MISA CRIOLLA | Los Fronterizos (1964) | Ariel Ramírez
Por rikydk
Miercoles, 20/02/2013
La Misa Criolla es una obra musical para solistas, coro y orquesta, de naturaleza religiosa y folklórica, creada por el músico argentino Ariel Ramírez. Los textos litúrgicos fueron traducidos y adaptados por los sacerdotes Antonio Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade. Considerada una de las obras cumbres de la música argentina. La obra fue inspirada por -y está dedicada a- dos monjas alemanas, Elisabeth y Regina Brückner, quienes durante el nazismo ayudaron con alimentos a los prisioneros de un campo de concentración.
La obra fue compuesta y grabada en 1964 y lanzada como álbum en 1965, con el destacado, conocido y reconocido grupo folklórico Los Fronterizos (Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno) como solistas, Jaime Torres en charango, Domingo Cura en percusión, Raúl Barboza en acordeón, Luis Amaya en guitarra, la Cantoría de la Basílica del Socorro, dirigida por el padre J. G. Segade y una orquesta integrada por instrumentos regionales, dirigida por el propio Ariel Ramírez.
Simultáneamente con la Misa Criolla, Ariel Ramírez compuso Navidad Nuestra, con letra de Félix Luna, e incluida como Lado B del álbum de lanzamiento.
Ambas obras están relacionadas y en algunas oportunidades puede producirse la confusión de considerar que Navidad Nuestra o algunos de sus temas, integran la Misa Criolla.
La Misa Criolla ha sido interpretada por destacados artistas de todo el mundo y se trata de la única obra musical argentina editada en los cinco continentes. La versión de mayor difusión mundial es la grabación que realizara el tenor español José Carreras en 1987, en el Santuario de la Bien Aparecida, de Cantabria, con la Coral Salvé de Laredo y como directores musicales al director de la Coral, Jose Luis Ocejo y a Damián Sánchez, bajo la supervisión del propio compositor Ariel Ramírez, que toca piano y clave en la grabación. (Philips CD 420 955). Actuaron en la grabación durante el mes de Julio de 1987, ademas de los citados José Carreras como Tenor solista y Ariel Ramírez piano y clave, Arsenio Zambrano (Charango), Domingo Cura (Percusión), Lalo Gutierrez (Guitarra), Raúl Barboza (Acordeón), Jorge Padin (Percusión) y La Coral Salvé de Laredo (coro) bajo la dirección de José Luis Ocejo.
Otras versiones de gran trascendencia han sido la que realizara Zamba Quipildor en Italia en 1974, con el coro Los Madrigalistas de Bucarest y la que realizara Mercedes Sosa en 2000, por la que recibió el Premio Grammy Latino. Otra versión importante es la que realizara la destacada cantante peruana Chabuca Granda en la Basílica de Guadalupe.
ACERCA DE LA CREACION DE MISA CRIOLLA
Texto firmado por Ariel Ramírez
En Roma había conocido al Padre Antuña, estudioso prelado de Argentina, quien me presentó al Padre Wenceslao van Lun, un holandés con quien nos entendíamos en un italiano básico pero eficaz, y al mismo tiempo bastante divertido. Van Lun me llevó a Holanda y desde allí me recomendó a un convento en Würzburg, una pequeña y hermosa localidad a unos 100 km. de Franckfurt. Todos los seminaristas hablaban alemán, salvo dos monjitas que estaban a cargo de la cocina y a quienes el Padre van Lun me presentó para ayudar a comunicarme, pues suponía que entendían español. La realidad era que las hermanas Elizabeth y Regina Brückner habían vivido en Portugal, y algo de español entendían, lo cual fue para mí una salvación en todo sentido: por fin podía dialogar y, por añadidura, desde ese día, empecé a comer con ellas, directamente en la mesa de trabajo de la cocina.
Frecuentemente, desde la ventana de la cocina, contemplaba el magnífico paisaje semiboscoso, gloriosamente verde, con una enorme casona que a lo lejos se dibujaba de blanco con las últimas nieves de la primavera. Tanta belleza me producía sentimientos exultantes y, desde mis jóvenes años, me parecía estar un paso más arriba de la tierra.
Ellas no compartían mi entusiasmo. No podían olvidar que esa casona y las tierras más distantes habían sido parte de un campo de concentración donde hubo alrededor de mil judíos prisioneros.
