San Gabriel de la Dolorosa, el santo de los jóvenes
Por bienaven
  
Miercoles, 15/02/2023
San Gabriel de la Dolorosa, el santo de los jóvenes
De joven disfrutó seduciendo mujeres y tras su conversión llegó a ser santo
Por: n/a | Fuente: InfoCatolica.com // PortaLuz.org

San Gabriel de la Virgen de los Dolores no fue siempre un santo. De hecho, durante muchos años fue precisamente lo contrario. Nacido como Francesco Possenti en 1838, fue bautizado en la misma pila que san Francisco de Asís. Durante su juventud, Possenti tenía mucho en común con el «trovador» de Asís y era un joven popular en las fiestas.

Mientras asistió a la escuela jesuita de Spoleto, se entregó a cualquier tipo de entretenimiento que encontrara. Possenti disfrutaba en especial del baile, por lo que le apodaron el bailarín. Sus amigos también le llamaban il damerino (el galán de las damas), por su popularidad entre las mujeres.

Sin embargo, Dios nunca dejó de perseguir a Possenti. Dos veces cayó Possenti enfermo y dos fue milagrosamente curado. En ambas ocasiones prometió a Dios que entraría en la vida religiosa y las dos veces se olvidó rápidamente de ello.

Entonces, un día, durante una procesión observó un estandarte de Nuestra Señora María Auxilio de los Cristianos. Sintió que Nuestra Señora le miraba directamente a él y escuchó una voz: «Cumple tu promesa».

Este momento atravesó el corazón de Possenti, que decidió mantener su palabra y entrar en una orden religiosa. Accedió a la Orden pasionista el 21 de septiembre de 1856, donde recibió el nombre de Gabriel de la Virgen de los Dolores.

Aunque no hay razones para creer que haya perdido la inocencia bautismal, ni quebrantado gravemente la ley de Dios, lo cierto es que durante su vida de religioso, el santo no veía con buenos ojos esa primera parte de su vida. Más tarde escribió a un amigo:

Querido Felipe, si realmente amas a tu alma, apártate de las malas compañías y no frecuentes el teatro. Yo sé por experiencia, cuán difícil es salir de él en estado de gracia; por lo menos constituye un grave peligro. Evita las reuniones mundanas y las malas lecturas. Creo, te lo aseguro, que, si hubiese permanecido en el mundo, no habría conseguido la salvación de mi alma. Dime: ¿No crees que yo me divertí bastante? Pues bien, el resultado de todo ello no es más que la amargura y el temor. No te rías de mí, Felipe, porque te estoy hablando con el corazón en la mano. Te ruego que me perdones, si alguna vez te escandalicé. Y retiro todo el mal que pueda haber dicho de otros delante de ti. Perdóname y pide que Dios me perdone también.

Gabriel se entregó de lleno en una vida de santidad e hizo lo que hiciera falta para acercarse a Dios. Sin embargo, no recibió la gracia de ningún don espiritual o experiencias extraordinarios. Simplemente vivió plenamente la vida de un pasionista y se esforzó por alcanzar la perfección. Gabriel es famoso por su frase:
«Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer bien lo ordinario»
.

Los testimonios de las actas de beatificación son totalmente convincentes. La vida de san Gabriel de la Dolorosa fue de una generosidad sin límites; pero lo más extraordinario es la alegría con que supo consumar el sacrificio.

Su deseo de penitencia era insaciable. Durante mucho tiempo pidió permiso de llevar un áspero cilicio de metal. Sus superiores se lo negaron pero el santo continuó pidiéndolo modestamente. Su director le decía: «Quieres a toda costa llevar una pobre cadenilla, cuando lo que realmente necesitas es encadenar tu voluntad. Vete y no me hables más de ellos». El santo se retiraba profundamente mortificado.

