Mons. Arancedo: No hagamos de la Eucaristía una rutina de nuestra vida religiosa
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que en la solemnidad del Corpus Christi celebramos con gratitud y espíritu de adoración el sacramento de la presencia real de Jesucristo, la Eucaristía. La vida cristiana nace y crece en el encuentro vivo con Jesucristo.
¿Cuáles son los lugares de este encuentro con Jesucristo? Él mismo nos habla de su presencia como un testamento vivo a través de su Palabra y de los Sacramentos. Para ello instituyó la Iglesia, cuya misión propia es ser el ámbito de encuentro con Él donde lo recibimos y desde dónde lo predicamos, por eso ella es nuestra casa y la llamamos nuestra madre, subrayó.
El prelado sostuvo que al celebrar el Corpus Christi, la Iglesia quiere dirigir su mirada agradecida a Su presencia real en el sacramento de la Eucaristía. La fe en esta presencia del Señor se apoya en su misma Palabra, a la que siempre volvemos para renovar nuestro encuentro, iluminar nuestra vida y dar sentido a nuestro caminar.
Tras afirmar que el encuentro con Jesucristo es el camino más seguro que me lleva a compartir su vida y su misión, aseveró que no seguimos una idea o sólo una doctrina, sino a una Persona que nos comunica su Vida, y con quien hoy podemos establecer un vínculo personal. Dios, en Jesucristo, se ha hecho Camino y Vida para nosotros.
El arzobispo santafesino indicó que este año hemos elegido como lema de nuestra celebración del Corpus Christi: "La Eucaristía nos hermana y reconcilia" y explicó que estamos hablando de la presencia de Jesucristo que se nos comunica como un don y nos compromete a ser sus testigos. No podríamos celebrar y compartir la Eucaristía y, al mismo tiempo, no asumir la vida y la misión de Jesucristo.
La Eucaristía es el Pan que nos hace hermanos. ¡Cuántas heridas y distancias hay entre quienes celebramos el sacramento del amor, de la reconciliación y la comunión! Si la Eucaristía no nos hace entrar en ese dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo, es señal de que no participamos plenamente en ella, en su Vida y exigencia fraterna, agregó.
Por último, monseñor Arancedo pidió no "acostumbrarnos a celebrar la Eucaristía como una rutina de nuestra vida religiosa, sino que siempre debe tener el sentido de lo nuevo, de aquello que nos desafía, que mantiene nuestra juventud espiritual y nos abre a una esperanza con horizontes de eternidad. ¡Qué triste la imagen de una comunidad que celebra la Eucaristía, y muestra el rostro de una Iglesia cansada, sin alegría y con falta de dinamismo misionero!.