Como ya saben los que me leen, estoy descontento con la política exterior argentina. No tanto por lo que se hace (aunque se me ocurren algunas macanas, enfocadas al oriente del Mediterráneo), pero es fácil criticar desde un sillón. Más me fastidia lo que no se hace: la ausencia de una política coherente y sostenida para comunicar la versión argentina de nuestra propia realidad.
Comunicar para individuos, empresas, naciones no pasa por decir su verdad, o la verdad que se quiere que los demás crean de uno. Antes, se debe entender al Otro los diversos otros comprender las imágenes que ya tienen en sus cabezas. Luego, diseñar el lenguaje y los relatos apropiados para esos otros. Y, lo esencial, comunicarlo con continuidad y coherencia durante un largo tiempo.
Este gobierno para que no digan que sólo señalo lo negativo encontró con su política de Derechos Humanos, en particular los juicios a los represores, un tema con amplia repercusión favorable en el escenario mediático internacional, al menos en el influyente espacio democrático y/o progresista. Pero ya fue usado; y es difícil que aparezcan novedades con impacto periodístico (Lo de los cómplices civiles, aún si la justicia local estuviera dispuesta a avanzar, no tendría el mismo eco; esos medios del exterior no son tan democráticos y progres).
Es cierto que la comunicación no es todo, aunque algunos comunicadores lo crean así. La realidad detrás es más importante, en el largo plazo. Pero es una herramienta para ayudar a construir esa realidad. Y si un país no comunica lo comunican a él.
Un ejemplo muy elocuente, por nuestra colaboración con uno de los más extendidos, estúpidos y dañinos mitos que circulan sobre Argentina, es esta noticia que hace pocos días estuvo en los titulares de todo el mundo (y lo de todo el mundo esta vez no es exageración). Aquí apareció, por supuesto, en Clarín y La Nación, pero tomo la versión de la Agencia Federal de Noticias, un grupo armado de periódicos de nuestras provincias, que a menudo es usado como fuente por comunicadores oficialistas:
Encuentran en el medio de la selva pruebas de un refugio Nazi, Misiones, Argentina
Fascinación en el mundo por hallazgo de un refugio secreto nazi en Misiones
La Plata, 24 Mar (InfoGEI).- El presunto hallazgo de refugios para jerarcas nazis en Misiones, conocido durante el fin de semana, despertó todo tipo de sentimientos en el exterior. Se cree que encontraron un escondite secreto nazi en una remota selva argentina, es el título con el que lleva The Washington Post la noticia, que es esta mañana la más leída del sitio. También en The Telegraph, de Gran Bretaña, Arquéologos argentinos descubren un refugio secreto nazi, aparece como la más vista de sus noticias.
En Actualidad RT, el sitio ruso de noticias en español, Hallan supuesto refugio secreto de jerarcas nazis en la Argentina encabeza la lista de lo más popular. La noticia local aparece también en medios de todo el mundo, como DW (Alemania), Time (Estados Unidos), The Guardian (Gran Bretaña), La Vanguardia (México), El Universal (Venezuela) y El Comercio (Perú).
Un equipo del Centro de Arqueología Urbana (CAU) de la UBA afirman que hallaron un refugio levantado para albergar a jerarcas nazis en medio de la selva de Misiones, según informó el diario Misiones Online.
Se trata de edificaciones con paredes de hasta tres metros de ancho en una zona inaccesible del Parque Teyú Cuaré, al sureste de la provincia de Misiones, en la frontera con Paraguay. El equipo de especialistas, que cumplió su primera etapa de trabajo en el lugar, y elaboró una primera hipótesis: se trata de edificaciones levantadas para que vivieran ocultos altos mandos nazis.
Aparentemente, a mitad de la Segunda Guerra Mundial ( ) la aeronáutica nazi generó un proyecto secreto de construcción de refugios para que los más altos jerarcas nazis pudieran esconderse tras una derrota, sitios inaccesibles, el medio del desierto, en una montaña, en un acantilado o en medio de una selva como ésta, explicó Daniel Schávelzon, director del CAU y líder del equipo.
Abonaron la hipótesis objetos hallados en el lugar, entre ellos cinco monedas alemanas que fueron acuñadas entre 1938 y 1941 y un fragmento de plato de porcelana con la inscripción Made in Germany fabricada por la firma Meissen entre 1890 y 1949.
