Hashima, una pequeña isla ubicada a escasos veinte kilómetros de la península de Nagasaki, es hoy en día un lugar sin vida y una más del medio millar de islas desiertas que hay en el archipiélago japonés.
Pero hasta hace cuatro décadas todo era muy distinto allí, ya que fue uno de los principales lugares de producción de carbón que, desde 1890, se explotó en el país, convirtiéndolo en uno de los sitios con mayor densidad de población del planeta. Pero a mediados de la década de los años 50 el petróleo comenzó a imponerse como fuente de energía, siendo el consumo de carbón cada vez menor. A inicios de 1970 la crisis de este mineral estaba tocando fondo, haciendo perder muchísimo dinero a la compañía Mitsubishi que se planteó cerrar la planta de Hashima (con todos los gastos que le reportaba el dar vivienda y trabajo a miles de familias) y buscar otros puntos de explotación en la isla de Japón, algo que le supondría un ahorro millonario.