Investigadores Argentinos están desarrollando vehículos no tripulados para usos civiles
Investigadores del ITBA están desarrollando el cerebro de un grupo de vehículos no tripulados. Orientado a aplicaciones civiles, el objetivo es darles la autonomía suficiente para volar en equipo y comunicarse entre sí.
Agencia TSS Al presente hay varios equipos que están desarrollando en la Argentina prototipos de vehículos aéreos no tripulados, conocidos como UAV (por el inglés unmanned aerial vehicle). Un grupo de ingenieros del ITBA (Instituto Tecnológico Buenos Aires) trabajan en el desarrollo de un sistema de vehículos capaces de volar de manera autónoma,
Ricardo Sánchez Peña, coordinador del grupo, director de la carrera de Doctorado en Ingeniería e investigador principal del CONICET, le explica a TSS que el desarrollo consiste en un sistema capaz de hacer que varios vehículos no tripulados puedan volar y comunicarse entre sí. Estamos probando los algoritmos que conectan los UAV entre sí en una simulación, comenta, y estima que a fin de año ya los estarán probando en vuelos cortos, de alrededor de 15 minutos.
Concebido para ser utilizados en aplicaciones civiles, este sistema se propone recaudar información para la detección de incendios en bosques, de grietas en edificios de altura o de puntos calientes en cables de alta tensión, por ejemplo.
Lo importante no es que vuelen mucho o poco, sino que se puedan comunicar entre ellos, que puedan volar en flotilla y que puedan cumplir la misión que se les encargue por computadora, explica Sánchez Peña. Y destaca que la programación de estos vehículos es independiente de su tamaño, ya que la idea es transferirla para que sea aplicada a UAV más grandes, que puedan volar durante horas.
En detalle, estos ingenieros están trabajando con tres cuadrotores (que son vehículos que poseen cuatro motores con vuelos similares a los de los helicópteros) livianos, de alrededor de 50 centímetros de largo, que soportan hasta 150 gramos y funcionan con baterías lipo (litio-polímero), similares a los aviones a control remoto que se compran en las jugueterías. Cada uno lleva tres sensores y dos cámaras, y los investigadores les agregaron un GPS. Además, están ensamblando un hexarotor (dispositivo con seis motores).
Nuestro valor agregado es toda la parte de algoritmos, juntamos todo el hardware y lo combinamos para tener una flotilla de UAV que puedan completar una misión, aclara Sánchez Peña. Una vez que el desarrollo esté completo, si es transferido a una empresa (o al Estado), aunque los equipos se compren en el exterior porque no se fabrican en el país, el desarrollo puede ser mucho más barato que si se decidiera importar una solución similar, llave en mano.
En este sentido, alrededor del 90 por ciento de los componentes y dispositivos que están utilizando los investigadores para armar estos UAV y hacer las pruebas de programación fueron adquiridos en el extranjero. Por ejemplo, tal como detalla Sánchez Peña, compraron los UAVs en Estados Unidos, a un precio que rondaba los 300 dólares cada uno, así como plaquetas, computadoras y GPS para agregarles a los vehículos.
Lo fundamental es el software y toda la parte matemática y computacional que va adentro de los aparatos, reitera el especialista. Y concluye: El resto se compra, así ganás tiempo, porque si empezás a fabricar los aparatitos y armarlos acá, para comprar todos los componentes nacionales, pueden pasar cinco años. Nosotros cortamos camino: compramos, y lo que no está hecho es lo que hacemos.
Vanina Lombardi
Fuente: UNSAM
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