Eterna y vieja juventud | Por Micaela M. Lilla
Por buenapraxis
  
Miercoles, 31/08/2016
Hoy somos testigos de la situación actual de los jóvenes en el mundo, o, por lo menos, en lo que respecta a esta franja poblacional del costado occidental del planeta. Con datos estadísticos que estiman que la población mundial ronda los 7 billones de personas, podría decirse que ésta se verá reducida frente a los cambios en los estilos de vida e ideologías de los jóvenes.

Este incremento poblacional no se encuentra relacionado con el aumento de la natalidad, sino más bien con un retardo del envejecimiento.

Como muchos de nosotros podemos ver u oír en los medios de comunicación, la juventud se ha extendido, tanto que hoy un hombre de 35 años todavía se lo puede considerar, según la ocasión, un “adolescente”. Los tiempos del hombre difícilmente puedan ser comparados con los tiempos de la mujer.

En momentos en que la igualdad de género está constantemente puesta a prueba, la mujer compite por alcanzar el mismo estatus que el de su contraparte, sea este estatus económico o social. La dificultad recae al compararse en tiempos biológicos. ¿Es posible relacionar esta búsqueda incesante por la igualdad de género con el descenso de la tasa de natalidad?

El “joven” es aquel que se encuentra entre los 12 y los 32 años aproximadamente; es ese período entre la infancia y la adultez. Más allá de estos datos estáticos, podríamos decir que una persona ha evolucionado hacia la etapa de la adultez cuando éste puede autodefinirse como un ser autónomo, independiente, con una personalidad propia, en parte definida; y cierta madurez física, social y psicológica. Aunque podríamos continuar definiendo madurez, considero que detenernos en este punto sería extendernos por demás, por lo que apelo al sentido común de cada uno.

La vida se prolongó, eso es cierto. Hoy la esperanza de vida en Argentina es de 76 años, mientras que hace no más de 20 años atrás la misma era de 72. A pesar de poder encontrar cientos de datos sobre los cambios en la calidad de vida y en la esperanza de la misma, lo que aún permanece sin haber sufrido modificación alguna es el tiempo biológico de la mujer. Éste no se ha visto modificado en absoluto. La edad fértil sigue siendo entre los 15 y los 44 años aproximadamente, con riesgos más elevados pasados los 35 años.

El querer acompañar al hombre en su eterna adolescencia tardía, envuelva a la mujer en una espera incesante, casi desesperada, para encontrar a su pareja reproductiva antes de ser incapaz de concebir, lo que muchas veces puede desencadenar en angustia, sin la mujer saber el propio origen de la misma. A pesar de existir numerosos casos en que encontramos a nuestro par en edad temprana, muchas veces las exigencias de lo cotidiano descubren a la mujer buscando igualmente su descendencia en los últimos años de fertilidad.

Muchos de ustedes pensarán y refutarán comentando que existen varios métodos que extienden la edad reproductiva de la mujer hacia el infinito, y aunque esto es cierto, debido al famoso congelamiento de óvulos, difícilmente una mujer elija estos métodos a la reproducción natural con una pareja amada.

El famoso dicho popular: “no hay hombres”, no es cierto; los hay, de hecho el sexo masculino constituye casi el 50% de la población mundial, por lo que éste no sería el problema real a la hora de buscar una pareja, en caso de una mujer en búsqueda de una pareja heterosexual.

La mujer, al igual que el hombre, se encuentra en un momento de innumerables exigencias, donde a su vez cumple múltiples roles, dejando muchas veces para última instancia el rol de madre, si es que lo elije o la vida le da la posibilidad de ejercerlo. Mientras que la mujer tiene un tiempo bien definido en que su organismo se encuentra preparado para concebir, no ocurre lo mismo con el hombre, ya que el hombre posee la capacidad de reproducir a lo largo de toda su vida a partir del momento de la adolescencia.

Al considerar que el crecimiento poblacional se da actualmente debido al prolongamiento del envejecimiento, sosteniendo así que los jóvenes de hoy serán los abuelos del mañana, y teniendo en cuenta que la tasa de natalidad disminuye considerablemente día a día, dejando en claro que hacemos referencia a un descenso de la natalidad en forma general, donde ésta varía a groso modo según los niveles socio-económicos; en poco tiempo la población en la etapa de la vejez será notablemente menor a la actual, disminuyendo así la población mundial.

Me pregunto si habrá relación alguna entre la característica de determinadas sociedades de poseer esta abiertamente llamada “eterna juventud” y el decrecimiento poblacional en un futuro cercano.

Micaela Martin Lilla
Consultora Psicológica
15 6570-8083 / mica.lilla@gmail.com


Por buenapraxis