Graupner sorprende de nuevo
Por midas
  
Lunes, 04/05/2015
Una y otra vez he repetido, en cuantas ocasiones he comentado una novedad que presentaba música de Christoph Graupner, que este compositor nunca deja de sorprendernos con sus peculiaridades compositivas. Hoy CPO nos presenta un espléndido florilegio de su música para conjunto instrumental que, otra vez, permite ratificar lo ya dicho.

En esta ocasión Shalev Ad-El y su Accademia Daniel ofrecen, con considerable retraso –la grabación data de 2010–, cuatro conciertos y una Entrata per la Musica di Tavola. Esta última es, desde el punto de vista formal, la más curiosa, pues se trata de una suite orquestal –cuerda a cuatro partes en este caso– en que se encadenan movimientos con indicación coreográfica (Courrante, Gigue) con otros de carácter (La Congiurazione, La Plaisanterie), pero –y ahí reside lo peculiar–, no está precedida de la característica obertura a la francesa, sino de una sonata italiana en tres movimientos en la que Graupner desarrolla incesantemente, mediante técnica contrapuntística, un breve motivo expuesto en las primeras notas.

Los conciertos nos conducen por una senda más ortodoxa formalmente, pero no menos llamativa en otros aspectos. Así, el concierto en sol mayor presenta como instrumentos solistas un chalumeau bajo, un fagot y un violonchelo, por lo que nos hallamos ante una combinación única de estos tres instrumentos de tesitura grave. Excelente es también el concierto en sol mayor para oboe d’amore, uno de los dos compuestos para el instrumento, e igualmente el en la mayor para violín, el único que compuso con ese orgánico, que presenta una preciosa cantilena acompañada por las cuerdas en pizzicato en su segundo movimiento. Sobresale, sin embargo, el concierto para fagot en do mayor, extraordinariamente virtuoso y extravagante, especialmente en su primer movimiento, con unos llamativos saltos de octava que conducen a unas largas notas graves aparentemente inconexas.

De estas composiciones sólo son primicias la musica di tavola y el concierto para oboe d’amore, ya que el resto fueron grabados por el Ensemble il capriccio, con el indiscutible protagonismo de Sergio Azzolini, en el fabuloso disco que el sello Carus dedicó a Graupner hace cuatro años. Lo que Azzolini logró con esos conciertos es único y punto. No hay hoy fagotista barroco que se le pueda igualar, sin discusión. Ello no obstante, la Accademia Daniel es uno de las grandes agrupaciones especializadas, como ha demostrado disco a disco especialmente en CPO y, además, tiene particular afinidad con Graupner, como ya demostró en sus dos grabaciones dedicadas a cantatas para bajo, acompañando al incomparable Klaus Mertens (CPO y HR Klassik, este último reeditado hoy en Pan Classics). Así que para los devotos del capell-meister de Darmstadt el disfrute está garantizado, pues la interpretación es irreprochable desde cualquier punto de vista. No puedo terminar sin alabar en especial la labor de Walter Reiter, quien asume la función de concertino y solista en el concierto para violín. Reiter, siempre en la sombra, demuestra que es un musicazo de muchos quilates


Por midas