Las enfermedades crónicas no trasmisibles, por muy distintas que sean y con independencia de la parte del cuerpo en que se manifiesten, comparten un síntoma en común: la inflamación. Bajo este concepto se asocia a la baja fertilidad.
«La inflamación es el primer síntoma de la enfermedad, y si queremos llegar a su origen, tenemos que poder determinar qué la causa», aseguró el Dr. Sergio Pasqualini, director de Halitus Instituto Médico. Y agregó: «La forma en que vivimos, los hábitos no saludables, son la razón quizá más frecuente de la inflamación crónica».
Los factores predisponentes son los xenobióticos (sustancia química que se encuentra dentro de un organismo que no se produce naturalmente y que no debería estar), la dieta, la disbiosis intestinal, el stress, el sedentarismo, etc.
En muchas ocasiones, no siempre, antes de la inflamación crónica tiene lugar una disfunción intestinal, que de corregirla prevendría, o por lo menos minimizaría, el problema. Muchas de las enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes, artritis, enfermedades autoinmunes, insomnio, depresión, asma, enfermedades de la piel, migrañas, y hasta la infertilidad pueden tener que ver con un intestino dañado o irritado. Puede hasta llegar a provocar envejecimiento prematuro.
«No hay que esperar a tener síntomas intestinales, todos podemos llegar a tener el intestino dañado en menor o mayor medida, aun sin síntomas, y poder llegar a sufrir las consecuencias. Es fundamental la salud del intestino para la salud general», aseguró el Dr. Pasqualini.
La alimentación es la clave. Las toxinas más comunes provienen de ella, aunque también se absorben a través de la piel y pulmones. La alimentación es la herramienta más poderosa para tratar los desequilibrios del cuerpo. Los sistemas y funciones están interconectados, lo que explica por qué, al recuperar el equilibrio, se consigue mejorar el funcionamiento del todo, incluso, el sistema reproductor. Entender a la alimentación como una buena medicina es el primer paso para resetear al cuerpo de manera física y emocional.
«Cuando hablamos de intestino incluimos la pared intestinal, el tejido linfático asociado, el sistema nervioso y la flora intestinal, o sea la microbiota. El sistema nervioso asociado al intestino es de tal magnitud que es considerado el segundo cerebro, así como lo es la microbiota, que es 10 veces más numerosa en cantidad que las células que conforman el cuerpo humano», sostuvo el médico. «Está el 80% ubicada en el interior del tubo digestivo y el resto en otros órganos como pulmones, piel, vagina, cavidad endometrial, ojos, etc.», dijo.
El funcionamiento del intestino tiene un efecto directo e indirecto sobre todas las células del cuerpo. Cuando está irritado o dañado aumenta su permeabilidad y pasan moléculas que no deberían hacerlo, que generan reacciones nerviosas, inmunológicas y hormonales que se pueden traducir en distintas enfermedades con el común denominador que es la inflamación.
La reparación del intestino puede resolver o mejorar muchas de las enfermedades crónicas y de problemas agudos. El intestino es la parte del cuerpo que más sufre a causa del estilo de vida que vivimos. El intestino dañado puede no estar provocando disfunción intestinal, pero puede estar incubando enfermedades del futuro. De la misma manera la inflamación precede a la aparición de síntomas. Es por esto que la reparación del intestino previene y colabora para mantener la salud y enlentecer el deterioro producto del paso del tiempo. Reparación que se puede lograr por medio de los hábitos saludables.
Cuál es su relación con la fertilidad
Los ovarios y los testículos son los órganos, quizás, más sensibles del cuerpo. Ejemplo de ello es el efecto de la quimioterapia en los tratamientos oncológicos, en los que la función que con mayor frecuencia queda afectada, es la reproductiva.
La disfunción intestinal con el consiguiente aumento de la permeabilidad, deja pasar moléculas que no deberían y puede generar reacciones de autoinmunidad o de otra índole como el hipotiroidismo de Hashimoto en el que el organismo genera anticuerpos que atacan a la glándula tiroidea y éstos, por reactividad cruzada, pueden atacar a los ovarios, a los testículos o a otros órganos.
Lo mismo puede ocurrir en la enfermedad celíaca en la que el gluten genera una reacción de autoinmunidad en la que se afecta los enterocitos que son las células que recubren el interior de la pared intestinal. Esto genera aumento de la permeabilidad y otras reacciones de distinta índole. También inflamación, sistémica lo que puede afectar la fertilidad por la misma inflamación o por reactividad cruzada de los anticuerpos generados.
La disbiosis (desequilibrio de la flora microbiana) puede ser otro causal de aumento de la permeabilidad intestinal con las consecuencias que ello puede generar.
Estos cambios producto de la inflamación sistémica pueden llegar a repercutir, por la misma inflamación, en la microbiota de los distintos órganos, como el vaginal y el de la cavidad uterina, y afectar así a la fertilidad.
Por ejemplo, si se afecta la microbiota a nivel de la cavidad del útero, también puede hacerlo la receptividad endometrial y ser causa de fallas de implantación, de abortos recurrentes y hasta de otras patologías del embarazo más avanzado. La microbiota de los distintos órganos pueden estar afectadas por disbiosis locales y no ser consecuencia de la alteración a nivel de la disfunción y de la microbiota intestinal, pero dada la interrelación entre todos los sistemas que conforman el cuerpo humano es que tenemos que pensar en la parte y en el todo y actuar en consecuencia.
«Entender y reparar el intestino es la base para mejorar el desequilibrio y se traducirá en beneficio en cuanto al mejor funcionamiento del organismo, incluido el aparato reproductor. Entender cómo influyen la dieta y el estilo de vida es el primer paso, es parte del enfoque integral y personalizado para el tratamiento de la infertilidad», afirmó el Dr. Pasqualini.
El normal funcionamiento del intestino es fundamental para el mejor funcionamiento del organismo y, por lo tanto, del aparato reproductor. Saber que puede haber una disfunción aun sin síntomas, amerita asesorarse y considerar una consulta con una nutricionista especializada en fertilidad, quien evaluará cómo es su alimentación para sugerir un plan adecuado, así como la conveniencia de suplemento nutricionales, incluyendo los probióticos y prebióticos. Por otro lado, existen situaciones mandatorias para realizar la consulta que son aquellos en los hay bajo o exceso de peso, síntomas intestinales, enfermedades crónicas y autoinmunes, endometriosis, y poliquistosis ovárica más aún si esta va acompañada de síndrome metabólico.