Florybeth Mora, la mujer sanada de un aneurisma cerebral de forma milagrosa por intercesión del beato Juan Pablo II, aseguró que es un privilegio haber sido elegida por Dios y confirmada por el Vaticano para posibilitar que el pontífice polaco sea venerado en toda la Iglesia como santo.
La mujer costarricense, de 49 años, llegó este miércoles a Roma para participar de la ceremonia de canonización en la que se proclamará oficialmente santo a los papas Juan Pablo II y Juan XXIII. Además, tendrá una audiencia privada con el papa Francisco, lo cual es motivo de dicha, según manifestó en una entrevista a la FM Parroquial 105.1, de Buenos Aires.
Quedamos impactados con su personalidad, su calidez humana, su amor a la juventud. Cuando pasó, sentí algo extraño. Recuerdo que me dio mucho escalofrío. Siempre dije que era un hombre extraordinario, por eso, en los momentos más críticos de mi vida, lo tuve presente. Para mí siempre fue un santo, expresó al recordar por qué se confió a la intercesión del papa Wojtyla.
Mora recordó cómo hace tres años, sintió algo repentino, un fuerte dolor de cabeza que devino en el descubrimiento de un aneurisma cerebral, ubicado en una zona inalcanzable.
El médico me dijo que en un mes iba a morir relató-. Me dijo que hablara con mis hijos, y le pedí a mi marido que no me dejara morir. A mis hijos les dije que sigan siendo unos chicos buenos, y le pedí a mis hermanos que los cuidaran y den apoyo a mi esposo.
Florybeth pasó entonces momentos angustiantes, por ella y por el sufrimiento que podrían pasar sus familiares. Pero luego de confiarse a la oración, milagrosamente se curó.
El 1º de mayo de 2011 fue su nuevo amanecer, luego de estar días en cama. Aquel día vio la beatificación de Juan Pablo II por televisión, al no poder acercarse a alguna parroquia para poder presenciarla con la gente de la comunidad.
Desperté esa madrugada; no me explico cómo, porque los médicos me habían recetado unos sedantes, que tomaba cada día. Vi entonces al papa Benedicto y a la monja sanada, que llevaba la reliquia. Y de repente me quedé nuevamente dormida.
Florybeth recuerda que despertó esa mañana a las 8. Tenía cerca de su cama un suplemento especial que conmemoraba el pontificado de Juan Pablo II. En la soledad de mi cuarto, escuché una voz que me decía «Levántate». Yo me decía a mí misma ¡Dios mío, si estoy sola!
Entonces, ella recuerda que se fijó en el suplemento, donde había una fotografía de Juan Pablo II con las manos alzadas, que le parecieron estar levantadas del retrato, en señal de ánimo.
No es que yo haya saltado de la cama advirtió-. El Señor fue preparando mi espíritu para este momento. Me quitó mis miedos, me quitó la agonía, y me llenó de una paz que me dio la certeza de que estaba sana, a pesar de estar paralizada. Con los meses se fue evidenciando
El médico, sorprendido, no podía creer lo que sucedía. La mujer creía firmemente que Juan Pablo II la había curado. El neurólogo, sin desear darle falsas esperanzas, revisó los exámenes para corroborar que fueran ciertos. No podía comprender que una mujer con el impacto cerebral que yo tenía estuviera libre de signos o secuelas como los estudios lo habían demostrado, contó.
La nueva vida de Florybeth
Cada vez que me preguntan la edad, digo que tengo tres años. Desde entonces, he renacido, he comenzado a vivir una vida llena de espiritualidad. Mucha gente me pregunta si cambié mucho; yo les digo que sí: sigo siendo la misma mujer, pero estoy llena de amor a Dios.
Mi compromiso es decirle al mundo que Dios es grande y misericordioso. Siempre trato de compartir mi testimonio con la gente que me quiera escuchar. Dos, tres, cuatro o hasta cinco entrevistas diarias, y mi cansancio no importa. Lo importante es que el mensaje de Dios llegue a todos los confines del mundo.
Si abrimos nuestro corazón a Dios, nuestros ojos, nuestra alma, reconoceremos que Dios nos escucha. Somos nosotros los que a veces no queremos escucharlo a Él. Él, en cambio, siempre escucha, afirmó la mujer, completamente confiada a Dios.