Durante los últimas tres décadas, Benito Hernández y su esposa han estado viviendo debajo de una gran roca, en el desierto de Coahuila, México, a 80 kilómetros de la frontera con los Estados Unidos.
Benito Hernández comenzó a visitar la roca de 40 metros de diámetro que ahora le sirve como techo de su casa cuando tenía 8 años de edad. Le gustó tanto que decidió transformarla en su casa propia.
Muchos chicos tienen sueños un tanto alocados, pero Benito continuó con esta aventura hasta que fue adulto. Hace 55 años, cuando él y su familia descubrieron la formación rocosa, una persona podía pedir un pedazo de tierra quedándose allí durante largos períodos, así que después de muchos años de quedarse allí trabajando en la zona, cosechando la planta Candelilla, consiguió la roca para su familia y 20 años después se transformó en su dueño legal.
Así que finalmente pudo cumplir su sueño que tanto lo había fascinado y se estableció allí.
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