Desde la distancia, las monjitas me contaron, podían imaginar el horror y el miedo. Sólo en voz muy baja llegaban noticias acerca del frío y del hambre. Una estricta regla castigaba con la horca -sin más trámite- a cualquiera que ayudara o simplemente tomara contacto con aquellos que esperaban su trágico destino.
Pero Elizabeth y Regina habían elegido la misericordia y habían sido formadas para el valor, de modo que, noche tras noche, empaquetaban cuantos restos de comida podían y se acercaban sigilosamente al campo para dejar su ayuda en un hueco debajo del alambrado.
Durante ocho meses ese paquete desapareció cada día. Hasta que un día nadie retiró el paquete y tampoco los siguientes, que se fueron acumulando. La casa estaba vacía y los rumores esparcieron la noticia acerca del traslado de los prisioneros. El temido viaje se había iniciado una vez más.
Al finalizar el relato de mis queridas protectoras, sentí que tenía que escribir una obra, algo profundo, religioso, que honrara la vida, que involucrara a las personas más allá de sus creencias, de su raza, de su color u origen. Que se refiriera al hombre, a su dignidad, al valor, a la libertad, al respeto del hombre relacionado a Dios, como su Creador.
Un día de 1954, tal vez del mes de mayo, estando en Liverpool, no puede resistir la tentación de subir a un barco, el Highland Chefstein, que iba a Buenos Aires donde me esperaban mi hija Laura, de cinco años y mis viejos, que superaban los setenta. Me había convencido que en dos meses regresaría al lugar donde ya había decidido afincarme para siempre, pero el destino me reservaba otro rumbo. En aquel barco que atravesaba el Atlántico hacia el sur, empecé a rememorar el relato de las hermanitas Brückner y a pensar en toda la solidaridad humana, todo el amor que había recibido, de parte de gente extranjera con la que apenas podíamos comunicarnos por el desconocimiento mutuo de nuestras lenguas. Me conmovía pensar en que todo lo que recibí fue exclusivamente por amor a mi música y a mi persona, hasta que comprendí que sólo podía agradecerles escribiendo en su homenaje una obra religiosa, pero no sabía aún cómo realizarla.
Al regresar a Argentina, todo se transformó en mi vida, mi carrera había crecido y mis canciones comenzaron a ser muy populares, poco a poco comencé a ser Ariel Ramírez... con el tiempo Europa quedó muy lejos... pero mi pensamiento seguía centrado en la idea surgida en el Atlántico. En esta búsqueda comencé a reunir información, y es así que tiempo después me encontré con el Padre Antonio Osvaldo Catena, amigo de la juventud en Santa Fe, mi ciudad natal, quien fue realmente el que transformó la base de lo que yo había escrito pensando en una canción religiosa, en una idea increíble: la posibilidad de componer una misa con ritmos y formas musicales de esta tierra. El padre Osvaldo Catena era en 1963 Presidente de la Comisión Episcopal para Sudamérica encargada de realizar la traducción del texto latino de la misa al español, según el Concilio Vaticano de 1963 que presidió SS Pablo VI. Cuando ya tenía terminados los bocetos y formas del ordinario de la misa el mismo Catena me presentó a quien realizaría los arreglos corales de la obra: el Padre Segade.
LAS OBRAS
TEXTO DE TAPA DE LA EDICION DISCOGRÁFICA DE PHILIPS, DE 1964
Cuando Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas, recibió el estímulo y el asesoramiento del R. P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América Latina, del R. P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoría de la Basílica del Socorro y del R. P. Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los peritos de América Latina.
Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro folklore. A esta dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.
Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para solistas, coro y orquesta. Serían Los Fronterizos, el prestigioso y popular conjunto, quienes se harían cargo de la primera interpretación a través de las voces de sus componentes: Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno. La Cantoría de la Basílica del Socorro, que dirige el R. P. Segade -armonizador de la parte coral- y un orquesta integrada por instrumentos regionales se asociaron con el clave, instrumento que por su sonoridad y su tradición evocativa fue escogido por Ariel Ramírez -su intérprete- para llevar la voz cantante de la orquesta. La percusión, formada por bombos legüeros, batería, tumbadora, gong, cocos, cascabeles y otros accesorios, aportaron a la obra elementos típicamente americanos. Estos medios expresivos son los que interpretan Misa Criolla.
