DESARROLLO DE LA CONTIENDA
El 1º de Mayo de 1865, 18 días después del ataque e invasión a la ciudad y provincia de Corrientes, la República Argentina, su Majestad El Emperador del Brasil y la República Oriental del Uruguay se unieron por un Tratado suscrito por Rufino de Elizalde, por la Argentina, F.Octaviano de Almeida Rosa, por Brasil y Carlos de Castro por el Uruguay, en alianza ofensiva y defensiva, en la guerra promovida por el gobierno del Paraguay, persuadidos de que la paz, seguridad y bienestar de sus respectivas naciones era imposible mientras existiera ese gobierno del Paraguay, siendo una necesidad imperiosa reclamada por los más importantes intereses, hacer desaparecer ese gobierno, respetando la soberanía, integridad territorial e independencia de la República del Paraguay. (Art. 1º del Tratado).
La acción defensiva: Al día siguiente del ataque naval paraguayo al puerto de la ciudad de Corrientes y captura de dos barcos argentinos, cuyos tripulantes fueron muertos o tomados prisioneros, el 14 de abril de 1865, un ejército paraguayo al mando del general Wenceslao Robles invade la provincia de Corrientes, apoderándose sin resistencia apreciable de su capital, donde establece una Junta de Gobierno, para continuar de inmediato su penetración hacia el Sur, siguiendo la línea del río Paraná. Poco después, otra agrupación paraguaya al mando del Teniente Coronel Estigarribia, invade con destino a la ciudad brasileña de Uruguayana, pero esas fuerzas se dividen en dos, a ambas márgenes del río Uruguay, en tierra argentina las que manda el Mayor Duarte y en tierra brasileña las que están al mando directo de Estigarribia.
Las fuerzas argentinas al mando superior de Mitre, a su vez Generalísimo de las fuerzas aliadas, se movilizan y organizan y éste establece su cuartel General en Concordia. Urquiza es nombrado Comandante en Jefe de las tropas que operarían en Corrientes y Entre Ríos y se envía urgentemente al General Wenceslao Paunero con la primera división de ejercito hacia la zona del Paraná, en operaciones contra Robles.
El 25 de Mayo de 1865, Paunero reconquista la ciudad de Corrientes, con grandes pérdidas de vidas en ambos bandos, pero debió abandonarla al no poder sostenerse sin apoyo de la escuadra brasileña. Esta, después del triunfo en el combate del Riachuelo, diezma a la escuadra paraguaya y accede al dominio fluvial de la zona. Creado el "Ejército de Vanguardia" al mando del General Flores, se le incorpora el ejército de Paunero y juntos se dirigen en busca del Mayor paraguayo Duarte, a quien vencen en Yatay, al norte de Paso de los Libres, el 17 de agosto de 1865. Mientras tanto, las tropas paraguayas del Teniente Coronel Estigarribia, que se habían apoderado de la zona de Uruguayana, son sitiadas por las fuerzas combinadas de la Vanguardia de Flores y de las brasileñas al mando del Marqués de Porto Alegre. Con la presencia del Emperador del Brasil y del Generalísimo Mitre, se decide atacar el ejército paraguayo, cuyo jefe termina por rendirse el 18 de septiembre junto con 59 jefes y oficiales, 5.500 hombres de tropa, banderas, armas y bagajes. Ante esta situación, y por orden superior, el grueso del ejército paraguayo del Paraná, al mando del General Isidoro Resquín, que había reemplazado a Robles, se retira del territorio argentino rumbo al Paraguay, a fines de Octubre, arrasando a su paso, toda la zona a transitar.
Los distintos grupos del ejército aliado se concentran en la zona de Mercedes para marchar hacia el norte de la provincia, rumbo al Paso de la Patria, a donde arriban a fines de diciembre.
La acción ofensiva: Pese a las deserciones de la caballería entrerriana de Urquiza, que se subleva en Basualdo y en Toledo, por fin arriban todas las fuerzas aliadas al Campamento de las Ensenaditas, sobre el Paso de la Patria, para intentar el cruce del río Paraná y proceder a la faz ofensiva de la guerra, atacando al enemigo en su propio territorio.
El comando Aliado discrepa con el General en Jefe, Mitre, sobre la elección del lugar del pasaje por el río. La mayoría quería pasar a viva fuerza, en cruce directo y a la vista del enemigo; solo Mitre pretende realizar una operación demostrativa frente al enemigo pero lanzando la masa del ejército en otro lugar alejado del río. En Consejo de guerra se impone el criterio de la mayoría y se procede a la grandiosa operación del cruce, en la zona de Itaipirú.