En otra ocasión, su director le dijo al mismo propósito: «Puesto que tienes tantas ganas de ese cilicio, te doy permiso de que te lo pongas; pero tienes que llevarlo encima del hábito y a la vista de todos, para que todo el mundo sepa cuán mortificado eres». A pesar de la humillación que eso le causaba, Gabriel se puso el cilicio como su director se lo había indicado; esto hizo reir mucho a sus compañeros, pero Gabriel lo soportó en silencio, sin pedir que le dispensaran de esa mortificación que le ponía en ridículo.

Su vida religiosa duró poco, ya que murió de tuberculosis seis años más tarde, en 1862. Tenía 24 años y su comunidad lo apreciaba mucho por su santidad. Gabriel terminó por ser beatificado en 1908 y canonizado en 1920.

Es conocido como un santo patrón especial de los jóvenes.

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San Gabriel de la Dolorosa:«Dios lo quiere así, así también lo quiero yo»
Fuente: Correspondencia Romana 1 de marzo de 2019, Cristina Siccardi

«Dios lo quiere así, así también lo quiero yo», de ese modo pensaba, afirmaba, escribía, vivía San Gabriel de la Dolorosa, el joven pasionista nacido en Asís el 1° de marzo de 1838 y fallecido en Isla del Gran Sasso (Teramo, Italia) el 27 de febrero de 1862, día en el cual se celebra su fiesta litúrgica. Era el undécimo de los trece hijos de Agnese Frisciotti y Sante Possenti, noble de Terni y gobernador pontificio bajo el Papa Gregorio XVI y después de Pío IX.

Estudiante de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y de los Jesuitas, profundamente devoto de Nuestra Señora de los Dolores, prometió hacerse religioso si fuese curado de una enfermedad, pero asumió su compromiso cuando, durante una procesión de la imagen mariana bizantina del Duomo de Spoleto, el 22 de agosto de 1856, oyó una frase de la Virgen María que lo invitaba a dejar su vida seglar para hacerse pasionista.

Al terminar el noviciado pronunció el voto pasionista: difundir la devoción a Cristo Crucificado; pero más tarde emitió también el de difundir la devoción a la Virgen Dolorosa. Escribió a sus familiares: «Mi vida es una continua alegría. No cambiaría un cuarto de hora de esta vida».

San Gabriel es conocido como el santo de los jóvenes, el santo de los milagros y el santo de la sonrisa. De los jóvenes porque murió con solo 24 años por causa de una tuberculosis ósea que padeció con heroica serenidad, a tal punto que sus hermanos deseaban estar a su cabecera para recibir beneficios. Hasta dos meses antes de expirar logró, con grandes sufrimientos, acompañar las celebraciones litúrgicas.

Son innumerables los milagros obtenidos por su intercesión: son millares los ex voto llevados por los devotos como señal de reconocimiento al Santuario que lleva su nombre, a los pies del Gran Sasso, (Isla del Gran Sasso, Italia).

Precisamente allí, en el 1215, San Francisco de Asís fundó un convento que se mantuvo con vida hasta la supresión napoleónica. Posteriormente, en 1847, el lugar se convirtió en un convento y santuario de los Pasionistas.

La urna con los despojos de San Grabriel de la Dolorosa, conservados durante un tiempo en la iglesia, fue trasladada al horrible santuario de arquitectura moderna, donde Juan Pablo II inauguró la cripta con la tumba el 30 de junio de 1985. Por último, él es el santo de la sonrisa porque vivió sus jóvenes años siempre con alegría y paz delicadamente católicas, que ninguna enfermedad irreversible pudo afectar.

No alcanzó a cumplir su deseo de abrazar el sacerdocio por causa de las dramáticas decisiones políticas del Resurgimiento, persecutorias de la Iglesia, que impedían nuevas ordenaciones. Su director espiritual, el P. Norberto Cassinelli, reveló a todos el secreto de su santidad: «Gabriel trabajó con el corazón».

Gabriel fue declarado beato por San Pío X el 31 de mayo de 1908 y en su honor fue elevada la primera basílica. El 13 de mayo de 1920 Benedicto XV lo canonizó y en 1926 fue proclamado co-patrono de la juventud católica italiana, junto con San Luis Gonzaga.

