Con las primeras aguas otoñales y el frío prematuro de los últimos días comenzó el desbande veraniego. Pronto cerrarán sus puertas los grandes palacios solariegos, los chalets lujosos, las quintas primorosas, adornadas con las flores de los jardines y el verdor espléndido del bosque. A la tristeza del otoño, se unirá esta suprema tristeza de la soledad tranquila y el silencio adusto. Los que pasaron alegremente el verano en este paraíso, desaparecerán como las golondrinas, absorbidos por el tráfico y la vida inquieta de la gran ciudad. Pero estamos seguros de que, cualesquiera sean sus ocupaciones no nos olvidarán. No, no es posible que olviden este rincón amado. Y la señal infalible de que no nos olvidarán, es que también volverán a buscar el descanso saludable en el próximo estío.
El pueblo de San Isidro, amable y cariñoso como ningún otro con los que visitándolo saben honrarlo, siente en estos momentos la tristeza de la despedida; pero como amigo sincero, alégrese con la esperanza gentil de la vuelta. Es interpretando este sentimiento de nuestro pueblo, que nosotros al presentar un humilde saludo de despedida y bienandanza a los que se van, exclamamos muy sinceramente: No nos olvidéis, que San Isidro no os olvida. Volved pronto y volved alegres. ¡Hasta después!... ¡Hasta luego!....
Notas Sociales, 'San Isidro', San Isidro, 9 de abril de 1921, p. 7
En la foto vemos el Paseo de los Inmigrantes de la localidad de Villa Adelina