Los tres corazones de la pasión
Por sinay
  
Jueves, 02/05/2013
Los hinchas vienen en tres categorías (simpatizantes, fanáticos y amantes). Sus corazones también.

El simpatizante sigue de lejos los dolores del equipo y se suma a los goces de un modo casual y liviano. Este fin de semana estará interesado, pero no sufrirá mayormente. Su corazón está a salvo. El amante espera con emoción cada cita semanal, sueña con ella, integra las tristezas y alegrías futboleras a su vida sin detenerla; tiene compromiso con su equipo, una memoria fiel y agradecida, y ese amor enriquece su vida, no la degrada.

Según cómo le vaya hoy o mañana a la camiseta querida, el amante generará endorfinas (ese neurotransmisor llamado "droga de la felicidad"), renovará los votos amorosos, se sumergirá con alegría en proyectos laborales, familiares, sociales o existenciales con afán y creatividad. O vivirá algunos días teñidos por una pátina de melancolía y suave depresión de la que saldrá con el amor intacto.

El amor protegerá a su corazón, no del dolor, pero sí de sustos mayores. Y lo digo como amante de River; es decir que soy de los que tienen un corazón que transitará este fin de semana por todos estos estímulos.

En cambio, el organismo del fanático no conoce la endorfina. Sólo produce adrenalina, es puro estrés en la derrota o en la victoria. Su club es obsesión y la suerte que corra en el campo de juego suscita emociones más que fuertes.

Familia, amigos, pareja, trabajo, etcétera son un telón de fondo, perturbaciones que lo apartan de su punto fijo. Y ni hablar de los hinchas contrarios. Le resultan anomalías insoportables que tendrá que aguantar más allá de los 90 minutos que dura el partido.

Simpatizantes y amantes tienen vida fuera de la tribuna, de la tabla de promedios o de los shows deportivos de la tele. Al fanático fuera de eso le espera la angustia, el vacío existencial: y lo tapa con la bandera del equipo.

No entiende a quien no vive así, su reloj biológico tiene forma de pelota. Si algún fanático sobrevive a este fin de semana (en la derrota o en la victoria), será quien, además de fanático, sea cardiólogo. Porque, a juzgar por lo que se viene, no habrá corazón (propio o ajeno) que los aguante.


Por sinay