Disputando el amor de una niña de la sociedad porteña, dos esgrimistas famosos se baten a florete en la sala de armas de un exclusivo club del barrio de Monserrat, dice Santiago Stura en una de sus reconocidas novelas. Agrega:
El encuentro se desarrolló según los tiempos y condiciones del Protocolo de Luxemburgo, reglamento abandonado por su ceremonial eterno y combate peligroso.
SANTIAGO STURA, El florete, Buenos Aires, Beatriz Viterbo Editora, 2009, p. 14
Más adelante el ceremonial sigue presente cuando leemos que el director del combate exclama touché mort, los contrincantes quedan inmóviles en su lugar y aquel le pone término al mismo así:
Panzitta sacó del bolsillo de su saco el pañuelo blanco y lo dejó caer con premura en mitad de la zona de kumite. Dominando la emoción, aclaró la garganta y pronunció la arcana fórmula, legendaria en desafíos por honor:
-Ce combat a trouvé son fin. Depuis lorgueil, la chute. [...]
Los duelistas caminaron ante el centro del court, se pararon uno frente al otro y elevaron verticales los floretes. Zapatearon nuevamente el piso y se inclinaron quince grados, para cumplir con el ceremonial del caso. Luego giraron sobre sus talones con precisión militar y se retiraron.
SANTIAGO STURA, op. cit., p. 21
A continuación los duelistas mueren en condiciones poco ceremoniosas -Acosta le clava un florete por la espalda a Tolvián y luego se suicida saltando en el vacío- y los padrinos ponen pies en polvorosa.