Nuestra Señora del Rosario: 7 de octubre
Por bienaven
  
Martes, 11/10/2022
La fiesta de Nuestra Señora del Rosario fue instituida por el Papa San Pío V en acción de gracias por la victoria lograda por Don Juan de Austria en Lepanto contra los mahometanos (1571). El Santo Padre había promovido ese mismo día grandes procesiones en Roma, especialmente por parte de los miembros de la cofradía del Rosario, implorando la protección de la Santísima Madre de Dios. En acción de gracias instituyó entonces esa fiesta para la Orden Dominicana.

Dos años más tarde, el mismo Pontífice permitió que la fiesta fuera celebrada en las iglesias donde hubiera un altar dedicado al santo Rosario. Más tarde, en 1671, Clemente X extendió la fiesta a toda España.

Finalmente, en 1716, con motivo de la importante victoria sobre los turcos obtenida por el príncipe Eugenio el 6 de agosto en Hungría, Clemente XI ordenó que la fiesta del Rosario se celebrara en toda la Iglesia universal. León XIII, a su vez, añadió a las letanías lauretanas la invocación "Reina del Santísimo Rosario".

Era costumbre entre los nobles de la Edad Media, como antiguamente entre los romanos, colocar sobre la cabeza de la persona que se quería honrar una corona de flores. Esto ocurre en cierta medida en los países de Oriente, donde todavía hoy rinden homenaje con una corona de flores quienes quieren verdaderamente. Antiguamente, en Europa, las flores se ofrecían como símbolo de vasallaje. Deseando honrar a la Virgen María como Madre y Señora nuestra, la Iglesia nos exhorta a ofrecerle una triple corona de rosas de oraciones, a la que da el nombre de Rosario.

A lo largo de los siglos, la misma Reina del Cielo se hizo fiadora de la eficacia de esta excelente oración, concediendo innumerables gracias a quienes la rezaran. Es a Ella a quien la Iglesia atribuye sus mayores triunfos. Así, fue por su impulso e inspiración, que Santo Domingo hizo del Rosario la poderosa arma para combatir la herejía albigense.

Los Sumos Pontífices atestiguan que "por el Rosario, todos los días desciende una lluvia de bendiciones sobre el pueblo cristiano" (Urbano IV). "Es una oración oportuna para honrar a Dios y a la Virgen, así como para apartar bien lejos los peligros inminentes del mundo" (Sixto IV). "Al propagarse esta devoción, los cristianos entregados a la meditación de los misterios, inflamados por esta oración, comenzarán a transformarse en otros hombres, se disiparán las tinieblas de las herejías y se difundirá la luz de la fe católica" (San Pío V). "Para llevar a cabo una empresa tan difícil como lo es la de reconducir a la familia a la ley del Evangelio, uno de los medios más eficaces es el rezo del Rosario en familia" (Pío XII). Tanto en Lourdes como en Fátima, la Santísima Madre de Dios insistió en el rezo frecuente de su Rosario para la conversión de los pecadores.


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