Los menores de 30 años y las mujeres duermen peor desde que empezó la pandemia
Por buenapraxis
  
Miercoles, 15/12/2021
Terminando el segundo año de pandemia podemos decir que los argentinos pasamos por todo: meses de aislamiento y distanciamiento social, pérdidas de familiares y amigos, filas interminables afuera de los supermercados, salir de casa según el número de DNI, decenas de videollamadas por zoom, el cierre de locales y la incertidumbre de un futuro estable económicamente hablando.

La pandemia de COVID-19 arrasó con todo en nuestras vidas, sacudió nuestra rutina diaria y borró los límites entre el trabajo/estudio y el hogar, dejando consecuencias que aún hoy día podemos observar.

A pesar de las flexibilizaciones paulatinas y la (casi) vuelta a la normalidad, nuestra salud y productividad se vieron seriamente afectadas y estos trastornos como por ejemplo el del sueño, tienen una magnitud aún mayor a la que aparenta.

Impactos
El Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) realizó en el 2020 un relevamiento llamado Estudio TIARA para analizar el impacto psico-social y en la vida cotidiana generado por la aparición o circulación del COVID-19, así como la implementación de la primera etapa del Aislamiento Social Obligatorio (ASO) en Argentina. Más de 30.000 personas completaron la encuesta, y más de 6.000 el módulo sobre calidad del sueño.

Casi la mitad (48.8%) de las personas respondió que a partir del COVID-19 duerme peor o mucho peor. Las mujeres superan en un 52% a los varones (36%) y el grupo más afectado, siempre de acuerdo al estudio, son los jóvenes menores a los 30 años.

«La pandemia ha traído yo diría que otra pandemia paralela y que fue la pandemia del sueño si hay algo que necesita el sueño es la rutina por un lado, o sea el sueño es muy rutinario responde siempre a horarios regulares, no solamente en la hora de acostarnos y de levantarnos sino también en las rutinas pre sueños, en los horarios de comida, en los horarios de ejercicio, en los horarios laborales. ¿Por qué digo que esto fue una pandemia de sueño también? Porque se ha alterado todo esto, la gente dejó de tener rutinas, se acostaba a cualquier hora, se levantaba a cualquier hora, cenaba sin un horario fijo. La mayoría se quedaba mirando la televisión o la serie hasta cualquier hora», comentó la Dra. Mirta Averbuch, jefa de Unidad de Medicina del Sueño del Instituto de Neurociencias de Fundación Favaloro.

Muchos pueden ser los factores que desencadenan trastornos: el confinamiento en casa y el temor a contraer COVID-19, la sobreinformación emitida en los medios de comunicación y redes sociales, sumados a los problemas económicos, distanciamiento social, cambios en el estilo de vida y medidas para impedir la propagación del virus son factores generadores de estrés.

Averbuch también explica que en estos últimos 2 años vio más cantidad de gente joven -de 18 a 35 años- consultar por problemas de sueño que en sus 30 años de experiencia.

Según el Estudio TIARA, las dos principales preocupaciones son 'Que alguien de mi familia se contagie de Coronavirus' (93%) y 'Que alguien de mi familia o yo tenga un problema de salud o emergencia y no reciba atención' (87%). En comparación, con las personas de 30 años o más, las preocupaciones que aquejan a los jóvenes son 'No poder trabajar y quedarse sin plata' (el 71% está bastante o muy preocupado) y 'No poder pagar el alquiler y los servicios' (el 66% está bastante o muy preocupado).

Dentro de las estrategias de afrontamiento que develó el estudio, la segunda es 'Uso redes sociales para informarme y estar conectada/o' que si bien es un aspecto positivo de la tecnología porque nos acerca digitalmente también tiene su lado negativo dependiendo del uso que le demos.

«Tanto los televisores, las tablets, computadoras emiten una luz azul que es muy potente y que lo que hace es bloquear la salida de melatonina (la hormona del sueño), entonces, si yo estoy sentado 3 de la mañana enganchado con la computadora o con el celular en la cama y demás, eso automáticamente le está informando al cerebro que es de día entonces deja de producir melatonina», afirmó la neuróloga de Fundación Favaloro.

¿Cómo lo resolvemos?
Queda claro que la importancia de una buena calidad de sueño no solamente es fundamental como factor determinante de la salud, sino como la base de una buena calidad de vida.

La Dra. Averbuch recomienda principalmente acostarse y levantarse todos los días a la misma hora, o en el caso de que no se tenga sueño, por lo menos levantarse a la misma hora todos los días porque de esta manera se acomoda el ritmo biológico y cada 24 hs sentiremos sueño. También remarca la importancia de exponernos a la luz solar apenas nos levantamos porque estimula los otros componentes que nos mantienen despiertos, tomar un buen desayuno y cambiar de ropa.

Asimismo, se cree popularmente que el alcohol induce al sueño, lo cual es erróneo. La neuróloga afirma que «el consumo de alcohol dentro de las 3 hs previas a irse a dormir es contraproducente para el sueño porque impide que se llegue hasta lo más profundo del sueño y lo fracciona, despertándonos en la noche».

Otro consejo que la especialista comparte con sus pacientes es realizar actividad física hasta 2 hs antes de irse a dormir porque la temperatura corporal va a estar elevadísima y es contraproducente para el sueño; lo mismo sucede con la cena, lo recomendado es dejar pasar 1 hs entre la comida y el ir a acostarse y dejar el celular en modo nocturno, para que no interrumpa el sueño.



Ref:: Punto Convergente (UCA)


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