Dos hechos de armas, previos al cruce, templan el espíritu de los aliados: el combate de Pehuajó, el 31 de enero de 1866 librado por las fuerzas argentinas de la Segunda División "Buenos Aires" al mando superior del general Emilio Conesa contra fuerzas de desembarco paraguayas que fueron finalmente rechazadas, sufriendo ambos bandos grandes pérdidas de vidas, entre ellas, la de varios jefes argentinos como Márquez y Serrano. El otro hecho de armas fue protagonizado por fuerzas brasileñas al mando del mayor Cabrita, que fueron atacadas en una isla por fuerzas paraguayas que cruzaban, en botes, el río con marcada frecuencia, siendo éstas rechazadas, aunque con la muerte del valiente defensor Cabrita.
El 16 de abril comenzó la importante operación del cruce del ejército aliado, que estuvo a cargo del General brasileño Osorio, terminando la misma el día 23.
Ante la amenaza de un ataque conjunto a las posiciones paraguayas, López decide abandonar su campamento de Paso de la Patria y retroceder hacia el Estero Bellaco. Abandonado y quemado, el campamento es ocupado por las fuerzas aliadas. El 2 de mayo se produce un ataque paraguayo a las avanzadas de la vanguardia de Flores, en Estero Bellaco. El día 20 los aliados ocupan Tuyutí, con intención de atacar el ejército paraguayo, lo que decide a López a adelantarse sorprendiendo al enemigo antes de haber completado su dispositivo. El 24 de mayo, 24.000 paraguayos, en cuatro columnas atacan al ejército aliado, fuerte de 32.000 hombres. La sangrienta y denodada lucha da el triunfo a los aliados, abandonando López el campo después de perder 14.000 hombres. Este derrota fue fundamental para el éxito final de la guerra, pese a la heroica resistencia de más de tres años, del ejército y pueblo paraguayos.
Yataity Corá, Sauce y Boquerón: No obstante la derrota, el mariscal López, después de renacer su ejército, trató de mantener una ofensiva por medio de ataques sorpresivos y construcción de fortificaciones, desde donde atacaban diariamente a las fuerzas avanzadas aliadas. Para evitar en lo sucesivo estas correrías, el General Mitre, dispuso la ocupación de Yataity Corá. El 10 y 11 de julio los paraguayos atacan la guardia argentina siendo finalmente rechazados, cubriéndose de gloria muchos batallones argentinos del Primer Cuerpo de Ejército que mandaba Paunero: Batallones Catamarca, Corrientes, el día 10 y el día 11, nuevamente el Corrientes, 1º de Línea, San Nicolás, 3 de Línea, Legión Militar, 4 y 6 de Línea y 1ª. Legión Voluntarios. El día 16 el mariscal López se decide a atacar el ala izquierda del ejército aliado, aprovechando las construcciones que habían hecho levantar en un abra denominado Boquerón. Entonces el ejército brasileño decide atacar esos reductos, lo que no logra el día 16. El 18 se repiten esos ataques infructuosos sobre la última trinchera paraguaya, la del Sauce. En Boquerón y Sauce las tropas argentinas volvieron a demostrar su heroísmo.
Entrevista de Yataity-Corá y Curupaity: En Junta de Guerra, el comandante aliado decide tomar el fuerte de Curuzú, contando con la escuadra del Almirante Tamandaré para atacar después la fortaleza de Curupaity y avanzar así hasta Humaitá, fortaleza paraguaya que impedía el avance aliado hacia el norte. El 3 de septiembre es tomado el fuerte de Curuzú. El día 21, en Yataity Corá se entrevistan Mitre y López. Este formula proposiciones de paz, que no prosperan porque el Mariscal no acepta su retiro del mando. Para el día 17 se planea el ataque a Curupaity pero por razones climáticas se posterga para el 22, contando con la cooperación de la escuadra del almirante Tamandaré. Esta no se produjo y el ataque resultó un desastre para las armas aliadas, cuyos efectivos quedaron diezmados. En el ejército argentino, que derrochó valor y heroísmo, ocurrieron valiosas pérdidas de vidas, muriendo en la acción o de resultas de ella, destacados jefes como Charlone, Roseti, Fraga, Díaz y Salvadores, y bravos oficiales como Francisco Paz, Dominguito Sarmiento, Grandoli, etc.
Al desastre de Curupaity sucede un período de inacción operativa que se prolonga hasta julio de 1867, en que el General Mitre se reincorpora al ejército aliado en Tuyú Cué, para iniciar las operaciones del sitio de Humaitá, que finalmente es tomado, ante el abandono por parte de López de esa ya endeble posición. El 5 de agosto de 1868, los restos de la heroica guarnición se rindieron a los aliados. Ya el general Mitre había regresado definitivamente a Buenos Aires por el fallecimiento del vicepresidente en ejercicio de la presidencia, Dr. Marcos Paz, ocurrido el 2 de enero de ese año.
