Investigadores Argentinos, reducen el deterioro óseo que produce en las mujeres la enfermedad celíaca
Así lo muestran los resultados preliminares de un estudio en el país; en un segundo trabajo identificaron una proteína que podría abrir camino al desarrollo de un tratamiento
Dos estudios, uno en el país y otro en Canadá, pero ambos con investigadores argentinos, abren nuevas perspectivas en la enfermedad celíaca y avanzan en uno de sus enigmas: las fracturas. De hecho, una revisión de 16 estudios publicados muestra que la enfermedad duplica el riesgo de quebrarse un hueso, aunque en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism sólo se describen posibles explicaciones.
Mientras, aquí, un equipo del Hospital Udaondo y del Instituto de Diagnóstico e Investigaciones Metabólicas (IDIM) logró en un año contrarrestar en mujeres jóvenes el debilitamiento de los huesos que causa la enfermedad y que nunca se había podido ver en imágenes.
Para eso utilizó una receta simple: la dieta libre de gluten reforzada con lácteos y vitamina D, si es necesario. Es la primera vez que se describe con tanta profundidad la microarquitectura ósea en las personas con enfermedad celíaca, comentó la doctora María Belén Zanchetta, especialista en endocrinología y osteología y autora principal del único estudio sobre celiaquía que se presentó en el último congreso de la Sociedad Estadounidense de Investigación Ósea y del Metabolismo Mineral.
Con los médicos de la Clínica de Intestino Delgado del Udaondo, que dirige el doctor Julio Bai, seleccionaron a 30 mujeres jóvenes con enfermedad celíaca recién diagnosticada y a 22 con otros trastornos gastroenterológicos. En el IDIM hicieron análisis de laboratorio, una densitometría e imágenes de la tibia y el radio de cada una de las 52 jóvenes. Con un equipo que genera imágenes tridimensionales de un corte transversal de los huesos, por primera vez se pudo visualizar por qué aumenta el riesgo de fracturas en las mujeres celíacas premenopáusicas.
Detectamos una pérdida significativa del hueso trabecular, una red ósea interconectada que en las participantes sin la enfermedad tenía una trama cerrada, pareja, con uniones del mismo tamaño -contó Zanchetta-. En las celíacas, las trabéculas estaban afinadas hasta desconectarse por la pérdida de calcio.
Durante un año, las mujeres celíacas hicieron la dieta libre de gluten reforzada con lácteos para ingerir entre 1000 y 1500 UI de calcio por día. Si tenían déficit de vitamina D, usaban un suplemento. Era éticamente incorrecto no tratarlas con el suplemento, pero fue lo único que utilizamos además de la dieta, dijo.
Al año, las mujeres habían recuperado un 9% del tejido trabecular. La intervención aumenta el volumen de las trabéculas -precisó Zanchetta-. No es tanta la diferencia con las mujeres sin enfermedad celíaca, pero aún es estadísticamente significativa. Pero, en este primer año, mejoraron los valores de vitamina D y la salud ósea general. Pensamos que van a seguir mejorando. Son los primeros resultados.
UNA PROTEÍNA PROMISORIA
En otro estudio, el mismo equipo del Udaondo con investigadores de la Universidad de MacMaster de Canadá y el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia descubrieron una proteína que sería clave en la respuesta inmunológica de las personas sensibles al gluten del trigo, la avena, la cebada y el centeno (TACC). Esa reacción destruye la mucosa intestinal y provoca los síntomas de la enfermedad (diarrea, dolor abdominal, malnutrición y anemia, entre otros).
Esto podría abrir un camino para diseñar una terapia alternativa a la dieta sin TACC, que no siempre es fácil de cumplir. Los alimentos sin gluten cuestan tres veces más que sus versiones comunes.
Los equipos que lideraron Bai y la doctora Elena Verdú, profesora adjunta del Instituto Farncombe de MacMaster, detectaron que las personas celíacas tienen menos elafina, una proteína de la mucosa intestinal, que las personas sin la enfermedad.
Exploramos si los niveles de elafina estaban alterados en los pacientes con enfermedad celíaca activa -contó Verdú a LA NACION-. Y en ellos detectamos una disminución significativa comparado con los pacientes tratados con la dieta libre de gluten y las personas sin enfermedad celíaca. Lo atribuyó quizás al daño de la mucosa [del intestino delgado] que causa la enfermedad y la pérdida pasiva de la elafina. Sin embargo -agregó-, en un estudio in vitro comprobamos que la elafina retarda el proceso de [modificación] del gluten.
El doctor Edgardo Smecuol, coautor del estudio, explicó que cuando las personas celíacas comen un alimento con gluten, el organismo no lo puede digerir y se liberan sustancias (péptidos) que generan inflamación. Una enzima (transglutaminasa) la amplifica.
La elafina interactúa con la transglutaminasa y reduce la reacción que incrementa la toxicidad de los péptidos del gluten maldigeridos -indicó Smecuol-. En los ratones, la administración de elafina protegió la mucosa intestinal del daño que induce el gluten.
Bai recordó que uno de los principales problemas de las personas que tienen que evitar el gluten de por vida son las fuentes ocultas de la proteína. De ahí la necesidad de contar con terapias alternativas a la dieta sin TACC -destacó-. Estos resultados abrirían la posibilidad de que la elafina sea un nuevo adyuvante.
Podría agregarle flexibilidad a la dieta restrictiva por el resto de la vida, mejorar la calidad de vida y, también, acelerar la curación de la lesión celíaca.
Y, según esperan los investigadores, hasta podría servir para tratar la sensibilidad al gluten no celíaca, un trastorno que, de acuerdo con lo que comentó Bai, se detecta cada vez más en los consultorios.
En el país, de acuerdo con las estadísticas del Ministerio de Salud, unas 400.000 personas son celíacas, pero menos de un cuarto lo saben.
Ambos estudios se presentaron durante el último Congreso Argentino de Gastroenterología y Endoscopia Digestiva, que se realizó en el país.
Fuente: La Nacion
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