Son cuarenta y una las cartas que tienen los Pasionistas del Santuario de San Gabriel de la Dolorosa: cinco escritas cuando era estudiante colegial, las otras cuando novicio y estudiante pasionista, todas durante el período comprendido entre los años 1854 y 1861. En las mismas sobresale su infinito amor por Cristo y María Santísima y toda su solicitud por el bien espiritual de sus seres queridos. En cada una de ellas recomienda la tierna devoción a la Virgen y la búsqueda de la voluntad de Dios, y con el transcurso del tiempo sus exhortaciones se centran en el huir de la superficialidad y de la vida mundana.

San Gabriel fue un místico como lo fue Santa Gema Galgani (1878-1903), que vivió su dies natalis a los 25 años y con el santo de Asís tuvo una relación de elección: declaró que por intercesión de San Gabriel había sido curada de una grave enfermedad. Fue precisamente gracias al encuentro con él que la santa de la provincia de Lucca definió mejor su vocación pasionista. Habiendo alcanzado el Cielo 16 años antes del nacimiento de Gemma, San Gabriel de la Dolorosa es Venerable cuando la santa lo llama «Hermano Gabriel».

Lee la vida y queda arrebatada, al punto que la lee y la vuelve a leer para meditarla mejor. San Gabriel se le aparece, la reconforta, la guía en un camino místico de extraordinaria dimensión. Gema lo elige como su patrono, contra las tentaciones diabólicas y modelo de su existencia, todo ello en el mismo día en que había comenzado a leer su biografía y la experiencia mística con él no había aún comenzado.

Por su intercesión, Gema se cura de una grave enfermedad y en una de sus apariciones él pone el escudo pasionista en su cintura diciéndole: «Tú serás pasionista». En la autobiografía de la mística se lee: «Desde aquel día, en que mi nuevo protector, el Venerable Gabriel, me había salvado el alma, comencé a tenerle una particular devoción: en la noche no podía dormirme si no tenía Su imagen bajo la almohada y comencé desde entonces a verlo a mi lado (que no puedo explicar: sentía su presencia). En cada acto, en toda situación mala que hiciera falta, me volvía a la mente el Hermano Gabriel, y me las evitaba».

En esa época ella tiene veinte años y está al borde de la muerte, pero ocurre el milagro. En la medianoche del 23 de febrero de 1899, oyó el rumor de un rosario y se da cuenta que el Venerable Gabriel estaba delante suyo. Le habló, como está escrito en su Autobiografía: «¿Quieres curarte? . . . reza con fe al Corazón de Jesús; cada noche, hasta que no sea terminada la Novena, yo vendré aquí contigo y rezaremos juntos al Corazón de Jesús».

En la parroquia de None (Turín), en estos días, el P. Giancarlo Gosmar no invitó a los fieles a rezar al Corazón de Jesús, pero acogió en la sagrada Casa de Dios a Griot di Magatte Dieng y sus músicos, donde se desataron con sus ritmos tribales, sus instrumentos de percusión, sus cantos, sus gritos, sus torsos desnudos, sus danzas africanas en un torbellino de colores, de saltos, piruetas (https://www.imolaoggi.it/2019/02/22/tamburi-africani-e-balli-tribali-in-una-parrocchia-del-torinese/).

Se escandalizó el P. Gosmar de los comentarios que este video desencadenó en los medios sociales: «Me hicieron ver los comentarios y me pregunto ¿que hay de profanación en lo que ha sucedido? Es una velada que nacía de la exigencia de los jóvenes del oratorio de conocer una realidad diversa y de enfrentarse a ella».

¿Exigencia de los jóvenes o de los hombres de la Iglesia actual? ¿Que habría ocurrido si a esos mismos jóvenes el párroco hubiera propuesto la figura de San Gabriel y Santa Gema? Al menos no se hubiera profanado la iglesia de los Santos Mártires San Gervasio y San Protasio.


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