De repente, llega la orden. El entrenamiento público en el Convention Center termina y la voz del estadio invita a los periodistas a hablar con los jugadores. En segundos, cerca de diez colegas rodean a Manu. Hay españoles, brasileños, mexicanos, estadounidenses y, obvio, argentinos. Olé no falta, a horas de disputar su segundo All Star, nada menos que en Los Angeles. Gino, sonriente y paciente, contesta cada pregunta, en castellano, inglés y hasta italiano. Un lujo. "Esta elección es más importante que la primera y la disfruto más. En el 2005 era muy nuevo todavía, era todo demasiado de golpe. Ahora estoy en mi novena temporada y sé lo difícil que es llegar, destacarse y trascender jugando cada noche con estos jugadores. Por eso, a los 33, soy capaz de disfrutar y absorberlo más que a los 28", contesta.

Y enseguida se pone a hablar del juego de mañana, que comenzará a las 22.30 hora de Argentina, con televisación de Space. "El objetivo mío va más allá del partido. Quiero jugar bien y ganar, cuando llegue el momento, pero es más sobre gozar este momento, ver la fiesta de los jugadores y la NBA. Eso es lo más importante. Puedo jugar 30 segundos mañana que igual voy a estar feliz". No estará solo para gozarlo. Sus padres, esposa e hijos lo mirarán desde la platea. "Es lindo que estén, aunque una lástima que los nenes todavía no puedan darse cuenta que su padre juega... Pero los extraña mucho luego de estar 11 días sin verlo por la gira que hicimos".

Sobre qué piensa mostrar mañana, en el Staples Center, no deja de lado el estilo de siempre. "No sueño con ninguna jugada en especial. Ya jugar, estar presente, me deja satisfecho. ¿Si le voy a tirar un alley oop a Blake Griffin? No tiene mucho mérito, sólo hay que lanzarla para arriba que él se las arregla. Un mérito sería hacer uno con Tim (Duncan)", cerró con humor.