La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos -vidala y baguala- aptos para expresar la honda súplica de esta letanía. Se luce como solista en el tema de baguala, Gerardo López, cuya voz, desgarrada, crispada, dice el tema principal de la oración.
El excelente intérprete de charango Jaime Torres inicia el Gloria con una ejecución magistral, que marca el ritmo de una de las danzas más populares del país: el carnavalito. Es una forma popular elegida con acierto para traducir el júbilo de la gloria del Señor, que Los Fronterizos y el coro exaltan a través de un diálogo encadenado de atrayente vivacidad.
El más difícil de los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo obsesionante, casi exasperado, subraya la línea melódica que entra con una fuerza dramática impresionante en torno a las réplicas de Los Fronterizos y el coro, alternados en la afirmación de la profesión de que es propia de esta parte de la Misa.
Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que se aclama la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano íntimo, tierno y a la vez solemne. En esta y en la anterior secuencia, Los Fronterizos en su totalidad, actúan como solistas, con el permanente concurso del coro y un ajustado fondo orquestal.
Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los motivos de Navidad Nuestra han sido creador para un retablo criollo donde cada momento del Misterio de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad conque se evoca en el espíritu de la gente sencilla es milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.
Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la anunciación a María, una huella pampeana para la peregrinación de José y María una vidala catamarqueña para el Nacimiento, La Adoración de los Pastores se hace en ritmo chayero y la de los Reyes Magos en tiempo de takirari, la huída de la Sagrada Familia es una vidala tucumana... Eran necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color americano sin perder su contenido universal.
Algunos integrantes de Los Fronterizos cumplen actuaciones relevantes: Julio César Isella canta el chamamé con la tierna gracia que exige el episodio de la Anunciación, al que agregan las sopranos del coro la humilde respuesta de la Virgen María al ángel Gabriel. En la huella -donde el clave de Ariel Ramírez juega un papel conductor- es Gerardo López quien relata la peregrinación de José y María, -con un Dios escondido- en su seno. El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un esquema musical que por su línea melódica puede ser -nuestra- canción de Navidad, ofrece a Eduardo Madeo la oportunidad de cumplir una inmejorable interpretación. La chaya riojana convoca a Los Fronterizos, el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su letra y melodía a los villancico que en el siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas. La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre cuyos compases los magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca... Y por fin, la huída de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura.
Navidad Nuestra ofrece, en una selección que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la encarnación al modo nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a los hombres de buena voluntad.
Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra. Este disco ha reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no admite fronteras. Un misterio de amor que, está visto, puede expresarse también, con dignidad y hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.
DATOS DE LA PARTITURA
MISA CRIOLLA / Para solistas coro y orquesta
Música Ariel Ramírez
Traducción y adaptación del Texto Litúrgico Pbros. A.(sic) Catena/A. Mayol/J. G. Segade
Arreglo coral Pbro. J. G. Segade
Ilustración Primaldo Monaco
Dedicatoria: a Padre Avelino Antuña (Argentina)/Elisabeth y Regina Brückner (Alemania)/Maya Hoojvel (Holanda)/Ruth Hope (Alemania)/Herbert Koch (Alemania)/Mauricio Sullivan (EE.UU.)/Padre Wenceslao van Lun (Holanda)
Copyright 1965 by Editorial Pigal
(Álbum 50 pp.)
DATOS HISTORICOS DE PRIMERAS AUDICIONES
La primera audición pública de Misa Criolla, se realizó el 20 de diciembre de 1965 en el Uruguay, en la ciudad de Mercedes durante un espectáculo organizado por la Peña Lazo y Estribo, en el Club Praga. Participaron el Maestro Ariel Ramírez, el charanguista Jaime Torres, el percusionista Chango Farías Gómez y artistas locales: Coro Cantores de la Merced -dirigido por el Maestro José María Martino Rodas-, Conjunto Patria y Tradición y Juan Carlos Taboada.
En 1967 se realiza la primera gira de la obra Misa Criolla por el continente europeo con el elenco original, producida por Lippman + Rau, una empresa de conciertos alemana. Acompañó al elenco de músicos argentinos (Ariel Ramírez, Los Fronterizos, Carlos Amaya, Jaime Torres y Domingo Cura) el Coro Easo y Maitea, bajo la conducción del Maestro Bastida.
