Los Santos hermanos Cosme y Damián, médicos que curaban gratuitamente por amor a Jesucristo, mártires de la fe en Siria: rogad por los cristianos sufrientes en medio Oriente.
San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium, escribe:
"Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones. Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación. Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que sería demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho es suficiente".
Quiera Dios enviarnos muchos médicos generosos que, a imitación de Cosme y Damián, se dediquen a recetar gratuitamente a los pobres, y a aprovechar su ascendiente para propagar la santa religión de Jesucristo. Qué hermoso fuera que hubiera muchos médicos así.
"Lo que habéis recibido gratis, dadlo también gratuitamente" (Mt. 10,8)
Cosme significa: "adornado, bien presentado"
Damián: "domador"
Estos dos santos han sido (junto con San Lucas) los patronos de los médicos católicos. En oriente los llaman "los no cobradores", porque ejercían la medicina sin cobrar nada a los pacientes pobres.
Eran hermanos gemelos y nacieron en Arabia, en el siglo tercero. Se dedicaron a la medicina y llegaron a ser muy afamados médicos. Pero tenían la especialidad de que a los pobres no les cobraban la consulta ni los remedios. Lo único que les pedía era que les permitieran hablarles por unos minutos acerca de Jesucristo y de su evangelio.
Las gentes los querían muchísimo y en muchos pueblos eran considerados como unos verdaderos benefactores de los pobres. Y ellos aprovechaban su gran popularidad para ir extendiendo la religión de Jesucristo por todos los sitios donde llegaban.
Cosme y Damián frente a Lisias (Retablo de San Marco, 1438-1440),
Alte Pinakothek, Munich, por Fray Angelico.
Lisias, el gobernador de Cilicia, se disgustó muchísimo porque estos dos hermanos propagaban la religión de Jesús. Trató inútilmente de que dejaran de predicar, y como no lo consiguió, mandó echarlos al mar. Pero una ola gigantesca los sacó sanos y salvos a la orilla.
Cosme y Damián rescatados por los ángeles (Retablo de San Marco, 1438-1440), Alte Pinakothek, Munich, por Fray Angelico.
Entonces los mandó quemar vivos, pero las llamas no los tocaron, y en cambio quemaron a los verdugos paganos que los querían atormentar.
Cosme y Damián condenados a la hoguera (Retablo de San Marco, 1438-1440),
National Gallery of Ireland, Dublín, por Fray Angelico.
El prefecto Lisias empezaba a ponerse nervioso. Tenía que encontrar una ejecución más efectiva. Cuelgan a Cosme y Damián de unas cruces y empiezan a lanzarles piedras pero, los proyectiles rebotan y regresan a los que las tiran, sin dañar a los gemelos. "Mecachislamar", dijo Lisias, "poned a los otros tres bajo las cruces y disparad flechas". Las flechas también rebotaban y Lisias empezaba a quedarse sin verdugos.
Crucifixión de Cosme y Damián (Retablo de San Marco, 1438-1440),
Alte Pinakothek, Munich, por Fray Angelico.
Entonces el mandatario pagano mandó que les cortaran la cabeza, y así derramaron su sangre por proclamar su amor al Divino Salvador.
La decapitación de Cosme y Damián (Retablo de San Marco, 1438-1440),
Museo del Louvre, París, por Fray Angelico. (Nota: los cinco cipreses del fondo simbolizan las almas de los hermanos)
Y sucedió entonces que junto a la tumba de los dos hermanos gemelos, Cosme y Damián, empezaron a obrarse maravillosos curaciones. El emperador Justiniano de Constantinopla, en una gravísima enfermedad, se encomendó a estos dos santos mártires y fue curado inexplicablemente. Con sus ministros se fue personalmente a la tumba de los dos santos a darles las gracias.
El entierro de Cosme y Damián (Retablo de San Marco, 1438-1440),
Museo de San Marco, Florencia, por Fray Angelico.
En Constantinopla levantaron dos grandes templos en honor de estos dos famosos mártires y en Roma les construyeron una basílica con bellos mosaicos.
Los hermanos decían al enfermo: "No curamos por nuestro propio poder, sino por el poder de Cristo, el Dios verdadero. Crean en Él, y ser sanados." Debido a que no aceptaban ningún pago por su tratamiento a los enfermos, los santos hermanos fueron llamados "médicos inmercenarios(Anarguíroy en griego)".
