La salud está de moda. La salud y la belleza. Aunque belleza también es salud, escuché decir... Hay que ir al gimnasio, hacerse el chequeo médico, comer full sano, eso sí: evitar las grasas a como dé lugar. Tomar mucha agua, trotar, sí, hay que trotar.
Es que la misión del ser humano del siglo XXI es verse y sentirse bien. Un buen corte de cabello. Mira cómo se me marca el trícep: ¿Viste? Hay que ir mucho al médico. Mucho. Aunque no lo necesites, porque nunca se sabe. Hay que tomar calcio, pastillas para la memoria, hierro, zinc. Hay que hacer ejercicios de respiración. Siempre.
Lo que pasa es que también está de moda no creer en Dios. ¡Demuéstrame que existe! ¡Yo no lo veo! ¡Si no lo veo no existe!
Y como está de moda no creer en Dios nadie se quiere morir, porque nunca se sabe.
Entonces nos obsesionamos por la salud y por disfrutar la vida en este mundo aunque para los pobres niños de Somalia sea inmundo.
Antes, cuando escribí esto, estuve conciente del rechazo inconmensurable que palabras como Dios, Biblia o Jesús generan entre quienes decidieron sumarse al ateísmo. Ahora, cuando usted lee, todavía no sabe qué intentan plantearle en este texto.
Bien. Hoy le recomendaré un libro: eso ya lo sabe por el título. El libro en cuestión es Job. El de la Biblia. ¿Por qué Job? ¿Por qué no mejor Cien años de soledad o Los miserables? Porque Job es mejor.
Algunos eruditos sitúan la fecha de su redacción en los confines más recónditos de la historia, otros plantean que tiene apenas 3.500 años. Sea como sea, el contenido de ese libro deslumbró a los antiguos por su belleza así como a los científicos actuales por sus misterios.
El relato es simple: Satanás se presenta en la corte celestial y pide al Todopoderoso que le permita poner bajo prueba a Job, quien es un hombre rico y justo. Dios acepta. De inmediato a Job se le mueren todos sus hijos, queda en la ruina y hasta le cae una terrible enfermedad en la piel.
En medio de la desolación y la tristeza, Job maldice el día de su propio nacimiento. Pero luego vienen sus antiguos amigos a decirle que si le pasó todo eso, por algo habrá sido; porque Dios no castiga al bueno sino al maluco...
La rabia de Job se incrementa y se dan circunstancias que usted debe leer sin que le cuenten. Pero vamos al momento en que Dios le habla a Job. Lo que el Creador le dice al atormentado hombre que se queja no es nada normal.
El relato bíblico que se adelanta a la ciencia.
Hace 3.500 años, cuando se redactó este libro, se pensaba que el mundo era plano y que estaba sostenido por una tortuga gigante o por un titán llamado Atlas. Pero por algún extraño motivo en
Job 26:7 está escrito que el mundo cuelga sobre la nada, lo que se adelanta 30 siglos a los descubrimientos sobre la ley de gravedad y la redondez de la tiera.
Más adelante, en el capítulo 38, versículo 24,
Dios le pregunta al quejoso Job por qué camino se reparte la luz. Y eso que la capacidad que tiene la luz de dividirse fue observada apenas en 1666 por Isaac Newton, y que la teoría de los cuantos tuvo que esperar a Einstein en 1905 para ser confirmada.
Pero los motivos por los cuales se maravillan los científicos en pleno siglo XXI no terminan allí. Apenas en 1740 fue cuando, gracias a los trabajos de Perrault y Mariotte, la ciencia moderna identificó el proceso que debe cumplirse para que llueva. Sin embargo, miles de años antes, en Job ya estaba escrito que
Él atrae las gotas de las aguas, al transformarse el vapor en lluvia, la cual destilan las nubes, goteando en abundancia sobre los hombres (36:27-28).
¿Sigue usted incrédulo sobre las maravillas de este libro que de paso es bien corto?
Hay más: en el
capítulo 28, versículo 25 dice que el viento tiene peso. Eso se descubrió hace apenas cuatrocientos y pico de años, cuando Evangelista Torichelli inventó el barómetro.
¿Más datos? Lea el libro. Usted se habrá preguntado por qué la Biblia no nombra a los dinosaurios, lea Job y note lo que dice Dios sobre el Beermot, un animal que tumba cedros con su cola gigante; o el Leviatán: que duerme en las entrañas de la tierra.
Hay incluso un verso que da posibilidades a la vida más allá de la tierra, en otros planetas, pero no vale la pena que le siga contando. Lea el libro de Job. Deslúmbrese.
No se deje engañar por quienes dicen que no hay nada bueno en la Biblia.