Oigamos la voz de los Reyes Magos

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bienavenJueves, 06/01/2022

El nacimiento de Jesucristo no refleja únicamente alegría. Rodeado de alegría y júbilo, su nacimiento también sugiere tristeza, porque Raquel llora a sus hijos. La noche que había sido transformado en luz y paz se prepara para la matanza de los inocentes, decretada por el odio de Herodes al Niño Dios. San José y María Santísima se retiran con el Niño Jesús a una tierra distante para que se cumpla lo que había dicho el Señor por medio del profeta Oseas "De Egipto llamé a mi hijo. (San Mateo, II, 15).
La Sagrada Familia peregrina por las sombras de la noche, lejos de los suyos, dejando atrás de sí un manto de sangre y de luto causado por el rey idumeo que, perturbado por el nacimiento del Divino Infante, había dado la orden de matar a todos los niños. Al final, cuanto mayor fuera el poder aquí en la Tierra, mayores son los peligros y temores que parecen amenazar y cercar a quien lo detenta.
El Pseudo-Crisóstomo citado por Santo Tomás de Aquino al hablar de Herodes, afirma que, así como las ramas de los árboles más elevadas son las más agitadas por el viento, los hombres que ocupan altos cargos se conmueven frente a la menor y más tenue señal de amenaza a su dignidad, al contrario de las personas de condición humilde acostumbradas a una vida tranquila y serena.
Esa parece ser una constante que asalta la conciencia de los grandes de esta Tierra, celosos y al mismo tiempo insaciables en la defensa de sus prerrogativas y posiciones. Picados por la vanagloria, muchas veces ellos sacrifican la honra y la dignidad, como ocurre no pocas veces en el mundo político, empresarial e incluso en el judicial. Todos cometen los mismos pecados y llevan a cabo las mismas infamias, indiferentes a los valores morales, a las instituciones como la familia, a las buenas tradiciones, a las buenas costumbres, en fin a la sociedad.
¿No ocurre algo así cuando son aprobadas leyes que atentan contra la moralidad pública y las más antiguas tradiciones y valores de un país?
¿Pero que ocurrirá cuando el Niño Rey, sentado en lo más alto de los Cielos a la derecha de Dios Padre, próximo a María Santísima su Madre, venga un día sobre las nubes a juzgar a aquellos que hoy promueven el crimen y la impiedad en este pequeño lapso de vida en esta Tierra de exilio?
En aquella ocasión Herodes, al ser instigado por la envidia y la ambición de reinar en el lugar del mismo Dios, hizo el papel de Satanás. Aquello que Satanás hizo cuando se rebeló en el Cielo, Herodes quiso hacerlo aquí en la Tierra a fin de perpetuar su poder. Y esto ocurre con intensidad mayor o menor entre los seguidores de las máximas de Satanás.
La voz de los Reyes Magos tuvo eco en todos los corazones, los buenos y los malos, al preguntarse sobre el lugar donde se encontraba el recién nacido, el Rey de los judíos, pues la gran estrella que los guiaba no mentía. Si los malos oyeron la voz y fueron diligentes en urdir el mal, ¿será que los buenos también oyeron la invitación para caminar rumbo a Belén, o incluso hasta Egipto, a fin de acompañar y defender al Dios Encarnado a huir de la saña de Herodes? ¿Será que esa diligencia siempre se encuentra del lado de quienes buscan a Nuestro Señor Jesucristo no para amarlo y seguirlo sino para tramar contra Él?
Lo que orienta a esos corazones empedernidos es el odio destructor y asesino. Es precisamente ese el escándalo que se repite en nuestros días con el permanente intento de legalizar el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el pseudo-casamiento de personas del mismo sexo, la prostitución y tantas otras aberraciones. En una palabra, lo que pretenden es la muerte de la Civilización Cristiana y la introducción del caos y del desorden contra Jesucristo Nuestro Señor. (Padre David Francisquini, traducido del portugués de://ipco.org.br/oucamos-a-voz-dos-reis-magos/)

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