El amanecer iluminó en este invierno por primera vez a una ciudad noruega en un oscuro valle, el pasado miércoles, gracias a la tecnología. Unos gigantescos espejos colocados en la ladera de una montaña colindante reflejaron la luz solar en el pueblo de Rjukan cumpliéndose así un sueño centenario.

Cerca de un millar de personas, incluidos los niños, con gafas de sol y con soles amarillos pintados en sus caras, ovacionaron cuando nuestra estrella apareció entre las nubes para iluminar la plaza principal de Rjukan.

Hemos vivido hasta ahora, en la sombra permanente desde principios de octubre hasta mediados de marzo.

Los espejos equipados con sensores, que funcionan con energía solar y eólica, se ajustarán automáticamente, siguiendo el Sol, brillando continuamente en la plaza del pueblo en el fondo del valle.

Steinar Bergsland, alcalde de la zona, incluyendo Rjukan, dice que la idea en sí tiene 100 años y se logró hoy, en una ciudad "donde lo imposible puede ser posible".

El hombre detrás de la idea es Martin Andersen, artista y residente de Rjukan.

Se mudó a la ciudad desde París en 2001, y cuenta lo que significó perder el Sol, que veía como se alejaba más y más en lo alto de la ladera de la montaña durante el invierno.

3.500 habitantes viven en esta pequeña ciudad industrial, que está a 110 kilómetros al oeste de Oslo.

La luz solar reflejada, que cubre 6.500 pies cuadrados, tiene la intención de crear un lugar de encuentro de lugareños sol-hambrientos y una atracción para los turistas. Los organizadores dicen que la luz reflejada será más del 80 por ciento más brillante que el Sol real.

El Sol brilla en el verano, cuando está en lo más alto en los cielos, pero desaparece el 4 de octubre, tras las montañas y no vuelve hasta el 12 de marzo.

Espejos similares se establecieron por primera vez en 2006 en la localidad italiana de Viganella, en los Alpes, que también está encerrada en un valle oscuro.

Rjukan está ubicado en un profundo valle a la sombra de Gaustatoppen, una montaña de más de 2000 metros de altura que aloja una estación de esquí.

La idea fue propuesta por primera vez en una carta a un periódico local por un tenedor de libros, Oscar Kittilsen, el 31 de octubre de 1913.