Eduardo Dimet está maravillado con la noticia de que Jorge Bergoglio sea el nuevo Papa. Aún le cuesta creerlo. Repasa su historia de vida y dice que Francisco tuvo un papel preponderante. Su familia no es la misma desde que fue tocada por él. Escribe desde Canadá a LA NACION para contar que hace tres meses el entonces Cardenal bautizó a su cuñado Federico, ya mayor, que necesitaba esa bendición de la Iglesia que le costaba conseguir para poder ser padrino de su beba.

El lo cuenta así: "Mi esposa, mi hijo Eduardo, mi hija Emilie y yo vivimos hace tres años en Canadá por temas laborales. Hace seis meses decidimos bautizar a nuestra hija en la Argentina y queríamos que el padrino fuera mi cuñado Federico Abalsamo. Cuando le preguntamos a Federico nos dijo que le encantaría pero que necesitaba bautizarse para ser padrino". Ahí empezó la odisea.

"La familia de mi esposa es judeo católica, ya que la madre de mi esposa es judía y el padre es católico. Los padres siempre les dieron la opción de elegir su religión y mi esposa eligió la religión católica, la hermana de ella, Carolina, la judía y el hermano, Federico, siempre estuvo más cerca del catolicismo pero nunca se bautizó. Entonces esa era una buena oportunidad para hacerlo".

Fue así como empezó a averiguar para bautizarse pero en varias iglesias le ponían trabas de cursos o trámites burocráticos para hacerlo. Cansado de andar, Federico los llamó y les agradeció que lo hubieran elegido como padrino pero les contó que por las trabas no se iba a poder bautizar.

"Mi esposa no quiso resignarse y llamó a la Diócesis de Buenos Aires para intentar hablar con Jorge Bergoglio, en aquel entonces Cardenal. Esto fue hace tres meses. Habló con la secretaria, que escuchó con atención la historia. Quince minutos más tarde sonó el teléfono de casa y era el mismísimo Bergoglio llamando para preguntarnos en qué nos podía ayudar", cuenta Eduardo y dice que aún no lo puede creer. "No lo conocíamos, no nos conocía y, sin embargo, nos llamó!".

Su esposa le relató la historia familiar y Bergoglio dijo que "con mucho gusto" iba a bautizar a Federico. Pidió que ese mismo sábado fuera a la Catedral que él mismo lo iba a bautizar. Al terminar, el entonces cardenal, le dijo a Federico: "Jamás se olvide de sus raíces judías".

Eduardo continúa el relato, emocionado: "Como si eso fuera poco Bergoglio se ofreció a bautizar a mi hija. Nosotros no lo podíamos creer".

El Cardenal se tomó la molestia de ir hasta la iglesia de San Martín de Tours un sábado a la tarde a bautizar especialmente a la pequeña. "Tuvo la humildad de un grande".