En la serie Los Conquistadores de lo imposible de la Colección Iridium, Teobaldo de Chalus viaja al pasado para rescatar un fabuloso diamante que debe exhibirse en el Museo del Louvre. Se trata de uno de los más bellos diamantes del mundo. La valiosa joya perteneció a la emperatriz Catalina II de Rusia y a sus sucesores; en 1957 fue adquirida por un coleccionista francés, el señor Rochecotte, que vivía en los alrededores de París.
Para lograr su cometido, Teobaldo se hace pasar por el sobrino de un rico ganadero sudamericano, propietario de una gran estancia cercana a la ciudad de Bahía Blanca. Teobaldo tuvo que aprender a la perfección el papel que debía representar. Para ello se documentó acerca de la cría de ganado en la Argentina y memorizó las palabras más importantes del castellano. Pronto fue capaz de hablar correctamente de las pampas y de las llanuras cubiertas de hierba de América del Sur, y sabía que el pampero es un viento que viene del sudoeste, y no un sombrero de alas anchas. Emulando a los millonarios argentinos que tiraban manteca al techo en la Ciudad Luz, Teobaldo decidió alojarse en el lujoso hotel Ritz de París y alquilar un Rolls Royce con chofer para movilizarse. Finalmente, Teobaldo y el señor Rochecotte mantienen una larga charla sobre nuestra patria
Teobaldo, duque de Chalus, es el último de su estirpe. En 1199, gracias a un pasaje subterráneo secreto que pasaba por debajo del foso y que terminaba en el bosque, logró escapar a caballo de los sitiadores del castillo de Chalus. Éstos, cumpliendo órdenes del rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León, habían matado a toda la familia ducal. Perseguido frenéticamente por tres soldados ingleses, finalmente el duque de Chalus se esconde en una extraña gruta que contiene un lago subterráneo donde se sumergirá involuntariamente. Allí, inconsciente, permanece congelado durante casi ochocientos años hasta que un grupo de vacacionistas lo rescatan. Gracias a un invento argentino, la transfusión de sangre del Dr. Agote, el noble será reanimado y vivirá
En su lejana infancia, Teobaldo ostenta una torre en su escudo, probablemente represente el castillo familiar había galopado mucho por la campiña francesa. Realmente conocía y amaba los caballos. Sabía llamarlos, acariciarlos, hablarles a media voz para inspirarles confianza. También tenía fuerza y coraje, Teobaldo, y sabía batirse bellamente. Nacido el 23 de abril de 1183, será secundado por el tolteca Xolotl y por el parisino Sergio Daspremont; sin embargo, todos son adolescentes ya que tienen alrededor de dieciséis años de edad. Juntos vivirán las más increíbles y emocionantes aventuras.
Para matar el tiempo, los jóvenes Teobaldo y Sergio solían visitar los museos de París. En el Louvre pudieron admirar una de las obras más famosas de la Antigüedad:
La Victoria de Samotracia. Como dato curioso, podemos mencionar que una de sus copias se encuentra en un patio del Palacio Estrugamou de Buenos Aires, pudiéndose divisar desde un portón de reja de la calle Juncal (1).
De origen belga, Philippe Ebly, seudónimo de Jacques Gouzou (París, Francia, 29 de julio de 1920 Lieja, Bélgica, 1 de marzo de 2014), fue un prolífico escritor de literatura juvenil de ciencia ficción y fantástica. Su profesión de ingeniero le ha permitido imaginar mecanismos que realizan viajes interplanetarios y temporales, ciudades ocultas con tecnologías alternativas y objetos telepáticos.
Por razones que no comprendemos, Ebly no es un autor famoso; su nombre no ha trascendido demasiado, ni en la Argentina ni en el resto del mundo. Sin embargo, este desconocimiento de sus relatos es algo inexplicable; nos atrevemos a decir que Ebly se encuentra entre los más grandes escritores de ciencia ficción. Creemos que sus obras están, en muchos casos, a la altura de las de Isaac Asimov, Ray Bradbury, Edgar Rice Burroughs, Arthur C. Clarke o Philip K. Dick.
Hacemos un pequeño paréntesis para vincular al autor inglés Clarke con la Argentina y decir que en una de sus obras sostiene que en 2060 los fanáticamente independientes malvinenses resisten todos los intentos que efectúan los exasperados británicos y argentinos para escamoteárselos mutuamente. Podemos agregar que en aquel año el popular monarca Edward VIII es elegido primer presidente planetario (2).
En nuestro país, las obras de Philippe Ebly fueron publicadas durante la década de 1970 por Editorial Kapelusz, bajo la serie Los Conquistadores de lo imposible. Lamentablemente, ninguno de estos libros está disponible hoy día, pero quien esté decidido a leerlos pueden encontrarlos en algunas bibliotecas públicas de Buenos Aires y de San Isidro. Ojalá Kapelusz considere volver a publicarlos. El genio de Ebly vale la pena el esfuerzo (3).
Notas
1- F. EBLY,
Para salvar el diamante negro, Buenos Aires, Editorial Kapelusz, 1976, pp. 65, 68, 73 y 74. Se trata de la versión castellana de
Pour sauver le diamant noir, de la Librería Hachette de París (1973). Véase también: F. EBLY,
El que volvía de lejos, Buenos Aires, Editorial Kapelusz, 1976.
2- ARTHUR C. CLARKE,
2061: Odisea Tres, Buenos Aires, Emecé Editores, 1988, p. 31.
3- MARTÍN HADIS, Quién es Philippe Ebly,
https://www.eternacadencia.com.ar/blog/libreria/ciencia-ficcion/item/quien-es-philippe-ebly.html, Consultado el 3 de agosto de 2021.