Científicos registraron recientemente entre -92 y -94 grados Celsius en una meseta de hielo desolada y remota en el este de la Antártida, superando un récord establecido en 1983, informó Ted Scambos, científico jefe del Centro Nacional de Nieve y Hielo Center (NSIDC).

"Nunca he estado en condiciones de frío y espero nunca estarlo", dijo Scambos. "Me han dicho que cada respiración es dolorosa y hay que tener mucho cuidado al inhalar para no congelar parte de la garganta o los pulmones”, dijo Scambos, según NSIDC el 9 de diciembre.

Se trata de las temperaturas más bajas en la Tierra y ocupan una larga franja de unos 1.000 kilómetros en el tramo más alto de la brecha de hielo de la Antártida Oriental.

Las mediciones se realizaron entre los años 2003 y 2013 por el espectroradiómetro MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer), un sensor a bordo del satélite Aqua de la NASA, y por el satélite Landsat 8, también de la NASA, durante el invierno del hemisferio sur en 2013.

“Las temperaturas récord son varios grados más frío que el anterior récord de -89,2 grados Celsius (-128.6 º F) medido el 21 de julio de 1983 en la Estación de Investigación Vostok en la Antártida oriental”, señalaron los investigadores.

A modo comparativo, las temperaturas más bajas en otros puntos del planeta, son de -62 grados Celsius (-79.6 grados Fahrenheit) en Alaska, -68 grados Celsius (-90.4 grados Fahrenheit) en el norte de Asia y -75 grados Celsius (-103 grados Fahrenheit) en la cumbre de la capa de hielo de Groenlandia.

Scambos explicó que en la Antártica existen unos fríos espacios de 5 por 10 kilómetros (tres por seis millas), a los cuales llamó “bolsas”, y están generadas por las formas de la topografía de pequeños huecos de unos dos a cuatro metros de profundidad.

Algunas bases antárticas se asientan en cada uno de estos helados sitios, pero por lo general no están ocupadas durante el invierno. Estos huecos están presentes junto a la cordillera de hielo que cubre el trayecto entre Dome Argus y Dome Fuji.

"Las condiciones récords parecen ocurrir cuando un patrón de viento o un gradiente de presión atmosférica trata de mover el aire de nuevo cuesta arriba, empujando contra el aire que se desliza hacia abajo", dijo Scambos. "Esto permite que el aire en los huecos bajo permanecer allí más tiempo y se enfríe aún más en las condiciones de cielo despejado, extremadamente secas", dijo Scambos.

Scambos y su equipo encontraron que estas grietas inusuales en la superficie de hielo de la Antártida oriental tienen varios cientos de años de antigüedad.

El científico hizo notar que en estas fisuras, probablemente las extremadamente bajas temperaturas del invierno hacen que la capa superior de la nieve se reduzca con el fin de acomodar el frío.

Inicialmente se recogieron importantes datos durante más de 30 años por las mediciones satelitales de la Agencia Oceanográfica y Atmosférica de (NOAA). En este último año, un sensor del nuevo satélite Landsat 8 permitió asignar con detalle la temperatura de las bolsas de frío, dijo Scambos. "Están mostrando cómo incluso pequeños montículos se pegan hacia arriba por el aire frío".

El investigador de NSIDC cree que hay un límite físico al máximo frío que puede conseguir en esta zona antártica y de cuánto calor puede escapar. Scambos aclaró que aunque se trata de un lugar extremadamente frío, “la superficie de la Antártida irradia calor o energía en el espacio, sobre todo cuando el ambiente es seco y libre de nubes”.

"Los niveles de dióxido de carbono, óxido de nitrógeno, trazas de vapor de agua y otros gases en el aire pueden imponer un límite más o menos uniforme de la cantidad de calor que se puede irradiar desde la superficie", dijo Scambos.