La tasa del coronavirus es notablemente más baja que otros tipos como el SARS o MERS. 
En Argentina, casi 32 mil personas mueren por año debido a la neumonía y la influenza.
En la Argentina en 2019  hubo 33.000 muertes por gripe y neumonía, el dengue hace estragos  en el norte argentino empezando por Corrientes  y ya ha llegado a las inmediaciones de esta capital, los accidentes de automóvil cobran unas 20 vidas por día,  algo así como 8000 por  año,  sin contar heridos y daños materiales, una mujer por día muere por  feminicidio, los asaltos seguidos de muerte en esta Capital y Gran Buenos  Aires, son numerosísimos y en las aceras de Buenos Aires, especialmente los barrios céntricos, duermen familias y grupos en imposibles condiciones de higiene que deben ser portadores o transmisores de cuanta enfermedad exista. Por estos males concretos nunca se han suspendido clases,  ni reducido a casi nada al Poder Judicial, ni desalentado  el turismo ni  las actividades comerciales o industriales. El campo siguió su tarea infatigable, lo mismo que los medios de transporte
Estos morbos están aparentemente enquistados  en la sociedad argentina y  se hace muy poco para enfrentarlos. En enero apareció el corona virus, una nueva enfermedad en la China y luego en Europa principalmente en Italia. Según las estadísticas de origen chino e italiano que conocemos esta enfermedad puede afectar con efectos mortales principalmente a personas varones de 75 o más años que tienen enfermedades graves  preexistentes. El tsunami de 2004 ocasionó unos 224.000 muertes pero no importó mucho a los que no fueron alcanzados.
El corona virus tiene una mortalidad  mucho más  baja que  la gripe común aunque la transmisión de la enfermedad es más alta. Los infectados  que son un grupo incomparablemente  mayor que los fallecidos, se curan en unos 10/14 días, la mayoría guardando  reposo.   En los países de Europa que tienen guarismos de la enfermedad  muy inferiores a los de  Italia o España,   no  han suspendido las clases,  ni dado asuetos parciales a la Administración, ni se cierra de hecho al Poder Judicial,  ni se ha recomendado a las empresas que no  hagan trabajar a las personas de 60 años para arriba. Hablo de Alemania, Suiza, Suecia, Noruega, Holanda, Austria, Bélgica, Dinamarca,  Inglaterra etc. etc. En Asia ni Japón, ni  Corea, ni Taiwan,  ni la propia China, salvo en la zona de crisis, ni Malasia ni Israel, ni Hong Kong ni en  muchos otros países se   han creado un pánico semejante al que existe en varias  otras naciones
 empezando con la nuestra. 
En un país que no se ha inmutado ni con las enfermedades  que padece ni con las deudas que  lo agobian ni con un Estado al que le sobran millones de  empleados o de subsidiados, hay que decirle la verdad acerca  de  esta enfermedad y de las posibilidades reales de contraerla, de idéntica manera que hay que ser veraz con cada trabajador/a que se desloma en una fábrica quién debería saber los impuestos que paga para mantener a gente que está de más en el Estado o directamente no  concurre a trabajar como  buena parte de los empleados de la Biblioteca del Congreso  Nacional.  
Antes de abordar el tema,  voy recordar una fábula: Parece que la Peste le informó a un aldeano que iba a ir a  Babilonia a matar unas 5000 personas. Al tiempo volvió la Peste a conversar con el aldeano y noto que este estaba furioso. La Peste  le preguntó el motivo. El aldeano le dijo que le había prometido matar solamente 5000  personas pero que había matado 50.000. La  Peste le contestó:  Yo maté solamente 5000 personas.  Las  45.000 restantes  las mató el susto
Es riesgo
La vida es riesgo. Hay que asumirlo. Los gobernantes deberían saberlo como deberían saber que asustar a la población es algo que está vedado a los estadistas en serio. El pánico que se ha generado en nuestro medio seguramente va a traer más muertes, más hambre, más enfermedades, más pobreza que si se hubieran tomado callada y cuidadosamente las medidas preventivas realmente necesarias. Si no se trabaja vamos a desarticular el proceso productivo 
y eso no es bueno para conseguir lo que necesitamos para  vencer la enfermedad  de la cual hablamos
  que no es la única que padecemos.  Suprimir la concurrencia a lugares donde están muchas otras personas implicaría cerrar empresas cuya  producción es imprescindible, como  los lugares de comercio masivo,  el  Banco de la Nación, el Banco  de la Provincia de  Buenos Aires, los remates de hacienda, la concurrencia a los templos de la religión que fuera,  los espectáculos deportivos  que alegran a la población  o cines, teatros, las sesiones del Congreso y las legislaturas  provinciales, el Departamento de Policía, el Regimiento  de Patricios y el de Granaderos, etc.etc. 
Es peor el  remedio  que la enfermedad.
 
Según la OMS, el virus del Ébola tiene una tasa de letalidad del 50% en todo el mundo y la rabia del 95%. (Télam, OMS y diario Público de España)
Además, la OMS calcula que las epidemias anuales de la gripe estacional causan de 290.000 a 650.000 muertes, aunque no se da la tasa de letalidad
Tambien, según la OMS, en el caso del SARS, con el brote de 2003, la tasa de mortalidad fue del 10%, mientras que en la crisis derivada de la propagación del MERS en 2012 se llegó a una letalidad del 30%. Ambos coronavirus se lograron contener y la expansión fue mucho menor.