ASÍ COMIENZA LA MARAVILLA DE LA VIDA
Por vida
  
Lunes, 23/09/2024
Desde que el ser humano existe en la Tierra, sólo la armónica y natural unión de un hombre y una mujer puede lograr que surja un nuevo individuo, único y distinto de ellos.

En cada ciclo normal, sólo un óvulo se desprende de uno de los ovarios unos 14 días después de la última menstruación. A esa liberación del óvulo se la denomina ovulación. Este óvulo suelto se dirige hacia el extremo de una de las trompas de Falopio, una formación que parece un embudo y que desemboca en el útero.

Durante la ovulación, el moco del cuello uterino se vuelve más fluido y elástico, de forma que los espermatozoides -las células que sólo producen los varones-, puedan desplazarse mejor y entrar en el útero rápidamente.

En unos 5 minutos, los espermatozoides van desde la vagina, pasando por el cuello uterino, hacia el interior del útero y hasta el extremo de una trompa de Falopio: es ahí donde se suele producir la fecundación. En la mayoría de los casos, nada más que un espermatozoide, de los varios millones de una eyaculación, fecunda al óvulo con la ayuda de las células que recubren el interior de las trompas de Falopio.

Si no se produce la fecundación, el óvulo baja por las trompas de Falopio hasta el útero, donde nada lo retiene y se elimina del útero en la siguiente menstruación.

Si un espermatozoide penetra en el óvulo, éste queda fecundado. Pequeños pelos (cilias) que revisten las trompas de Falopio arrastran el óvulo fecundado (que se llama cigoto) por las trompas hacia el útero. Las células del cigoto se dividen varias veces mientras desciende por el interior de la trompa de Falopio hasta el útero. El cigoto tarda de 3 a 5 días en entrar en el útero.

Ya dentro del útero, las células continúan dividiéndose y se convierten en una bola hueca denominada blastocito.

El blastocisto se implanta en la pared del útero que se ha preparado para recibirlo, al cabo de unos 6 días después de la fecundación. A partir de ese momento el nuevo ser humano sigue creciendo y fortaleciéndose para llegar al nacimiento, idealmente, unas 40 semanas más tarde.


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