esa pequeña amnesia, a negociar nuestros dìas, definiendo con cuàl de esas formas hacemos tal o cual cosa, a cuàl creemos que amamos y a cuàl detestamos.
Opinamos, juzgamos, creemos que nuestra mente, que se nos ha hecho real, sabe lo que piensa y sobre quièn lo piensa. Y, asì, en ese juego adormecido, se nos va la vida, vida tras vida, seguimos prisioneros de la irrealidad mental de las otras partes de nosotros mismos, que tambièn han caìdo prisioneros de algunas reglas del juego y no logran recordar eso, que es solamente un juego, para ir superando las etapas de lo que no somos.
Somos amor, nada màs ni nada menos que eso, amor; y las otras formas allì aparentes son tambièn nosotros mismos, creaciones que hemos hecho, para que cuando cumplièramos el ciclo del recuerdo, nos disfrutàramos cada vez màs.
Sòlo se trata de amarnos a nosotros mismos cada vez màs y mejor, en las distintas formas de nosotros mismos.
Uno crea y es creado por el otro, somos lo mismo, con formas diferentes y con los nombres que la mente pone. Todo cierra en forma tan clara. El otro no sòlo es un maestro, puede ser una fuente inagotable de amor. El mundo es una proyecciòn de la mente, entonces, nuestros mundos son tan feos o tan bellos como nuestra mente.
Nos importa tanto el otro, porque, simplemente el otro somos nosotros. Què buena decisiòn que hayamos venido al planeta, aparentemente separados, para volver a unirnos de este modo, en el amor que somos.