La persecución al ejercito muy diezmado de López, que poco a poco se iba replegando hacia el norte, ante sucesivos avances aliados, adquirió visos de epopeya y algunos episodios bélicos como la sangrienta batalla de Lomas Valentinas librada por fuerzas brasileñas y argentinas del 21 al 27 de diciembre de 1868 acabando con las últimas resistencias de López y el asalto de Peribebuy, el 12 de agosto de 1869, donde las tropas argentinas al mando del coronel Luis María Campos conquistaron los últimos reductos que oponían solo el coraje de unos pocos defensores, fueron los actos finales de una epopeya que terminó definitivamente con la muerte del Mariscal Francisco Solano López, el 1º de marzo de 1870 en Cerro Corá, sobre las márgenes del río Aquidabán. "Muero con mi patria" fueron sus últimas palabras y a fe que era una triste realidad, pues todo un pueblo quedó aniquilado y exhausto.
El conflicto bélico del Paraguay no fue una guerra más.
Fue una gran matanza cercana a la condición del genocidio en el caso del pueblo paraguayo. El Brasil sufrió 168.000 bajas y un gasto de 56.000.000 de libras esterlinas. La Argentina tuvo 25.000 muertos y un gasto de 9 millones de libras esterlinas. El Uruguay padeció de 3.000 mil muertos y experimentó una deuda de 248.000 libras esterlinas. Pero Paraguay fue la gran víctima. Antes del inicio de la guerra su población era de 1.300.000 personas. Al final del conflicto, sólo sobrevivían unas 200.000 personas. De éstas, únicamente 28.000 eran hombres; la mayoría de las cuales eran niños, ancianos y extranjeros. Del poderoso ejército paraguayo de 100.000 soldados, en los últimos días sólo quedaban cuatrocientos. Al expirar la guerra, luego de la infructuosa defensa de Asunción en Lomas Valentinas, más de diez mil paraguayos protagonizaron una caravana de la que sólo unos pocos sobrevivieron. Tras doscientos días, los espectrales viajeros llegaron a Cerro-Corá. Rodeado de selváticas y tórridas extensiones, López decidió una resistencia final. Su hijo, el coronel Panchito, de solo quince años, morirá protegiendo a sus hermanos menores y a su madre, Elisa Lynch. López mismo perecerá, afirmando con seguro orgullo: "¡Muero con mi Patria!".
Antes de la conflagración asesina, el Paraguay prometía un notable desarrollo industrial. Fue el primer país sudamericano en poseer ferrocarril. Luego del extermino de buena parte de su población, la nación paraguaya nunca pudo recuperar su antiguo esplendor.
La guerra del Paraguay fue más destructiva que otros conflictos de aquella época como la Guerra de Crimea, la Guerra de Secesión de Estados Unidos o La guerra Franco-Prusiana. En la raíz del conflicto está la imprudencia de Venancio Flores al aliarse con Brasil para conseguir el poder político en su propio país, la ambición de los brasileños respecto al Uruguay, y los interese ingleses en mantener un "estado tapón" (el Uruguay) para impedir que Argentina o Brasil monopolizarán la navegación por el Río de la Playa o el río Uruguay. Sin eximirla de sus responsabilidades, Argentina fue el garante de la conservación de la independencia y la soberanía territorial paraguayas. Argentina sabía de las intenciones del Brasil de anexarse la tierra del mariscal que sucumbió en Cerro-Corá. Mediante arduas gestiones diplomáticas, se logró la firma del tratado Irigoyen-Machain por el que se determinaron límites territoriales definitivos y se consiguió la retirada de los brasileños del Paraguay el 22 de junio de 1876.
En este momento de Galerías históricas de Temakel, buscamos promover el recuerdo de aquella trágica guerra en la que existió mucha traición y bajeza, pero también mucho heroísmo y pasión por la propia tierra y amor por las insignias nacionales.
Las imágenes que le presentamos aquí fueron obtenidas por la compañía fotográfica del irlandés George Thomas Bate. A su vez, la difusión y conocimiento de estas fotografías se deben en parte al destacado esfuerzo de Miguel Ángel Cuarterolo, editor gráfico del diario argentino Clarín. Muchas reproducciones fotográficas fueron extraídas de las albúminas originales existentes en museos, álbumes familiares, y colecciones privadas.
La guerra del Paraguay, el genocidio casi completo de un pueblo sudamericano, es una de las más dolorosas turbulencias de la historia. Su recuerdo es un acto de justicia para todos los que padecieron y murieron en días en los que el sol nunca brilló.