¿Por qué algunas personas se deprimen con la llegada del otoño?
Por buenapraxis
  
Martes, 21/03/2023
Llegó el otoño, con el correr de los días y el paulatino cambio en el clima, todos vamos modificando algunas costumbres. Los horarios de rutina, la vestimenta, las comidas. Los amantes del frío están de parabienes y celebran, a medida que se alargan las noches y se acerca el invierno. Sin embargo, otras personas no la pasan bien.

Un porcentaje de la población -que se calcula en el orden del 10%- sufre lo que la psiquiatría ha llamado Trastorno Afectivo Estacional (TAE), un tipo de depresión asociado al cambio de estación, que sucede en mayor medida cuando se pasa del verano al invierno -patrón invernal- que cuando se pasa del invierno al verano -patrón de verano-.

También llamado "tristeza invernal", incluye síntomas comunes de la depresión, como perder interés por las actividades que antes se disfrutaban; experimentar cambios en el apetito y en el peso; sentirse triste gran parte del día casi todos los días; sentirse sin esperanza o inútil, estar irritable, entre otros.

Pero además, en el TAE de patrón invernal, se registran síntomas específicos, como dormir demasiado, comer en exceso, aumentar de peso y retraerse socialmente. Una especie de deseo de hibernar, tal como lo describe el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos (NIMH, por sus siglas en inglés).

«El TAE es un trastorno caracterizado por alteraciones del humor comunes en la depresión, que sucede habitualmente en invierno y se resuelve en primavera. Suele estar caracterizado por síntomas atípicos: aumento del apetito, hipersomnia y aumento de peso. El deseo sexual suele estar disminuido», dice un artículo de la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, publicación oficial de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) - Profesionales de Salud Mental.

Los autores de este mismo artículo -Miren Aiala Gatón Moreno, Miguel Ángel González Torres (ambos del Servicio de Psiquiatría Hospital Universitario de Basurto, Bilbao, España) y Moisés Gaviria (Departamento de Psiquiatría. Universidad de Illinois-Chicago, Estados Unidos)- recogen las principales conclusiones de las investigaciones vinculadas al TAE hasta 2014. Éstas señalan que la tristeza invernal afecta principalmente a personas entre 20 y 35 años, en su mayoría mujeres, y que tiene mayor prevalencia en latitudes altas, es decir, más lejos del ecuador.

Causas: no es el frío, es la luz
Si bien aún hay discusión entre los especialistas respecto de las causas (fisiopatología) y tratamiento del TAE, el trastorno no tendría que ver con las temperaturas más bajas, sino con la menor exposición a la luz solar.

Según sugieren las investigaciones, la menor cantidad de horas de luz -y la menor exposición a ellas-, afecta el ritmo circadiano de algunas personas, y esto a su vez, afecta el comportamiento de algunas sustancias claves en el cerebro, como la melatonina, responsable de la regulación del sueño y la serotonina, encargada de regular el estado ánimo.

«La fisiopatología del TAE es todavía desconocida. Se han propuesto varios mecanismos que influyen en su génesis de manera complementaria. Entre las hipótesis existentes estarían: la alteración del ritmo circadiano, la sensibilidad retiniana a la luz, el metabolismo anormal de la melatonina y la disminución de la secreción de neurotransmisores», indica el artículo de Gatón Moreno, González Torres y Gaviria.

No obstante, los estudios coinciden en que es un trastorno multicausal y que hay factores de riesgo que favorecen la aparición de los síntomas, como tener enfermedades mentales preexistentes (depresión o trastorno bipolar), déficits de vitamina D, o incluso las circunstancias socioeconómicas del paciente, que pueden incidir en su salud mental.

El TAE se basa en un patrón recurrente de depresiones invernales: comienza y finaliza aproximadamente en la misma época cada año. Los especialistas recomiendan consultar al médico cuando los síntomas afectan nuestro funcionamiento diario, nuestras relaciones interpersonales o nuestro desempeño profesional.

Tratamientos
El diagnóstico y tratamiento siempre deben ser indicados por un profesional de la salud. Generalmente se realizan pruebas complementarias para descartar posibles patologías orgánicas que originen el cuadro.

En su sitio web, el Instituto Nacional de Salud Mental de los Estados Unidos, apunta los siguientes tratamientos:

Fototerapia: Tratamiento que consiste en exponer todos los días al paciente a una luz brillante para contrarrestar la merma de la luz solar en los meses más oscuros.

La psicoterapia y la terapia cognitivo conductual: se realizan generalmente en sesiones grupales, varias veces por semana, buscan reemplazar los pensamientos negativos por otros más optimistas y ayudan a programar actividades para contrarrestar el desinterés que trae al TAE.

Medicamentos: dado que el TAE se asocia a alteraciones en la actividad de la serotonina, algunos antidepresivos (llamados inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) también se utilizan para la tristeza invernal. Siempre deben ser recetados por un especialista.

Vitamina D: Muchas personas con TAE presentan deficiencia de vitamina D. Los suplementos nutricionales de esta vitamina pueden ayudar a mejorar los síntomas. Sin embargo, los estudios para determinar si la vitamina D es eficaz en el tratamiento han producido resultados mixtos. Algunos de estos indican que es tan eficaz como la fototerapia, mientras que otros señalan que no detectan ningún efecto.

Norman Rosenthal, psiquiatra de la Facultad de Medicina de Georgetown Washington DC, Estados Unidos, fue el primero en identificar este trastorno: lo llamó "Winter Blues" (tristeza invernal). En 1984 publicó el primer artículo que le dio el nombre científico que lleva hasta la actualidad.

Hoy en día, el Trastorno Afectivo Estacional es reconocido por el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5).


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