El 9 de marzo se realizó la primera función para el público europeo, fue ejecutada en la Liederhalle de Stuttgart. A continuación, en la Catedral de Trier, se filmó para la TV-Südwestfunk, durante los días 10 y 11.
LA CREACIÓN DE NAVIDAD NUESTRA
Comentario firmado por Félix Luna para "Navidad Nuestra"
Una noche de septiembre u octubre de 1963 estaba yo de guardia en el diario "Clarín", bastante tarde. De pronto me llamaron por teléfono: era Ariel Ramírez. Me contó que estaba escribiendo una misa y necesitaba completar la placa que se haría, con una serie de villancicos. ¿No podría ir a su casa para conversar del tema?. Había bastante apuro.
Fuí para allá, a su casa en Belgrano. Sería como las dos de la mañana cuando llegué. Y desde que saludé a Ariel empezó a darse una serie de auténticos milagros. Le dije como si lo hubiera pensado durante años:
La obra que complemente el disco de tu "Misa Criolla" se va a llamar "Navidad Nuestra", porque será un retablo criollo de Navidad. Serán villancicos, estampas de cada uno de los momentos clásicos del misterio cristiano del Nacimiento de Cristo. Vamos a empezar con la Anunciación, seguimos con la búsqueda de un alojamiento de José y María, continuamos con el Nacimiento y así seguían las ideas desbordándome.
Ariel inmediatamente sintonizó mi entusiasmo y empezó a ensayar armonías y ritmos. El chamamé de la Anunciación fue compuesto con letra y música al mismo tiempo. Luego la huella: yo insistía que la peregrinación de José y María debía ser una huella y Ariel sostenía que la melodía de las huellas es una sola. "Probá con otra melodía..." le decía yo, y de pronto Ariel estampó en el piano la línea, hoy mundialmente conocida, de "La Peregrinación".
No quiero seguir con muchos detalles pero lo único que digo es que cinco temas quedaron terminados esa misma noche, y cuando amanecía; alguno no estaba totalmente completo y lo concluimos pocos días después. Pocas veces he sentido la felicidad de crear, con tanta intensidad, como en aquella ocasión. Todos los recuerdos y vivencias de mi religiosidad infantil, de las navidades familiares, de los colegios de monjas y curas a los que fui, todo el fondo trascendente que uno tiene en su espíritu, se volcó esa noche hacia una creación que -lo intuí en ese momento- haría historia en la música argentina. El éxito de "Misa Criolla" y "Navidad Nuestra" fue lógico y justo. Pero la creación de los temas a los que aporté mis palabras, fue, lo repito, un auténtico milagro.
Los grandes músicos han realizados obras integrales para plasmar su sentir religioso, ya sea como una manera de elevar su oración al Señor, de manifestar su amor por María o de manifestar su devoción por los santos.
Los músicos Eduardo Madeo y Yayo Quesada (integrantes de Los Fronterizos), junto al compositor Ariel Ramirez y a Jaime Torres en el Vaticano, haciendo entrega de una copia de la obra al papa Pablo VI.
Desde siempre, el hombre ha sentido la necesidad de expresar su religiosidad; en muchos casos, a través de las diferentes manifestaciones artísticas. Para ello se valió de pinturas, canciones, poemas, cuentos, novelas, películas, danzas
El año 1964 dejó una obra musical inmensamente popular en el mundo entero: La Misa Criolla. A ella le han sucedido infinidad de trabajos similares realizados en los diferentes idiomas y los más diversos ritmos y géneros musicales. Pero sin dudas, la creación de Ariel Ramírez, en sus distintas versiones, es la más difundida.
La Misa Criolla fue la que marcó un punto de inflexión, no sólo en las carreras profesionales del músico santafesino y de Los Fronterizos, sino en el folklore argentino y su reconocimiento en el ámbito internacional. ¿Pero cómo se gestó tan maravilloso trabajo?
