En Mendoza, la polilla de la vid es una de las plagas que más afecta la producción vinícola. A su vez, la fumigación con agroquímicos está produciendo graves deterioros ambientales, y es por eso que los científicos crearon un pesticida a base de un hongo que no afecta al medioambiente.
Unas pequeñas polillas que comen las uvas ya se convirtieron en plaga y está arruinando la producción vinícola, una de las mayores industrias mendocinas. Para hacer frente a este insecto, los científicos del Grupo de Investigación de Saneamiento Ambiental de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), con el apoyo de la Universidad Nacional de Cuyo, crearon un método de control sustentable y económico, a base de un hongo patógeno de insectos, para exterminar a la llamada polilla de la vid. Fue probado en el laboratorio con resultados alentadores.
Esta polilla es originaria de Europa, donde no pudo establecerse como plaga. Según demuestran los estudio, en 2008, las polillas ingresaron como polizones a Chile, escondidas en maquinaria agrícola. Esto posibilitó su entrada a Mendoza, donde fue detectada en 2010 y, desde entonces, se convirtió en plaga, generando grandes pérdidas económicas en la producción de vinos ya que, no sólo se comen las uvas, con preferencia por los varietales Cabernet y Malbec, sino porque también les hacen pequeños agujeros que favorecen la entrada de diversos hongos.
Para evitar la fumigación con agroquímicos, la biotecnóloga Da Silva, y su grupo de investigación, crearon Triple B, un bioplaguicida desarrollado a partir del hongo entomopatógenoBeauveriabassiana. Este compuesto tiene la particularidad de ser completamente específico, es decir, ataca sólo a la polilla de la vid y, además, se degrada naturalmente luego de un tiempo de exposición, por lo que no contamina el ambiente.
Luego de cultivar al hongo en arroz, se le agrega polvo humectante, protectores UV y un 1 por cierto de feromonas de la hembra de la polilla de la vid como sustancia cebo para atraer al macho. Todo el compuesto genera un bioplaguicida en polvo que el productor debe diluir en agua para rociar los cultivos de uva entre los meses de septiembre y marzo, época en la que vuela el insecto.
Fuente: Argentina.ar
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