El prójimo en mí
Por sinay
  
Lunes, 02/12/2013
Pregunta:
Señor Sinay: no entiendo cómo ciertas personas no sienten el daño y el dolor que causan a los demás al centrar su accionar sólo en lo que les produce placer, satisfacción, poder, mejor imagen. Todos somos egocéntricos en mayor o menor medida. Pero hay quienes van por la vida centrados sólo en su ombligo, y a veces usan y descartan a seres a los que les deben lealtad: padres, pareja, hijos.


Respuesta
Aunque resulte paradójico, esas personas que tanto abundan y que ponen el eje del mundo en su ombligo mientras se desentienden de los demás, son finalmente las que menos se conocen a sí mismas. Es que, como advertía el divulgador científico Daniel Goleman en su clásico La inteligencia emocional, la empatía nace del conocimiento de uno mismo. Quien puede registrar y comprender sus propias emociones, necesidades y sentimientos está capacitado para reconocerlos en otros. Y no sólo reconocerlos, sino además entender de qué se trata, cómo se siente esa persona, qué necesita. Allí nace esa habilidad para la comunicación compasiva y activa llamada empatía. Esto último es esencial. Cuando simpatizamos con alguien, nuestro registro y comprensión son datos superficiales. Cuando empatizamos pasamos a la acción, la emoción del otro; su necesidad o su dolor nos mueven a hacer por él lo que, en su lugar, necesitaríamos que otro hiciera por nosotros.

No se puede generalizar sobre las causas por las cuales hay personas discapacitadas para reconocer la emoción ajena, conmoverse y actuar con ella. Aunque hay algunas evidencias de que quienes se criaron en ambientes empáticos, en los que se prestaba atención a sus emociones y se les ayudaba a comprender de qué manera sus actos afectaban a otros, tienen más desarrollada esa habilidad enriquecedora del vínculo humano. En cuanto a si se puede modificar la conducta egoísta, hay que recordar que los seres humanos contamos con la conciencia, poderosa herramienta para explorarnos, comprender el alcance de nuestras acciones y modificar actitudes. Donde empieza la conciencia mueren las excusas.


Por sinay