La idea de escribir una misa, hacía varios años que rondaba en la cabeza de Ariel Ramírez. Hacia 1950 partió a Europa en busca de nuevas experiencias y más conocimientos. Allí vivió durante un tiempo en un monasterio austríaco y trabó gran amistad con su director, a quien acompañó durante un traslado a Alemania. Fue en una ciudad a cien kilómetros de Frankfurt, donde Ramírez conoció a dos monjitas cuyo testimonio lo marcaron profundamente. Un día mirando unos bellos jardines frente al convento, las monjitas Elizabeth y Regina Bruckner le dijeron: "Es una belleza pero usted no sabe lo que hemos llorado nosotras durante la guerra, porque ahí era un campo de concentración donde había como 800 judíos esperando la muerte que les había fijado el nazismo". En aquel momento, quien ayudara a un judío era condenado a la pena de muerte y pese a ello, las religiosas se las arreglaban para pasarles comida por debajo del alambrado todas las noches. Corría 1952 y la historia de las religiosas había movilizado de tal manera al joven pianista, que decidió dedicarles una obra.
Foto: Ariel Ramírez
Semejante acto de heroísmo y humanidad, bien valía un homenaje. En un principio, pensó en hacer una versión criolla del Ave María. Cuando volvió a la Argentina, al promediar la década, se abocó de lleno a la Misa Criolla, obra que escribió especialmente para que la cantaran Los Fronterizos.
Antecedentes
Si bien hoy existen en el mercado diferentes Misas, el pianista no tenía muchos modelos en que basarse. Apenas si se había difundido muy tímidamente la Misa Luba, cantada en latín y con ritmos africanos. Decidió entonces abordar los ritmos de los que se había imbuido durante sus viajes al norte del país, cuando aún era un muchacho. Vidalas, bagualas, carnavalitos, takiraris, erques, quenas, charangos y pincullos, se convirtieron en términos familiares para él y ya nunca, a lo largo de su carrera artística, se apartaría de ellos.
Definido el estilo que utilizaría, la parte musical no fue mayor problema; las dificultades se presentaron a la hora de decidir el texto litúrgico. Un amigo de la infancia, también santafesino, fue quien le allanó el camino. El padre Osvaldo Catena lo orientó en esta obra y le acercó los textos en español (no olvidemos que estos se aceptaron en 1962 ya que, antes, las misas eran en latín) De esta tarea participó también el sacerdote Alejandro Mayol.
Foto: Los Fronterizos
Han quedado en el recuerdo de todos, los nombres de Ariel Ramírez y Los Fronterizos. Sin embargo es importante destacar al menos, que otros artistas fueron también piezas fundamentales para lograr el éxito de la Misa Criolla y Navidad Nuestra (lado B de aquel viejo LP) Participaron de este trabajo, Domingo Cura en bombo y timbales; Jaime Torres en charango; Alfredo Remus en contrabajo; el Chango Farías Gómez en bombo y accesorios de percusión, y Raúl Barboza dando vida al chamamé La Anunciación, con su acordeón. Luis Amaya, José Medina y Juancito El Peregrino, aportaron el sonido de sus guitarras. A ellos hay que sumar el invalorable aporte del padre Jesús Gabriel Segade, al frente del coro de la Cantoría de la Basílica del Socorro.
El éxito de la Misa Criolla fue inmediato. De todas partes llegaban los pedidos de los discos que salían a la calle y se agotaban con total rapidez. La obra estaba en boca de todos y la convocatoria a cantarla en vivo se repetía insistentemente. Sin embargo esto no ocurrió, al menos oficialmente, hasta marzo de 1967, en que fue presentada en una catedral de Alemania. Más de veinte años más tarde, el 31 de mayo de 1978, la Misa Criolla se cantó por primera vez en función de la ceremonia religiosa, durante un oficio ecuménico concelebrado en la Catedral de Buenos Aires por líderes de distintas religiones y en varios idiomas, horas antes del comienzo del Mundial de Fútbol.
La Misa Criolla, muestra por excelencia de la cultura puesta al servicio de lo religioso, lleva vendidos en todo el mundo más de sesenta millones de discos de su grabación original y la innumerable cantidad versiones en otros idiomas.
Estructura de la obra
El texto de la Misa Criolla es una adaptación realizada por los sacerdotes Antonio Osvaldo Catena, Alejandro Mayol y Jesús Gabriel Segade, del texto litúrgico en español de la misa católica, tal como había sido aprobado en 1963, por la Comisión Episcopal para Sudamérica, presidida precisamente por el padre Antonio Osvaldo Catena, siguiendo los lineamientos del Concilio Vaticano II.