No hemos hecho mal a nadie, no estamos involucrados con la magia o la brujería de la que nos acusan. Tratamos a los enfermos por el poder de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no tomamos ninguna pago por prestar ayuda a los enfermos, porque el Señor mandó a sus discípulos: "Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar." (Mt 10, 8)
Padre Santo, médico de las almas y de los cuerpos, que enviaste a Tu Hijo Único, nuestro Señor Jesucristo, a curar toda enfermedad y a librarnos de la muerte, alivia a tu siervo N. de la enfermedad física y espiritual, que lo tiene postrado, por la gracia de Tu Cristo, por la intercesión de nuestra santísima Señora, la Madre de Dios y siempre Virgen María; por la virtud de la preciosa Cruz vivificadora; por las oraciones del santo, glorioso profeta y precursor San Juan Bautista de los santos, gloriosos y célebres apóstoles; de los santos mártires gloriosos y triunfadores, de nuestros justos y teóforos padres; de los santos médicos desprendidos del dinero: San Cosme y San Damián, Ciro y Juan, Pantalón y Ermolao, Sansón y Diómedes, Moisés y Aniceto, Talaleo y Trifón; de los santos y justos ancestros de Dios, San Joaquín y Santa Ana y de todos los santos. Porque Tú eres la fuente de la salud, y Te glorificamos, oh Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén. (del Sacramentario Bizantino para la administración de la Santa Unción de los enfermos)
A pesar de las referencias del martirologio y el breviario, parece más seguro que ambos hermanos fueron martirizados y están enterrados en Cyro, ciudad de Siria no lejos de Alepo. Teodoreto, que fue obispo de Cyro en el siglo V, hace alusión a la suntuosa basílica que ambos Santos poseían allí.
Desde la primera mitad del siglo V existían dos iglesias en honor suyo en Constantinopla, habiéndoles sido dedicadas otras dos en tiempos de Justiniano. También este emperador les edificó otra en Panfilia. En Capadocia, en Matalasca, San Sabas ( 531) transformó en basílica de San Cosme y San Damián la casa de sus padres. En Jerusalén y en Mesopotamia tuvieron igualmente templos. En Edesa eran patronos de un hospital levantado en 457, y se decía que los dos Santos estaban enterrados en dos iglesias diferentes de esta ciudad monacal.
En Egipto, el calendario de Oxyrhyrico del 535 anota que San Cosme posee templo propio. La devoción copta a ambos Santos siempre fue muy ferviente. En San Jorge de Tesalónica aparecen en un mosaico con el calificativo de mártires y médicos. En Bizona, en Escitia, se halla también una iglesia que les levantara el diácono Estéfano. Pero tal vez el más célebre de los santuarios orientales era el de Egea, en Cilicia, donde nació la leyenda llamada "árabe", relatada en dos pasiones, y es la que recogen nuestros actuales libros litúrgicos.
Estos Santos, que a lo largo del siglo V y VI habían conquistado el Oriente, penetraron también triunfalmente en Occidente. Ya hemos referido el testimonio de San Gregorio de Tours. Tenemos testimonios de su culto en Cagliari (Cerdeña), promovido por San Fulgencio, fugitivo de los bárbaros. En Ravena hay mosaicos suyos del siglo VI y VII. El oracional visigótico de Verona los incluye en el calendario de santos que festejaba la Iglesia de España.
Mas donde gozaron de una popularidad excepcional fue en la propia Roma, llegando a tener dedicadas más de diez iglesias. El papa Símaco (498-514) les consagró un oratorio en el Esquilino, que posteriormente se convirtió en abadía. San Félix IV, hacía el año 527, transformó para uso eclesiástico dos célebres edificios antiguos, la basílica de Rómulo y el templum sacrum Urbis, con el archivo civil a ellos anejo, situados en la vía Sacra, en el Foro, dedicándoselo a los dos médicos anárgiros.
Tan magnífico desarrollo alcanzó su culto, por influjo sobre todo de los bizantinos, que, además de esta fecha del 27 de septiembre, se les asignó por obra del papa Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la mitad de este tiempo de penitencia, lo que daba lugar a numerosa asistencia de fieles, que acudían a los celestiales médicos para implorar la salud de alma y cuerpo.
Caso realmente insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a los dichos Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la palabra salus en el introito y ofertorio y estando destinada la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas que obró el Señor en Cafarnaúm aquel mismo día, así como la liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a ellos.
Cabría preguntarse:
¿Por qué hoy estos Santos gloriosos no obran las maravillas de las antiguas edades? Tal vez la contestación podría formularse a través de otra pregunta: ¿Por qué hoy no nos encomendamos a ellos con la misma fe, con esa fe que arranca los milagros?. Pero lo que conviene es que no se apague la fe, que la mano del Señor "no se ha contraído". Y si San Cosme y San Damián continúan siendo patronos de médicos y farmacéuticos, bien podemos seguirles invocando con una oración como ésta, de la antigua liturgia hispana:
"¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída".
Trasplante de Miembros y Cara
Milagro de San Cosme y San Damián. A estos Santos hermanos médicos que vivieron en el siglo III se les atribuye el reemplazo de la pierna de un soldado con cáncer por la de un hombre que acaba de fallecer.
La pregunta de San Agustín que me quedara por siempre grabada sobre los Santos de Dios, nuestros hermanos mayores en Cristo, fue:
"Si entre tantos AQUELLOS pudieron, y entre muchos mas estos OTROS también así lo hicieron. ¿POR QUE TU NO?"
Este presente es para hacerles llegar un sitio web destinado al Rezo del Santo Rosario para aquellas personas que estando solas, puedan sentirse acompañadas en una oración continua con Jesús y la Virgen María.
"El Rosario es uno de los signos más elocuentes del amor que las generaciones jóvenes sienten por Jesús y por su Madre, María"
La devoción de los Siete Dolores de la VIRGEN MARÍA
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LA ÚLTIMA CIMA nos muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes. Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Pablo es, nada más y nada menos, que un buen cura.
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