Los investigadores creen que los nazis nunca usaron el refugio, que consta de tres edificios, porque cuando llegaron a Argentina se dieron cuenta que podían vivir sin esconderse. Miles de nazis, ustachis croatas y fascistas italianos desembarcaron en Argentina con la bendición del entonces presidente, el general Juan Perón (1946-52, 1952-55), según el centro Simon Wiesenthal.
Por supuesto, no podía faltar lo de los nazis, ustachis y fascistas refugiados en Argentina después de la guerra. Los republicanos españoles, los judíos y otros perseguidos recibidos aquí después del conflicto, y antes, cuando sólo unos pocos países lo hacían no son noticia. Con más precisión: no son parte del relato instalado.
Lo que me llama la atención es que ningún medio local de los que he visto, al menos se le ocurre cuestionar la evidente estupidez de la historia. Apta para una película de clase Z, en los '50. Esconderse tras la derrota en sitios inaccesibles Un acceso de servicio, al menos, tendría que estar previsto, para que les llevasen las provisiones
Me parece mentira que sea Uki Goñi, notorio autor de libros sensacionalistas sobre nazis escapados, quien ¡en un periódico inglés! demuele esta tontería:
Para empezar, esos edificios en ruinas no fueron recientemente descubiertos. En realidad han estado abiertos al público durante décadas, junto con otras ruinas que se remontan a los siglos 17 y 18, construídos por los misioneros jesuitas. No muy lejos del sitio nazi están los restos de San Ignacio Miní, un monasterio barroco, que es una de las más visitadas atracciones turísticas de la zona.
Por lo menos hace 10 años, la oficina de turismo local erigió una señal en el camino hacia el sitio Teyú Cuaré, diciendo que las ruinas eran originalmente parte de un sitio de los jesuitas. Debajo, el signo hace la afirmación sorprendente: En la década de 1950 fueron reformadas y habitada por más fiel siervo de Hitler, Martin Bormann.
La idea que el segundo de Hitler escapó de alguna manera a la Argentina es una parte integral del mito de los nazis-en-Sur-América, y es un elemento clave de la novela de Ira Levin Los niños del Brasil y la película de 1978 del mismo nombre.
La historia Bormann se basa en archivos vendidos por policías argentinos al historiador húngaro Ladislas Farago en la década de 1970, pero esos archivos son generalmente considerados falsificaciones. En 1998, las pruebas de ADN demostraron que los huesos recuperados en Berlín eran de Bormann, confirmando los informes que había sido muerto mientras huía del búnker el 2 de mayo de 1945.
En una entrevista con The Guardian, Schavelzon admitió que la evidencia que vincula las ruinas de Teyú Cuare a un supuesto plan de refugio seguro nazi es escasa. No hay ninguna documentación, pero encontramos monedas alemanas de la época de la guerra en los cimientos, dijo.
¿Pero un puñado de viejas monedas alemanas proporcionan pruebas suficientes de un secreto escondite nazi en el norte de Argentina? Eso fue sólo especulación de mi parte, dijo Schavelzon. La prensa lo recogió y lo magnificó.
Ahora, seamos realistas. Si una historia increíble como ésta tiene repercusión en medios de todo el planeta, en públicos de distintos sesgos políticos, se debe a que encaja dentro de un mito ya instalado. Y un mito es mucho más que consignas de propaganda; es un relato que apela a la imaginación no a la ideología de los que lo escuchan.
Argentina creó en el siglo pasado un mito político-cultural poderoso, el que se formó en torno a Evita. Pero algo así no se hace a pedido. Lo que necesitamos es algo más modesto: una política de comunicación que evitando la propaganda obvia marque y convierta en conocimiento común nuestras fuerzas: la creatividad y flexibilidad de nuestros técnicos, los recursos de nuestro país, una sociedad que detrás de una apariencia europea muestra la vitalidad y la capacidad de afecto de Latinoamérica. Y lo que podemos ofrecer, porque lo hemos hecho nosotros, la posibilidad de volver a empezar. Recuperar nuestro viejo mito nacional, el de una tierra de oportunidades.