La obra adopta estrictamente la estructura de una misa católica. En la liturgia católica, la misa solemne o cantada constituye un género musical tradicional, que consta de tres partes obligatorias, el "Kyrie" el "Sanctus" y el "Agnus Dei", e incluye además el "Gloria" y el "Credo". Eventualmente, en ciertos casos pueden incorporarse otros elementos.
La Misa Criolla está integrada por cinco movimientos, cada uno de ellos correspondientes a un momento litúrgico: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei.
Kyrie
El Kyrie está construido sobre dos ritmos ancestrales andinos, la baguala y la vidala. Comienza como una vidala en la menor, en la que se suplica a Dios su compasión y piedad. Al igual que en la misa católica tradicional, en el estribillo sube a una escala en la mayor, adoptando un estilo de baguala.
Señor, Rey y Padre no engendrado, Verdadera Esencia de Dios, ten piedad de nosotros.
Señor, fuente de luz y Creador de todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Señor, Tú que nos has marcado con el sello de tu imagen, ten piedad de nosotros.
Cristo, Verdadero Dios y Verdadero Hombre, ten piedad de nosotros.
Cristo, Luz guía, a través de quien son todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Cristo, Perfección de la Sabiduría, ten piedad de nosotros.
Señor, Espíritu vivificador y poder de vida, ten piedad de nosotros.
Señor, Aliento del Padre y el Hijo, en quien son todas las cosas, ten piedad de nosotros.
Señor, Purificador del pecado y Limosnero de la Gracia, te rogamos no nos abandones a causa de nuestras ofensas, Consolador del alma dolorida, ten piedad.
Kyrie (en griego "Oh Señor") es el nombre común de una importante oración de la liturgia cristiana, también denominada Kyrie eleison («Señor, ten piedad»). Es uno de los cantos más antiguos del canto gregoriano. Forma parte del ordinario o común de la misa.
Gloria
El Gloria es un carnavalito, ritmo característico de Jujuy, acompañado por un yaraví en la menor, en el que se alaba al Señor y se lo glorifica en todo su esplendor. Ramírez utiliza el yaravi para mostrar la humildad y el respeto por Dios y el carnavalito es para adorarlo.
Gloria a Dios en el cielo,
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos,
te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias,
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso Señor,
Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre;
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros;
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo,
con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén.
El Gloria o Gloria in excelsis, es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia católica glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas. El texto de este himno nunca puede cambiarse por otro. Lo entona el sacerdote o, según los casos, el cantor o el coro, y lo cantan o todos juntos o el pueblo alternando con los cantores, o sólo la schola.
Credo
El Credo adopta la forma de una chacarera trunca, estilo popular Santiago del Estero, en la menor con subida a la mayor. Aquí se aprecia la creencia y la pertenecía a la Iglesia Católica. Considerado como el momento culminante de la obra.
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a, vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro. Amén.
El Credo es una oración que integra la misa cristiana y que constituye un breve compendio de las creencias fundamentales que todo cristiano. Apela a la fe, como elemento fundamental de su pertenencia religiosa.
Sanctus
El Sanctus está realizado siguiendo el ritmo de un carnaval cochabambino en la mayor. Los fieles santifican el nombre de Dios y lo alaban de forma esplendorosa, reconociendo el poder del mismo en la tierra como en el cielo.
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están, el cielo y la tierra,
De tu gloria.
¡Hosanna! en el cielo,
Bendito el que viene en nombre del Señor,
¡Hosanna! en el cielo.
El Sanctus (en español "Santo") es una parte de la forma normal de la misa, en la que se repite tres veces "santo". Se trata de una aclamación litúrgica con la que se cierra el Prefacio. Está tomado de las palabras con que los ángeles le hablan a Dios en Is 6, 3; la parte inicial se refiere también a Ap 4,8; y la segunda parte, el Benedictus, está tomado de Mt 21, 9.
Agnus Dei
El Agnus Dei adopta el ritmo de un estilo pampeano (sureño) en la menor. Los fieles cantan al Cordero de Dios y le piden la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten misericordia de nosotros.
El Agnus Dei (en latín, "cordero de Dios"), es una antigua oración que se reza en la misa poco antes de la Comunión, tras la oración Ad pacem, y forma parte del Rito de la Paz. Es una de las partes llamadas "invariables" de la misa.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
LIBRO: JESÚS DE NAZARET II "Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección"
Por: JOSEPH RATZINGER - BENEDICTO XVI
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