Los números que prueban por qué no debemos subestimar al coronavirus
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buenapraxisViernes, 12/02/2021
Ya ha pasado más de un año desde que los primeros casos de muerte ocasionadas por una nueva enfermedad respiratoria, luego denominada como COVID-19 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), surgieron en Wuhan, China a raíz del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
La historia que se desenvolvió luego es conocida: expansión mundial del virus, muertes y acciones de distintos gobiernos del mundo en busca de contener, en la medida de lo posible, las pérdidas humanas y económicas provocadas por la pandemia.
A lo largo de este periodo, en paralelo, fueron surgiendo muchos detractores de las decisiones globalmente elegidas para combatir al microscópico enemigo.
Dentro de este grupo de personas se puede encontrar un abanico muy variado de ideas: desde aquellos que, alimentados por fake news, creen que el virus ni siquiera existe, hasta quienes opinan que en realidad su existencia no debería motivar medidas de ningún tipo, que es simplemente una enfermedad más, que hay que aprender a convivir con el virus o que hay que esperar a que se genere naturalmente la tan nombrada 'inmunidad de rebaño'.
Escuchando estas inquietudes, me pregunto si, como sociedad a nivel mundial, no le hemos dado la importancia necesaria al principio, fundamentalmente respecto a las medidas que se tomaron motivadas por el ya no tan nuevo coronavirus. En busca de responder este cuestionamiento, voy a tratar de analizar distintas variables y estadísticas que nos permitan dar perspectiva y escala a algunas de las cosas que han ido sucediendo.
Empecemos por el registro que probablemente la mayoría miramos con más preocupación: el número de muertes. Haciendo un corte en el fin del año 2020, vemos que las cifras anuales arrojaron 43.245 muertes por COVID en Argentina, 345.866 en Estados Unidos y 50.837 en España, por nombrar algunos países. ¿Es esto mucho, poco o normal?
Para tener un marco de referencia, veamos las cifras de otras causas de muerte como, por ejemplo, accidentes de tránsito. En Argentina, entre los años 2010 y 2019, el promedio anual de fallecidos fue aproximadamente 7402, en Estados Unidos 35.230 (2014-2016) y España 2402.
Si comparamos con el virus de influenza (causante de nuestras conocidas gripes), los números también muestran una diferencia grande con la actual pandemia, con un promedio cercano a 35.900 muertes en Estados Unidos y hasta 2000 en España en los últimos años. En Argentina, el informe de salud solo brinda una estadística que no distingue entre influenza y neumonía por otras causas, y, aun así, con 31.916 muertes en 2018 sigue considerablemente por debajo de las muertes por COVID-19.
No todos los países publican esta estadística regularmente, pero en muchos de aquellos que lo hacen se observa un importante exceso en 2020 respecto del promedio 2015-2019.
Para darse una idea, en Estados Unidos, hubo un exceso de muertes de aproximadamente 14% que constituye alrededor de 400.000 personas, un número similar de fallecidos al sufrido a lo largo de la Segunda Guerra Mundial.
En la misma sintonía, un artículo reciente de la BBC mostró que en Reino Unido el exceso de muertes es el más alto desde dicha guerra. Curiosamente, países que tuvieron cierto éxito a la hora de controlar la circulación de coronavirus, como Nueva Zelanda, Noruega o Islandia, tendieron a un bajo o nulo exceso de muertes.
Al momento de escribir este artículo no se encontraba disponible el total actualizado de muertes a nivel nacional en Argentina, pero sí el de la provincia de Buenos Aires, en donde también sucedió un aumento respecto del promedio 2015-2019.
¿Qué hay de la inmunidad de rebaño? Lamentablemente, las sucesivas olas del virus sugieren que alcanzar niveles de inmunidad poblacional suficientes como para detener la circulación viral solamente será posible a través de la vacunación masiva.
Para finalizar, al menos en mi opinión, la gravedad y los riesgos que implica la situación son evidentes cuando se examina con franqueza los números. Por otra parte, también está a la vista el hartazgo y agotamiento social que suceden, razonablemente, luego de pasar tanto tiempo sometidos a este horrendo contexto.
Si bien el virus provocó una cantidad desagradable de muertes que, de no haber sucedido la pandemia, no estaríamos lamentando, por fin se empieza a ver la luz al final del túnel.
Gracias a la posibilidad ahora concreta de vacunación y a algunos tratamientos que fueron demostrando efectos benéficos, como el plasma de convalecientes, el suero equino hiperinmune o terapias con anticuerpos monoclonales, así como también al conocimiento sobre el manejo de la enfermedad que fue ganando el personal de salud, tenemos la oportunidad de, con un último esfuerzo, transitar el final de este camino disminuyendo el daño todo lo posible. Para eso ya tenemos la fórmula: continuar cuidándonos.
Autor: Federico Fuchs Wightman, biólogo molecular del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias - IFIBYNE (Universidad de Buenos Aires CONICET)
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