Comprueban que el nivel de anticuerpos de la Sputnik V se mantiene después de 6 meses
Tras analizar 1800 muestras serológicas de pacientes vacunados, investigadores argentinos observaron que mientras los anticuerpos totales disminuyen tras ese período, la capacidad de los anticuerpos que neutralizan al SARS CoV-2 original y a diferentes variantes se mantiene en función del tiempo de recibida la vacuna. Los resultados del trabajo se describen en mBio, revista de la Sociedad y de la Academia de Microbiología de Estados Unidos.
A lo largo de 6 meses de recibida la vacuna Sputnik V, los anticuerpos neutralizantes para diferentes variantes del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 se mantienen con el tiempo. Así lo revela un estudio basado en el análisis de 1800 muestras serológicas de individuos vacunados.
«El nivel de los anticuerpos neutralizantes se mantiene a pesar de verse una bajada en los anticuerpos totales. Esto se debe a que los anticuerpos atraviesan un proceso de maduración y va mejorando su calidad en los primeros meses después de aplicada la vacuna», afirma Andrea Gamarnik, líder de la investigación, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir (FIL) e investigadora superior del CONICET.
La investigación se difundió como preimpresión en medRxiv en agosto pasado y ahora tras ser revisado por pares se publicó en mBio, revista de la Sociedad y de la Academia de Microbiología de Estados Unidos. Fue conducida por investigadores del CONICET del grupo COVIDAR de la FIL y del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS), en colaboración con ocho hospitales públicos bajo la coordinación del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires.
«Este trabajo permite obtener información valiosa para la toma de decisiones relacionadas a definir estrategias de vacunación», puntualizó Gamarnik. El estudio se realizó en forma paralela con otras investigaciones centradas en el tipo de respuesta inmune que generan otras vacunas. «Aún estamos analizando los resultados», agregó.
En la investigación se definió la cantidad de anticuerpos a los 21, 42 120 y 180 días después de aplicada la vacuna Sputnik V empleando dos técnicas diferentes. Una de ellas cuantifica todos los anticuerpos de tipo IgG contra el virus empleando el kit de desarrollo nacional aprobado por ANMAT, 'COVIDAR cuantitativo'.
La otra técnica mide un tipo de anticuerpos, que son los que neutralizan al virus frente a una infección con el virus SARS-CoV-2 original y las variantes Alfa, Beta, Gamma y Delta. «Actualmente estamos realizando estudios sobre la respuesta inmune inducida por Sputnik V y otras vacunas contra la variante Omicrón», indicó Gamarnik.
Para realizar estos estudios de laboratorio se presenta el virus a los anticuerpos presentes en el suero de cada individuo y se evalúa si son capaces de impedir que el virus infecte células presentes en cultivos artificiales. «De esta forma se puede medir si los anticuerpos impiden la infección de cada una de las variantes del SARS CoV2», explicó María Mora González López Ledesma, investigadora del CONICET en el equipo de Gamarnik y una de las primeras autoras del trabajo.
«Si bien la cantidad de anticuerpos generados tras la vacunación descienden unas 10 veces luego de los 6 meses de su aplicación, la capacidad neutralizante se mantiene durante 4 meses y muestra solo una leve disminución a los 6 meses», añadió.
El estudio reveló que la vacuna rusa neutraliza eficientemente a las variantes Alfa (primero identificada y caracterizada en Reino Unido), Delta (India) y Lambda ('andina'). «También observamos que la capacidad neutralizante de Sputnik V contra las variantes Beta (Sudáfrica) y Gamma (Manaos) se incrementa con el tiempo», destacó González López Ledesma.
«Tras un año de haberse implementado los diferentes programas de vacunación en nuestro país, estamos haciendo estudios con el fin de obtener más información al momento de definir estrategias para aplicar los refuerzos. Ya contamos con datos de la respuesta inmune de los voluntarios tras un año de la vacunación, datos que están en proceso actual de análisis para su publicación», indicó Gamarnik.
La investigadora agregó que estos estudios fueron el producto de un trabajo colaborativo que involucró investigadores de distintos institutos del CONICET y personal de salud de hospitales públicos bajo la coordinación del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, y resaltó la importancia del trabajo conjunto para generar información sobre las vacunas que se aplican en nuestro país.
Frente a la situación actual sobre la extensa circulación de la variante Omicrón, Gamarnik destacó que la vacunación es la herramienta para frenar la pandemia. «Es de gran importancia redoblar los esfuerzos para continuar la vacunación pediátrica, completar los esquemas en adolescentes y explicar para los que aún tienen dudas que hay cada vez más evidencia científica sobre la efectividad y seguridad de las vacunas para el nuevo coronavirus. La limitación la tienen los países que no tienen acceso a las vacunas. Esta pandemia nos enseñó que si no hay salud pública que llegue a todos los rincones del planeta, seguirá latente el posible surgimiento de nuevas variantes», concluyó.
El estudio se realizó en el marco de la 'Unidad Coronavirus', impulsada por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) y el CONICET, y también participaron investigadores, investigadoras, becarios y becarias de la FIL y del CONICET: la primera autoría fue compartida por María Mora González Lopez Ledesma, Lautaro Sánchez, Diego Ojeda y Santiago Oviedo Rouco con la participación de Andrés Rossi, Esteban Miglietta, Pamela Rodríguez, Marcelo Yanovsky, Horacio Martín Pallarés, Guadalupe Costa Navarro, Julio Caramelo, Natali Rasetto, Shirley Wenker, Lila Ramis, Magalí Bialer, María José de Leone, Esteban Hernando, Luciana Bianchimano, Antonella Ríos, María Soledad Treffinger Cienfuegos, Diana Rodríguez García; del INBIRS-CONICET: Augusto Varese, Ignacio Mazzitelli, Ana Ceballos, Valeria Ochoa, Cecilia Monzani y Melina Salvatori; del Biobanco de Enfermedades Infecciosas INBIRS CONICET: Natalia Laufer, Gabriela Turk y Yesica Longueira; del Laboratorio Lemos: Jorge Carradori; de la Universidad de Washington, en Estados Unidos: Sean Whelan, Paul Rothlauf, Zhuoming Liu, Louis-Marie Bloyet y Marjorie Cornejo Pontelli; del Hospital General de Niños Dr. Ricardo Gutierrez e Instituto de Investigaciones en Bacteriología y Virología Molecular que depende de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA: Dolores Acuña, Mercedes Nabaes Jodar, Carolina Torres, Laura Mojsiejczuk y Mariana Viegas; del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires: Marina Pifano, Pilar Velázquez y Clarisa Testa; y también por la Provincia de Buenos Aires Katherine Prost, del Hospital Interzonal General de Agudos Dr Pedro Fiorito; Alejandra Rima, del Hospital Interzonal General de Agudos Evita; Claudia Varela, del Hospital Interzonal General de Agudos Prof. Dr. Rodolfo Rossi; Regina Ercole, del Hospital Interzonal Especializado de Agudos y Crónicos San Juan de Dios: Rosana Toro, del Hospital Interzonal General de Agudos San Roque; Sebastian Gutiérrez, del Hospital Interzonal General de Agudos San Martín, y Martín Zubieta, del Hospital de Alta Complejidad El Cruce 'Nestor Kirchner'.
Ref: Agencia CyTA-Leloir