Investigadores Argentinos inventan un aparato para medir la inflamabilidad de las especies vegetales‏
Por tomamateyavivate
  
Lunes, 20/05/2013
En Córdoba desarrollaron un aparato para medir la inflamabilidad de las plantas en el campo, de una manera simple, estandarizada y de muy bajo costo. La inflamabilidad indica cuán fácilmente una planta se quema y cuál su capacidad de permanecer encendida y trasladar el fuego a otra planta.

El aparato consta de un barril metálico de 200 litros cortado a la mitad y colocado horizontalmente. Dentro del barril hay una malla metálica cuadriculada que es donde se colocan las muestras de plantas, que consisten de porciones de hasta 70 cm de largo. Adosado a la malla o parrilla hay un termómetro conectado a un medidor en la parte externa del aparato, que permite saber si la parrilla tiene la temperatura adecuada para realizar el experimento.

Debajo de la parrilla hay tres quemadores paralelos que son los que permiten mantener una temperatura constante (que en nuestro experimento fue de 150°C) para realizar el precalentamiento de las muestras durante el experimento. Además en el extremo anterior del aparato hay un soplete adosado en la parte interna del barril; este soplete apunta hacia la muestra vegetal que está sobre la parrilla. Una vez terminado el precalentamiento de la muestra (dos minutos en este experimento) el soplete es encendido por diez segundos para darle una fuente de ignición a la muestra.

El siguiente paso, es que el aparato mide cuatro parámetros claves para determinar la inflamabilidad de la planta: Primero, temperatura máxima alcanzada, que es medida con un termómetro infrarrojo (mide la radiación emitida por la planta mientras se quema y por lo tanto no necesita estar en contacto con la planta). Segundo, longitud quemada, que se trata simplemente de la medición (en centímetros) de la distancia que recorrió el fuego a lo largo de la planta durante el experimento. Tercero, tiempo de quemad, es decir el tiempo que la planta permaneció encendida. Cuarto, biomasa consumida, que se trata de una medición de la cantidad de material vegetal que es consumida por el fuego durante el experimento.

Luego, dividiendo la longitud quemada por el tiempo se obtiene una tasa de quemado, que indica la capacidad de la planta para trasladar el fuego. Finalmente, con los parámetros medidos elaboramos un índice de inflamabilidad para cada una de las especies estudiadas.

Lo novedoso es, por un lado, la estandarización de un método para medir inflamabilidad de plantas enteras (o porciones de plantas) de manera que los datos recolectados en diferentes lugares del mundo puedan ser comparados directamente; y por otro lado, el hecho que el aparato y el protocolo permiten obtener datos valiosos en el campo de una forma rápida y simple, para un gran número de especies y a un costo muy bajo. Este método se diferencia de otros utilizados comúnmente en mediciones de porciones de plantas o plantas enteras (de hasta 70 cm de longitud), lo cual es más realista que la medición de pequeñas porciones de plantas (como hojas, o pedacitos de ramas) que suele realizarse en otros estudios sobre inflamabilidad. Además estos métodos requieren instalaciones de laboratorio que pueden llegar a ser muy complejas y costosas en algunos casos.

Los autores “formales” de este desarrollo son Gustavo Bertone, que es Técnico del CONICET y trabaja en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) al igual que Pedro Jaureguiberry; la Dra. Sandra Díaz, quien fue la directora de tesis de este último y además lo dirige en su actual cargo.

“Este proyecto surgió dentro del marco de mi tesis doctoral que finalicé en abril de 2012. En el plan planteé que mediría la inflamabilidad de las especies dominantes del Bosque Chaqueño Occidental, pero no tenía totalmente definido cómo lo iba a hacer.

Sabíamos desde ya que existían protocolos para medir la inflamabilidad de otras maneras, pero estos protocolos tenían dos limitantes principales: por un lado, la mayoría de esos métodos miden la inflamabilidad de porciones pequeñas de plantas, tales como hojas o pedacitos de ramas, lo cual no es muy realista si se quiere saber cuál es la inflamabilidad de una planta en el campo, ya que en este caso la arquitectura y estructura de la planta juega un rol muy importante; y por otro lado, las instalaciones de laboratorio requeridas para estas mediciones son costosas y poco prácticas si se pretende medir la inflamabilidad de un gran número de especies. Por eso luego de consultar bibliografía y discutir entre nosotros y con otros ecólogos que estudian el fuego en otras regiones del mundo, empezamos a desarrollar el aparato y el protocolo que cumpliera con los requisitos que necesitábamos”, detalla Jaureguiberry en diálogo con EL OTRO MATE.

Tanto el aparato como el protocolo desarrollados pueden ser muy útiles para generar información muy necesaria sobre la inflamabilidad de las especies vegetales de distintas partes del mundo. El método es simple y de bajo costo, y por lo tanto accesible a cualquier grupo que investigue la ecología del fuego. Además permite tomar datos en zonas muy remotas, lo cual es una limitante muy grande para los métodos que requieren de instalaciones de laboratorio. Por lo tanto, esta ventaja es muy importante en países extensos como Argentina u otros países en los que el fuego es un tema muy relevante, como Australia o Sudáfrica, por ejemplo.

Este desarrollo forma parte del proyecto DiverSus, financiado por CONICET, FoNCyT y el Inter American Institute for Global Change Research. Además, este invento fue publicado en la revista Austral Ecology.

“Esperamos que la implementación de nuestro método sirva para recolectar datos de distintas regiones del mundo, lo cual permitirá comparar distintas floras y avanzar tanto desde el punto de vista de la ecología, por ejemplo, analizando las implicancias evolutivas de los datos obtenidos de regiones con distintos regímenes históricos de fuego; como desde el punto de vista del manejo del fuego, por ej. a través de la elaboración de mapas de riesgo de distintas comunidades de plantas.

En este sentido, nuestro trabajo es un primer paso ya que queda mucho por hacer, especialmente en el estudio de la ecología del fuego a nivel de comunidades vegetales”, augura Jaureguiberry.

Foto: Pedro Jaureguiberry
Fuente: EL OTRO MATE

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